El dolce far niente de Carlos Mazón

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Alfonso Puncel

Podemos estar de acuerdo en que la dana ha sido terrorífica, excepcional, insólita, inusual, rara, anómala pero no imprevista. Esto lo digo porque se utilizan como sinónimos cuando no lo son, pretendiendo así minimizar las medidas de prevención que se tenían que haber activado. Concedo el derecho a la duda pero, sinceramente, no me imagino al presidente Ximo Puig, con este u otro gobierno en La Moncloa, actuando como si la cosa fuera motivo de discusión partidista e instrumento de confrontación con el Gobierno y sin hacer caso de las advertencias de subsecretarios, secretarios autonómicos y de sus asesores; ni a la vicepresidenta Mónica Oltra sin ponerse en contacto, por ejemplo, con las residencias de la zona donde se preveían las lluvias, además de alertar a todo Cristo de la más que previsible gravedad de la situación; no veo a la consellera Gabriela Bravo insultando a las familias ni ordenándoles lo que deben o no deben hacer sin empatizar con su sufrimiento, o no activando a bomberos y resto de medios de emergencias para coordinarse con ayuntamientos y diputación; ni, por supuesto, imagino al secretario autonómico de emergencias José María Ángel descansando o en innecesarias reuniones con toreros el mismo día de la alerta, o desaparecido durante dos días para después poner un tuit más que nada inculpatorio. Todos sabríamos que nuestro secretario autonómico estaría al pie de la emergencia dándonos instrucciones.

Tampoco veo a la consellera Mireia Mollà ni a la secretaria autonómica Paula Tuzón sin activar preventivamente los medios de la conselleria o sin poner el grito en el cielo si se hubiera producido un acto de manifiesta incompetencia como el que se ha producido, aunque sólo fuera porque la una ha vivido una experiencia parecida en Alicante y la otra es física de formación y profesión. No imagino al conseller Vicent Soler, ni al conseller Rafa Climent sin hablar con los empresarios para establecer el cierre de centros comerciales y otras medidas que impidiesen el traslado de trabajadores desde primera hora de la mañana a sus puestos de trabajo. Así también puedo imaginar a otros responsables políticos, fueran conselleras o secretarios autonómicos de empleo, de educación o de sanidad del Consell, hablando con los respectivos sindicatos sectoriales para organizar sus departamentos el día 29, aunque solo se creyesen la mitad de la gravedad de la emergencia. Así que sí hubiera habido diferencias.

Por desgracia, puedo imaginarme a algunos altos cargos tratando de limitar las medidas de cierre y alerta, no vaya a ser, por poner un ejemplo, que el turismo se vea afectado

Por desgracia, puedo imaginarme a algunos altos cargos tratando de limitar las medidas de cierre y alerta, no vaya a ser, por poner un ejemplo, que el turismo se vea afectado si alarmamos excesivamente a la población. Pero esos hubieran sido los menos y desde luego habrían estado bajo el mando del Consell. Y es que todas estas personas llegaron para gobernar y no a desmontar lo que el anterior gobierno hizo. Y aunque es lógico que la alternancia de partidos suponga modificar decisiones del anterior gobierno (como hicimos, por ejemplo, los gobiernos del Botanic estableciendo medidas de transparencia y lucha contra la corrupción entre otras cosas), estas son consecuencia de la alternancia democrática y no la única motivación para estar en el gobierno. Sin embargo, se evidencia que el Consell de Mazón solo está para desmontar lo que se construyó durante ocho años y nada más, sin criterio, salvo el de dejar que sea el mercado, la inactividad institucional y la inercia de las cosas quien ordene su gestión, actitud que se ha demostrado por activa, pasiva y perifrástica, que solo logra aumentar las desigualdades, la pérdida de expectativas de la gente y dejar de atender las situaciones de necesidad.

Lo más grave de la falta de gestión e incapacidad de Mazón es que arrastra a la democracia consigo. Y digo que es lo más grave porque los centenares de muertos y la destrucción que se ha producido es una consecuencia de una forma de gobernar fallida que puede tener consecuencias en el futuro. Lamentablemente. Y es que, si las instituciones y la administración (que son la materialización de la democracia) no resuelven este y otros asuntos, la gente se pregunta para qué la queremos, creando así el caldo de cultivo perfecto para la actividad de la extrema derecha. La incapacidad de Mazón, cimentada en un pacto de la vergüenza con la extrema derecha, explícita al inicio y tácita ahora, nos arrastra a todos como nos arrastró la corrupción económica de gobiernos anteriores del PP, y esta gestión es una forma de corrupción, una forma mortal de corrupción. Pero Carlos Mazón y su Consell siguen esperando que las cosas sucedan en un dolce far niente que alcanza otras emergencias sociales tan urgentes como son las emergencias climáticas y sus consecuencias, todo ello aderezado por la actitud irresponsable de sus jefes Ayuso y Feijóo, que solo logran seguir alimentando a la bestia.

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 Alfonso Puncel es socio de infoLibre.

Podemos estar de acuerdo en que la dana ha sido terrorífica, excepcional, insólita, inusual, rara, anómala pero no imprevista. Esto lo digo porque se utilizan como sinónimos cuando no lo son, pretendiendo así minimizar las medidas de prevención que se tenían que haber activado. Concedo el derecho a la duda pero, sinceramente, no me imagino al presidente Ximo Puig, con este u otro gobierno en La Moncloa, actuando como si la cosa fuera motivo de discusión partidista e instrumento de confrontación con el Gobierno y sin hacer caso de las advertencias de subsecretarios, secretarios autonómicos y de sus asesores; ni a la vicepresidenta Mónica Oltra sin ponerse en contacto, por ejemplo, con las residencias de la zona donde se preveían las lluvias, además de alertar a todo Cristo de la más que previsible gravedad de la situación; no veo a la consellera Gabriela Bravo insultando a las familias ni ordenándoles lo que deben o no deben hacer sin empatizar con su sufrimiento, o no activando a bomberos y resto de medios de emergencias para coordinarse con ayuntamientos y diputación; ni, por supuesto, imagino al secretario autonómico de emergencias José María Ángel descansando o en innecesarias reuniones con toreros el mismo día de la alerta, o desaparecido durante dos días para después poner un tuit más que nada inculpatorio. Todos sabríamos que nuestro secretario autonómico estaría al pie de la emergencia dándonos instrucciones.

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