Bolívar había afirmado, certera profecía, que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar América de miserias en nombre de la libertad. Eduardo Galeano
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha recibido en la sede del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) al golpista Leopoldo López, considerado en Venezuela como “un peligroso delincuente” de extrema derecha, igual que Juan Guaidó, ambos fundadores del partido Voluntad Popular. El líder del Partido Popular (PP), Pablo Casado, también lo ha recibido en su despacho en el Congreso de los Diputados y lo ha definido como “el Mandela de Venezuela y un héroe de la libertad”. Tal comparación es un insulto a la inteligencia y a la dignidad de Mandela. Todo apunta, pues, a que ha habido una conspiración de los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y España, de lo contrario “un prófugo de la Justicia venezolana” no hubiera podido viajar con tanta facilidad para venir a instalarse en el barrio de Salamanca de Madrid. Se supone que el embajador Jesús Silva tiene que haber colaborado. Este encuentro se enmarca dentro del plan diseñado por EEUU para derrocar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro. El intento de revolución de color no ha funcionado hasta ahora, pero los belicistas estadounidenses tienen siempre un plan sobre la mesa para invadir Venezuela y matar a Maduro. Ya anunció en un tuit el 23 de febrero de 2019 el senador ultraderechista estadounidense, Marco Rubio, que “…hay que invadir Venezuela y matar a Maduro” (Véase en este medio mi artículo EEUU, Venezuela y la tiranía de la democracia).
Este golpista que España ha dado cobijo tiene la mentalidad de Rubio. En Venezuela se le considera uno de los responsables de las protestas antigubernamentales que acabaron con la muerte de 43 personas y miles de heridos en 2014 y después colaboró en la intentona de golpe de Estado contra Maduro el 30 de abril de 2019, conocido como “La Salida”. Fue detenido y condenado a casi 14 años de prisión. Con este recibimiento, Pedro Sánchez está actuando como todos los países vasallos de EEUU. Este fue el caso cuando reconoció al autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, que siguió las órdenes por teléfono del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, el 23 de enero de 2019. España y todos los países vasallos forman parte de una injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela. Por esta razón, el Gobierno venezolano ha señalado que España está violando la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas al ser cómplice de la fuga de López. El Partido Comunista de España ha manifestado en un comunicado que “España debe una excusa a Venezuela por la fuga de Leopoldo López”.
El Artículo 41.1 de la Convención de Viena del 24 de abril de 1964 especifica que “[…] todas las personas que gocen de esos privilegios e inmunidades deberán respetar las leyes y reglamentos del estado receptor [Venezuela]. También están obligados a no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado”. En el preámbulo, el párrafo tercero, siguiendo los principios de la Carta de las Naciones Unidas, relativo al mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, fomenta el “desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones, prescindiendo de sus diferencias de régimen constitucional y social”. Pero esto no lo acepta el imperialismo americano porque no permite la soberanía de los países que no quieren vivir bajo el yugo inquisidor yanqui, si no aceptan la miseria del sistema neoliberal. No sorprende que el canciller venezolano Jorge Arreza haya dicho en su cuenta de Twitter que “Venezuela denuncia la flagrante violación integral de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas por parte del Gobierno del Reino de España, al facilitar, con notable complicidad, la fuga del terrorista Leopoldo López”.
En vez de convertir Madrid en un centro de conspiración contra Venezuela, a las órdenes de EEUU, Sánchez debería leer detenidamente el preámbulo de la Convención de Viena y no ponerse de parte de los golpistas. Esto significaría dar un buen paso en la buena dirección para la paz, la seguridad internacional y las relaciones amistosas con un pueblo hermano, como es Venezuela. El presidente sí actuó bien al no recibir a Guaidó cuando vino a España. Ese era el camino indicado por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Por eso comentó: “Pedro Sánchez acierta con no recibir a Guaidó”. Zapatero, en su calidad de mediador, “descubrió rápidamente el carácter mayoritariamente fascista de la oposición [venezolana]” (Véase en este medio mi artículo Felipe González, Zapatero y Guaidó).
En el caso de López, Pedro Sánchez se equivoca al seguir el camino de otro sector del partido socialista, el de Felipe González. Cuando en un comunicado el señor González afirmó que “Guaidó es el único representante legítimo democráticamente”, dijo bien claro que está de parte de Guaidó y de López, que siempre han llamado a la insurrección del Ejército venezolano. Esta sería su única forma de llegar al poder. Sin un golpe de Estado este sueño no lo pueden realizar porque en unas elecciones el pueblo venezolano pondría a los dos en su lugar. Y esto es lo que ha ocurrido en Bolivia, han derrotado en las urnas a la derecha y a la ultraderecha. ¿Es esta la razón por la que Guaidó y López no quieren participar en las elecciones?
En su primera rueda de prensa el 27 de octubre, Leopoldo López expresó su agradecimiento a Dios, a los españoles y al Gobierno de Pedro Sánchez por todo lo que ha hecho por su libertad, y mencionó a un ex presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt (1954-1964). Esta cita resulta interesante porque según documentos desclasificados, The CIA’s View of Venezuela: What We Learn From the Archives, las elecciones que Betancourt ganó fueron controladas por la CIA, pues “Venezuela [tenía] muy buenas relaciones con EEUU, basadas en el interés mutuo por el desarrollo de su industria petrolera”. ¿Es el petróleo lo que le interesa a Leopoldo López? ¿Quiere unas elecciones en Venezuela controladas por la CIA? López comentó que desde España va a impulsar que en Venezuela se pueda materializar unas elecciones presidenciales libres, justas y verificables. Y añadió que nadie va a reconocer los resultados de las elecciones del día 6 de diciembre. Sin embargo, olvidó mencionar que en las últimas elecciones presidenciales de 2018, que ganó Maduro, el expresidente estadounidense Jimmy Carter manifestó, como uno de los 150 observadores internacionales, que el proceso electoral había sido de los mejores que había visto. “Unas elecciones limpias”, afirmó.
Sería una buena idea que el presidente Sánchez recordara las palabras del exsenador estadounidense de Virginia, Richard Black, sobre Venezuela. En su declaración ha dicho que EEUU debería dejar a Venezuela en paz y acabar con las sanciones. “Dejemos [que ellos] solucionen sus problemas”. Y subrayó que el bloqueo estadounidense contra las exportaciones de petróleo ha empobrecido al país y está causando mucho sufrimiento a los venezolanos. Sobre Guaidó puntualizó: “Lo ha puesto [en su cargo] el departamento de Estado y la CIA. Es un hazmerreír y una marioneta. Nadie lo escucha”. Esta observación también la debería recordar el Sr. González, antes de hablar de democracia. Y también Leopoldo López debería recordar que la miseria de los venezolanos no se debe a Maduro, sino a las sanciones y al bloqueo estadounidense.
Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre
Bolívar había afirmado, certera profecía, que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar América de miserias en nombre de la libertad. Eduardo Galeano