Considero que aún puedo aportar algo al debate que lleva días saturando espacios informativos, sobre todo entre los contertulios televisivos, que a fin de cuentas son quienes crean opinión.
Los periodistas. Prácticamente todos los que han analizado el sorprendente resultado de esta consulta electoral consideran que los elementos que han propiciado este resultado son dos: el conflicto catalán y la emigración.
El paro en Andalucía, ¿no ha influido?; el perfil, la personalidad, el intelecto –que se les supone– de los presidenciables, ¿tampoco?; el proyecto, las soluciones a la crisis, las ideas, las propuestas… ¿no han sido valoradas por los votantes?
No he escuchado a uno solo de estos periodistas y/o contertulios reflexionar sobre qué incidencia ha tenido, tanto en los resultados como en la abstención, la corrupción del PSOE en Andalucía.
Los ciudadanos. En Sanlúcar de Barrameda –que tuve el placer de conocer, vivir y trabajar– el paro se sitúa en el 33,14%. Las poblaciones de La Línea de la Concepción, Jerez de la Frontera, Chiclana y Puerto Real tienen una tasa de paro del 32,75 %, 32,28%, 30,46% y 29,29%, respectivamente.
En Andalucía se encuentran los niveles de paro más altos de España desde hace demasiados años ya. Esto supone una inquietud, desazón y desesperanza permanentes que… ¿no han motivado una alta abstención y/o que muchos “se hayan echado al monte”… de Vox?
Imagínense ustedes la siguiente y teatralizada situación: “Somos mayores, con nuestra escasa y penosa jubilación tenemos que ayudar a nuestro hijo que está en paro, y al que hemos avalado su hipoteca. La Mari, mi nuera, trabaja de limpiadora, está sin contrato y le pagan en negro. Nos ocupamos de los nietos, los cuidamos, damos de comer y, los domingos, se llevan la fiambrera con algo de la olla para ir tirando durante la semana. Esto no parece que vaya a solucionarse. Y encima nos han subido la luz… ¡Jesús, a este paso vamos a volver al brasero de cisco! [brasero con ascuas de leña, cubierto de ceniza para que dure más horas. Tradicional en muchos lugares del mundo rural].
Y luego, éstos... –pongan ustedes lectores el adjetivo– políticos de la Junta se han llevado “los cuartos” con eso de los ERE, Mercasevilla… y ya no sé cuántos chanchullos más… ¿Qué pasará cuando los viejos nos hayamos ido? ¿Qué va a ser de nuestro hijos y nietos?”.
Me imagino que en gran parte del extenso y fértil campo andaluz (he vivido y trabajado en las provincias de: Cádiz, Málaga, Jaén, Córdoba y Huelva –en la que más–, en estos últimos 40 años y creo conocer bien la sociedad rural) habrá miles de familias que algo parecido habrán pensado.
Personas que ven la tele y escuchan los resultados económicos de la Banca, los fondos de inversión, Telefónica, empresas tecnológicas, las eléctricas… Me imagino que alguno se preguntará: “Si España se ha recuperado de la crisis… ¿Por qué los españoles seguimos sin levantar cabeza?”.
Me imagino, queridos lectores, que todos estos a quienes describo –andaluces no sólo de Jaén, no todos aceituneros… no altivos, sino con dignidad– hayan caído en la desesperanza: “Yo ya no voy a votar… pa qué… pasi son todos iguales...”.
Más aún cuando ven dónde van a sestearsestear –“es que me aburro soberanamente, González dixit”– los expresidentes, exministros y ex altos cargos de las Administraciones… a las eléctricas que nos sablean, por ejemplo.
Creo, sinceramente, que muchos votantes responden al perfil que acabo de relatar líneas arriba.
Los políticos. Comencemos por los perdedores: PSOE y Adelante Andalucía. Sus respuestas y valoraciones han sido iguales: desviar la atención a Vox y crear el temor del advenimiento de la ultraderecha. No han realizado la más mínima autocrítica.
Susana Díaz no tiene el carisma ni el tirón popular que ella supone. En su contra obra que fuese designada a dedo por la cúpula del PSOE andaluz. Chaves y Griñán –sus valedores- se encuentran procesados por corrupción.
