Los forcejeos en torno a la investidura de Susana Díaz y las jugadas políticas del Íbex 35 aportan fotos especialmente reveladoras de la contraofensiva que la élite económico-política está desplegando frente a la amenaza que suponen Podemos y la ola de protesta social que no cesa.
En Andalucía, los bipartidistas han salido tocados pero en absoluto hundidos. La pregunta ineludible es: ¿Qué más tienen que hacer PP y PSOE para que la mayoría de sus votantes les abandonen? Respuesta harto compleja porque hay muchos factores implicados, creo: miedo al “caos”, clientelismo, ignorancia política, manipulación desde los medios, comodidad pura y dura, etc. Pero dejemos el tema para otra ocasión.
El Íbex 35 ha jugado sus cartas, como analiza Javier Valenzuela en infoLibre. Presiona a PP y PSOE para que acepten formar gobierno de coalición y se beneficia del aval de un buen colaborador, Felipe González. A pesar de los aspavientos en contra de Pedro Sánchez, es muy probable que en situación apurada lo hagan.
Promociona a Ciudadanos, la marca blanca del PP pintada de partido “centrista”, que viene a significar, una de cal y otra de arena. Hablo de legalizar la marihuana pero subo el IVA, que paga la mayoría. Hablo de lucha contra la corrupción pero suprimo el impuesto patrimonial. Hablo de eliminar burocracia innecesaria del Estado pero rebajo impuestos a los ricos y estoy a favor de pagar la deuda sin rechistar. Por esta vía, la política neoliberal puede reaparecer disfrazada de alternativa a la podredumbre actual, el “cambio sensato”. Para el Íbex 35, Ciudadanos es, en estos momentos, una pieza clave que podría, bien sustituir al PP –cosa improbable– o bien servir de muleta a PP o PSOE según las necesidades, como decía Valenzuela.
En otro orden de cosas, los forcejeos en torno a la investidura de Susana Díaz demuestran con claridad la firme disposición del PSOE a no cambiar, pese al marketing desplegado estos últimos meses. Se niega a las propuestas –nada radicales– de Podemos y a las de Ciudadanos. Manuel Garín explica en Público la negociación desde el lado de Podemos. El escollo es, claro, la banca; el PSOE aduce que la Junta no puede cesar su relación con los bancos que desahucian por imperativo legal. Garín demuestra con leyes en la mano que no es cierto. El único imperativo es que el PSOE no quiere ni tocar el tema desahucios por no enemistarse con la banca. Esa es la realidad, no las bonitas palabras de Pedro Sánchez. Una vez más, mentiras y marrullerías.
Pero eso no es todo. Según Susana Díaz la ingobernabilidad de Andalucía es culpa de la oposición. Como si convocar elecciones anticipadas no hubiera sido una táctica suya para lograr mayoría absoluta con la mirada puesta en la secretaría general de su partido. Como si no hubiera sabido de antemano lo que pasaría caso de no conseguirla. Pero la jugada no le salió bien y su solución es cargar la responsabilidad a la oposición. Una vez más, el cinismo como táctica. Y, en un alarde de imaginación, Susana Díaz recurre implícitamente al famoso “caos” que todos los partidos del establishment esgrimen cuando las cosas se les tuercen. “O yo, o el caos” está diciendo estos días Rajoy.
La reacción de algunos políticos profesionales –varones, responsables, maduros, competentes– ante el discurso de Teresa Rodríguez ha sido gritar desde el anonimato: “¡Cállate, bonita!”, “¡no tienes ni p... idea!”. Ese acoso escolar solo significa que o muy nerviositos deben andar estos individuos o son así, en cuyo caso, qué lástima.
Todos estos recursos del establishment son viejos, gastados, demasiado vistos... pero funcionan. Que se lo pregunten a Cameron que ha ganado gracias al fantasma del “caos”. Por qué funcionan y cómo hacer que dejen de funcionar es una de las reflexiones clave de este año tan intenso. O eso creo.
Enrique Errando Mariscal es socio de infoLibre
Los forcejeos en torno a la investidura de Susana Díaz y las jugadas políticas del Íbex 35 aportan fotos especialmente reveladoras de la contraofensiva que la élite económico-política está desplegando frente a la amenaza que suponen Podemos y la ola de protesta social que no cesa.