España y la tontería de la potencia armamentista

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Fernando Pérez Martínez

Con motivo de los rifirrafes antimonárquicos, antiespañoles y pacifistas que han encontrado en la manifestación (No tinc por) del sábado 26 de agosto, su lugar ideal para expresarse, he de denunciar el demagógico uso que se hace de la venta de armas a la Arabia Saudita, encauzado hipócritamente en unos datos que más que ilustrar, camuflan la realidad. En ocasiones, como la presente, con el fin de atacar a la monarquía o al monarca Felipe VI, actividad lícita amparada en la Constitución y que desde aquí no se pretende censurar, se manejan afirmaciones, que fuera de contexto significan mentiras, insensateces y que restan credibilidad a posteriores críticas mejor fundamentadas. El fin no justifica los medios y los ataques a la monarquía no hacen válidos argumentos pobres o torcidos.

Es cierto que España ha multiplicado por 30 el volumen de ventas de armamento hacia Arabia Saudita, según publica infoLibre. Entre los años 2013 y 2016 se exportó un volumen de 1.361,42 millones de euros, frente a los 46,22 vendidos entre 2009-2012. Esto sitúa el régimen antidemocrático Saudita en el cuarto lugar de los mercados a los que exporta la industria bélica española, con el 10,4 % del volumen de exportación, alrededor de unos 370 millones de euros en el año 2015.

La actividad de la industria armamentista española se articula en torno a unas 130 empresas que se dedican totalmente o en parte a la fabricación de manufacturas o componentes de uso bélico, desde uniformes hasta barcos de guerra.

Para situar nuestro potencial como fabricantes de armas resulta significativo que si bien entre las cien mejores universidades del mundo no figura ninguna española, entre las cien principales empresas bélicas del mundo hay tres españolas: Airbus Military, Navantia e Indra. ¿Puede esto servir para afirmar que somos una potencia armamentística? No creo, en todo caso que somos más potencia en fabricación de armamento que en producción universitaria.

El volumen de exportación de productos de uso militar de fabricación española ha aumentado entre los años 2007 y 2015, pasando de 933 millones de euros a 3.720. Siendo los principales clientes de las exportaciones de esta industria española en primer lugar los países de la UE y de la OTAN que adquieren el 38,7% de lo vendido al extranjero. Le sigue como segundo receptor del 18,3% de la exportación, los Emiratos Árabes Unidos. Australia es el tercer cliente en importancia según la cuantía de la factura de armamento recibido, con el 15,7% de la producción exportada. El cuarto, como ya se indicó, es Arabia Saudita, que adquirió el 10,4% del volumen exportado y el 16,9% restante se dividió entre diversos países.

Para situar las cosas en su contexto hemos de saber que recientemente el presidente de los USA cerró una venta de material militar a las fuerzas armadas de Arabia Saudita por valor de 110.000 millones de dólares. Cifra que a todas luces deja pequeña a la de la venta española a lo largo de todo el año 2015 que ascendió a 3.720 millones de euros (4.438 millones de dólares). Claro que el poderosísimo presidente de los Estados Unidos de América tuvo que ir a hacer el tontito desacompasado en una danza tribal meneando una espada al ritmo que tocaban los dólares saudíes. La Rusia de Putin negocia con la propia Arabia Saudí un acuerdo por valor de 3.500 millones de dólares condicionado a que no venda sistemas de misiles antiaéreos S-300 a Irán. Lo que casi equivale en una sola operación de la industria armamentista rusa a la cantidad vendida a lo largo del año 2015, por la industria española (718 millones de dólares menos).

Según el SIPRI (por sus siglas en inglés Instituto Internacional de Investigaciones de la Paz de Estocolmo), el 58% de las armas vendidas en el mundo proceden de EEUU, 33% (sus principales clientes son Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Turquía), y de Rusia, 25% (sus principales compradores son India y China que vende principalmente a Paquistán). El 16% de las armas vendidas provienen, por el siguiente orden, de China, Francia y Alemania. Seguidos a distancia pese a haber aumentado su volumen de exportación en un 25% el último año, por el Reino Unido, que haría sexto en esta clasificación de vendedores de muerte y destrucción.