Su actuación en la noche de los cuchillos largos en la sede del PSOE, en la calle Ferraz, cuando defenestraron a Pedro Sánchez (“Este chico no sirve, pero nos sirve”) le granjearon una gran animadversión por parte de los afiliados de base del PSOE, que veían en Díaz una intrigante aspirante a la candidatura del PSOE a las elecciones generales. En la concentración que se formó esa noche –a la salida de los altos cargos– de la sede, se podía leer en una pancarta de una afiliada: “Fuera Gusana Díaz”.
Teresa Rodríguez, la candidata de Adelante Andalucía, no da la talla. Recuerdo como en una entrevista en la televisión –hace ya tiempo– fue acosada por dos periodistas muy de derechas (Isabel San Sebastián era una, no recuerdo quién era la otra). Y se la comieron y no supo contestar. Es inmadura, como gran parte del partido que ha querido crear al margen de la marca Podemos. Otro error. Una de sus propuestas era la creación de una consejería de feminismo. Algo que no fue bien recibido por una sociedad –la andaluza– que está más preocupada por llegar a fin de mes que por una ocurrencia similar.
Juan Manuel Moreno Bonilla sobreactúa como si hubiese ganado las elecciones. Su presencia, nivel comunicador y seriedad, están fuera de duda: no tiene. A veces parece un clown. Y no me refiero sólo a su famosa y delirante charla con la vaca. Hace ya tiempo, en marzo de 2015, en un mitin cayó en la profundidad filosófica que le caracteriza y le espetó a su audiencia: “¿Sabe usted qué es dolor? El dolor es cuando le duele a uno algo”.
Sobre lo que Wyoming, en su programa, dijo: “Hombre… el Jean-Paul Sartre de Sierra Morena”. Es tal la poca confianza que en él tiene la nueva dirección del PP, que Casado se convirtió en el compañero de su existencialista candidato para dar un poco de seriedad a Moreno Bonilla y que sus mítines no pareciesen una performance.
Ahora voy con los ganadores.
Juan Marín, el candidato de Ciudadanos, tiene tan poca: imagen, discurso, proyecto… que –al igual que Moreno Bonilla– tuvieron que venir en su socorro Albert Rivera e Inés Arrimadas para apoyarlo, ayudarlo y salir en la foto de tan gris, apático, inodoro, incoloro e insípido aspirante, que no se sabe qué vendía: socialdemocracia… no (abjuraron de ella), conservadurismo tardo-franquista… no (para eso está el PP), andalucismo identitario… no. Si acaso neoliberalismo. Pero… eso no lo puede vender, menos aún en un territorio tan necesitado de solidaridad y de un justo reparto de la riqueza. ¡Sólo faltaba que en Andalucía se aplicasen las medidas del neoliberalismo que está arrasando Europa y EEUU!
Santiago Abascal. De él… mejor no hablar.
Todos los que ahora se rasgan las vestiduras por el resultado de Vox, “¡Precisamente en Andalucía… Quién se lo iba a imaginar!”, no recuerdan que este señor y muchos de las cabezas ¿pensantes? del partido… no han caído del cielo y tampoco han aparecido de la nada. Estaban en el PP.
La única sorpresa es que el sector más ultraderechista del PP se haya escindido de la madre ideológica –es un decir–, base política que es el PP. Precisamente ahora que Pablo Casado ha girado a las esencias más retrógradas y obscuras de la tramontana derecha aznariana Marca España.
Algunos políticos y opinadores agradecían al PP que acogiese en su maternal regazo a la ultraderecha española. Que hiciese de nuestro dolorido y machadiano país una “excepción” en el auge de la extrema derecha europea.
Pues no. Se repite uno de los grandes errores de la tan ensalzada Transición: pasar la página de la Historia sin explicarla, ni enseñarla, ni asumirla; actuar como si los desmanes cometidos por la derecha española connivente con la dictadura franquista no hubiesen sucedido. Y, claro, de aquellos conscientes olvidos, aparecen ahora las consecuencias.
En un programa de Wyoming, una periodista salió a la calle para realizar una entrevista a jóvenes en edad de terminar el bachillerato o 1º de Universidad. La pregunta era: ¿Sabes quién fue Franco? De los seis –o siete, no recuerdo bien– entrevistados sólo uno sabía quién era. El resto contestaron: “Creo que era comunista”, “lo fusilaron…, ¿no?” Y respuestas similares.
