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Echar balones fuera

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Francisco Estravís.

Lo que está ocurriendo en la provincia de Zamora con los incendios forestales es sencillamente dramático y requiere de una asunción de responsabilidades por quién tiene la competencia sobre la materia. En vez de eso, el señor Mañueco viene ahora a reclamar un mando central que coordine las labores de extinción, como si en la extinción y en la dirección coordinada de la misma por un órgano estatal se hallara la solución del problema. Olvida el señor Mañueco de forma aviesamente interesada que el incendio que mejor se extingue es el que no se inicia, como en muchas ocasiones desde el ámbito sindical y profesional entre otros le hemos dicho a él y a sus antecesores al frente de la Junta. Los incendios forestales se apagan en invierno (cualquiera que se haya acercado al monte lo sabe) con labores de desbroce y actividades de silvicultura y de aprovechamiento económico de las masas forestales bien planificadas, y realizadas por equipos profesionales adecuadamente dimensionados, formados y retribuidos, para los que el único interés sea mantener lo más sanas y acogedoras posible las masas forestales y bosques que constituyen su medio de vida. Esto no se consigue fomentando la extinción en lugar de la conservación, que es lo que ha venido ocurriendo en las últimas décadas en Castilla y León y en Zamora, y externalizando este servicio a empresas que sólo buscan el beneficio a corto plazo, deteriorando, entre otras cosas, las condiciones laborales de sus trabajadores. Como tampoco se consigue mejorar la sanidad de todos deteriorando la Atención Primaria, para construir o reformar, a coste desorbitado, grandes hospitales que serían mucho menos necesarios si aquella funcionara adecuadamente.

cuando llega la pandemia, echar balones fuera y reclamar un mando único central que lo resuelva todo, a poder ser sin tocarme los presupuestos autonómicos, y ya de paso descargándome la responsabilidad que tengo como presidente de mi comunidad autónoma

Y atribuyendo la gestión de estos hospitales a grupos empresariales que, de nuevo, priorizan el beneficio a la prestación de un servicio público de calidad. Y, cuando llega la pandemia, echar balones fuera y reclamar un mando único central que lo resuelva todo, a poder ser sin tocarme los presupuestos autonómicos, y ya de paso descargándome la responsabilidad que tengo como presidente de mi comunidad autónoma. O sea: un mando central que asuma la culpa. Porque de esto es de lo que se trata: de tener a quien echarle la culpa de la mala gestión cuando las consecuencias de la misma se hacen evidentes. Y de paso poner en solfa la configuración de un estado, el de las autonomías, en el que muchos nunca han creído, aunque no han dudado en ocupar su poder político, y usarlo en su propio beneficio y en el de que nunca sea posible alcanzar un verdadero pacto de convivencia entre los españoles.

Francisco Estravís es socio de infoLibre.

Lo que está ocurriendo en la provincia de Zamora con los incendios forestales es sencillamente dramático y requiere de una asunción de responsabilidades por quién tiene la competencia sobre la materia. En vez de eso, el señor Mañueco viene ahora a reclamar un mando central que coordine las labores de extinción, como si en la extinción y en la dirección coordinada de la misma por un órgano estatal se hallara la solución del problema. Olvida el señor Mañueco de forma aviesamente interesada que el incendio que mejor se extingue es el que no se inicia, como en muchas ocasiones desde el ámbito sindical y profesional entre otros le hemos dicho a él y a sus antecesores al frente de la Junta. Los incendios forestales se apagan en invierno (cualquiera que se haya acercado al monte lo sabe) con labores de desbroce y actividades de silvicultura y de aprovechamiento económico de las masas forestales bien planificadas, y realizadas por equipos profesionales adecuadamente dimensionados, formados y retribuidos, para los que el único interés sea mantener lo más sanas y acogedoras posible las masas forestales y bosques que constituyen su medio de vida. Esto no se consigue fomentando la extinción en lugar de la conservación, que es lo que ha venido ocurriendo en las últimas décadas en Castilla y León y en Zamora, y externalizando este servicio a empresas que sólo buscan el beneficio a corto plazo, deteriorando, entre otras cosas, las condiciones laborales de sus trabajadores. Como tampoco se consigue mejorar la sanidad de todos deteriorando la Atención Primaria, para construir o reformar, a coste desorbitado, grandes hospitales que serían mucho menos necesarios si aquella funcionara adecuadamente.

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