Estos datos corresponden a los exportadores, pero ¿quiénes son los principales importadores? Países inmersos en conflictos bélicos, podría pensarse. Sin embargo, no es así. India, Arabia Saudí, China, Emiratos Árabes Unidos y Australia representan el 34% de las importaciones. Teniendo en cuenta que entre los años 2006-2010 y 2011-2016 el volumen de la venta de armas en el mundo ha aumentado un 14%, no podemos decir que el problema de la venta de armas esté en vías de ser controlado. Los anteriores datos parecen apuntar a jugosas reventas.

A la vista de estas cifras quien lo desee podrá seguir flagelándose, acusando a España de ser responsable de las guerras que devastan el mundo, instigadas y alimentadas hipotéticamente, por ejemplo, por los seis mayores vendedores de armamento del planeta o por los mayores compradores de armas del mundo; pretendiendo defender el pacifismo desde un izquierdismo inculto, antojadizo, falto de rigor y circunstancial o sintomático, al responsabilizar a Felipe VI, a la industria española, a Éibar, Explosivos alaveses, Bergara, Mondragón, Cádiz…, o a los trabajadores que se ganan la vida empleados en sus fábricas, de cuantos males arrasan la tierra y que España no puede evitar, ni siquiera condenando al paro a algunos miles de trabajadores de estas industrias, cuyo hueco, dicho sea de paso, sería ocupado por la competencia extranjera en un abrir y cerrar de ojos, a la voz de "gracias, majetes".

El problema de las armas está en decidir cómo administrarlas (cuántas necesitamos en el planeta, para qué, diseñar sistemas de control de las ventas y de la generación de conflictos para aumentar mercados y beneficios…), el que su precio de venta no vaya gravado con un impuesto de reparación del daño potencial que su uso implica… No deberíamos consentir que ante un problema tan complejo como el de la resolución pacífica de conflictos se descuelgue cualquier indocumentado o demagogo o directamente cualquier ignorante atrevido y se dedique a acusar caprichosamente a un país, a una industria, a un político, aunque sea el rey de España, de ser responsable de la guerra. La desaparición de un comisionista de armas, Trump, Aznar, Borbón, Agag, Al-Assir, Morenés… o cualquier otro implicado en ganar dinero de manera tan detestable, no resuelve el problema. Pero éste de los comisionistas del horror es un asunto diferente al del negocio de la guerra y sus consecuencias, al que hoy por hoy ningún tribunal investiga para exigir responsabilidades a los culpables aun cuando sean sobradamente conocidos. Que Arabia Saudí compra un inmenso volumen de armamento para armar a terceros no lo duda nadie, pero está bajo la protección de los EEUU… Luego pateemos al Borbón en el culo de los trabajadores de las empresas de armas, desestabilicemos nuestro país para demostrar lo honrados (cobardes y estúpidos) que podemos ser los españoles cuando nos ponemos a jugar con el pan de otros españoles. ______________________

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

Con motivo de los rifirrafes antimonárquicos, antiespañoles y pacifistas que han encontrado en la manifestación (No tinc por) del sábado 26 de agosto, su lugar ideal para expresarse, he de denunciar el demagógico uso que se hace de la venta de armas a la Arabia Saudita, encauzado hipócritamente en unos datos que más que ilustrar, camuflan la realidad. En ocasiones, como la presente, con el fin de atacar a la monarquía o al monarca Felipe VI, actividad lícita amparada en la Constitución y que desde aquí no se pretende censurar, se manejan afirmaciones, que fuera de contexto significan mentiras, insensateces y que restan credibilidad a posteriores críticas mejor fundamentadas. El fin no justifica los medios y los ataques a la monarquía no hacen válidos argumentos pobres o torcidos.

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