¿Y ahora nos rasgamos las vestiduras con el resurgimiento de la ultraderecha? ¡Si estaban en el PP! ¿Es que las calles dedicadas a personajes de la dictadura, opresores, la División Azul, generales varios… no eran un signo de anormalidad democrática? ¿Un anacronismo impensable en Alemania e Italia… que sí saben qué historia no ha de volver?
Regresemos a la dulce, querida, vital, creativa, intensa, sabia, entrañable, coloreada y perfumada (azahar, jazmín y romero...) Andalucía de Lorca, Alberti, Cernuda, Luis García Montero, Ángeles Mora, Pilar Pasamar y ¡tantos otros! Me parece un grave error que los políticos –y los periodistas– hayan interpretado que el resultado de las elecciones en Andalucía sea la consecuencia de la situación en Cataluña y la emigración.
Puede que en localidades donde abundan los inmigrantes que, bajo invernaderos de plástico, en cultivos de fresas, “frutos rojos”, tropicales… etc. trabajan dura y mal pagadamente, haya habido un rechazo al emigrante musulmán. Pero, Andalucía es también la sierra de Cazorla, Segura y Las Villas (es la misma cadena montañosa que así se llama), la sierra onubense, el interior de Córdoba, Jaén, Las Alpujarras… y una población dispersa por la geografía interior andaluza. A la hora de votar, ¿su mente se hallaba en Cataluña y los emigrantes del Campo de Dalías (Almería), Motril o el Plan Almonte Marismas/Moguer/Palos de la Frontera en Huelva?
Muchos de los votantes de la extensa tierra andaluza no han ido, vivido o trabajado en Cataluña. ¿Les preocupa más la posible independencia de ese territorio que su propia situación económica, cuando a quienes en realidad votan es a sus más directos gestores?
No lo creo. Las valoraciones del PP y Ciudadanos, recién terminadas las elecciones, acusando a Sánchez por su actuación en el conflicto catalán y la emigración, no eran más que el inicio de la campaña electoral de unas elecciones adelantadas que están –o se pretende– por venir.
Epílogo. Preocupantes son los resultados de las elecciones. Y no me refiero sólo a Vox.
Que las dos primeras formaciones políticas, con millones de votos, sean quienes tienen a cientos de altos cargos políticos procesados por corrupción… ¿no ha sido relevante para ningún medio de comunicación, periodista, contertulio? No me extraña, la Comunidad de Madrid y la de Cataluña continúan siendo gobernadas por los bucaneros que la asaltaron.
En algunos aspectos estos resultados sí que me hacen recordar a Cataluña: a la familia Pujol, CiU, el “tres per cent” (a veces el 4% pues “Convergència pedía más” –caso Palau-).
Cuando los ciudadanos andaluces delegan su voluntad en forma de voto a quienes les han robado y engañado, sí se asemejan a lo que sucede en Cataluña.
Allí la punta de lanza de la ¿rebelión? independentista la configuran los CDR, juventudes republicanas, independentistas varios… Mientras los del “tres per cent” desfalcos y comisionistas varios… están esperando tranquilos –en el exilio o en un sillón de la Generalitat– los frutos de la revuelta.
Ya ven ustedes, Andalucía y Cataluña tienen más que ver entre sí de lo que sus dirigentes –algunos de ellos de identidad nacional y étnica muy acusada, y de bolsillos llenos– o en espera de algún puesto en grandes empresas, nos hacen creer.
Julia Uceda (1925) Relataba su tierra:
“Ciudad donde la lluvia es una dama extraña. Hermosa luz, equívoca alegría, fresca sombra, homenaje de los siglos, que la aturdían como un vino”.
Nota: la luz y el color de Andalucía. Sus ciudades y pueblos blancos bajo un cielo azul intenso cuajado de nubes algodonosas, allí arriba colgadas… Has de ir… conocer Andalucía.
Otra poetisa andaluza, Elena Medel, nos confiesa:
“Mentí durante diecisiete años. Mentí después en todos mis poemas.
He mentido durante los diez años siguientes.
Ver másMás de 700 directivos y 27.000 empleados: así es la "administración paralela" andaluza que PP y Cs quieren recortar
Acércate, soy como tú. Arranca el poema que da nombre al libro.”
PS: Creo que ese inmenso y bello libro se podría titular: Andalucía. ______________
Francisco Lozano Sanz es socio de infoLibre
Considero que aún puedo aportar algo al debate que lleva días saturando espacios informativos, sobre todo entre los contertulios televisivos, que a fin de cuentas son quienes crean opinión.