La noche del miércoles 22 de mayo, aviones ucranianos no tripulados atacaron un sistema de radar de alerta temprana de una estación rusa en Armavir, en la región de Krasnodar. Este sistema está diseñado para detectar un posible ataque con misiles balísticos intercontinentales. El sabotaje, que puede implicar el peligro de una guerra nuclear, causó miedo al Instituto Schiller porque confirma la sospecha de Rusia: “la OTAN y Occidente están tratando de ‘cegar’ el sistema de alerta temprana de Rusia en preparación de un posible ataque de ‘decapitación preventiva’ de Estados Unidos y la OTAN contra ellos”. Algunas naciones de Europa, que nuestros medios tildan de ‘antieuropeístas’, sí han manifestado su alarma.
El miércoles 12 de junio vi por videoconferencia una rueda de prensa de emergencia del Instituto Schiller (IS) sobre “El peligro de una guerra nuclear”, que “es real y hay que detenerlo”. Se reunieron en el National Press Club de Washington D. C., para responder a las preguntas de los medios informativos allí presentes y a los periodistas que quisieron participar por internet. A uno de los conferenciantes, Scott Ritter, un estadounidense, ex inspector de armamento de la ONU y ex oficial de inteligencia de la Infantería de Marina de Estados Unidos, el Departamento de Estado de su país le confiscó su pasaporte cuando intentaba tomar un vuelo a San Petersburgo para asistir al Foro Económico Internacional, aunque pudo participar por videoconferencia. Este caso, como el de Julian Assange, es un ejemplo más de la “democracia” de EEUU.
Precisamente, lo que Ritter iba a debatir en San Petersburgo era “la necesidad de mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia y detener la escalada de peligro derivada de la actual postura de la OTAN hacia Rusia, que ahora con mayor crudeza en Ucrania está arrastrando al mundo hacia una Tercera Guerra Mundial nuclear”. Esta preocupación ya la ha manifestado varias veces el presidente ruso, Vladímir Putin. Pero el Occidente colectivo, capitaneado por EEUU, la pérfida Albión y otros países de la OTAN, han descartado esta preocupación, recalcando con una “estupidez arrogante” que esto se trata de una de las tantas “fanfarronadas” de Putin. Demuestran, pues, una vez más, que un grupo de locos belicistas del Gobierno estadounidense dirige a un grupo de vasallos ciegos de la Unión Europea.
Como subrayó Ritter en la videoconferencia, el ataque al radar ruso no lo pudo haber llevado a cabo Ucrania. Ha sido otro sabotaje más de EEUU, “que está ciego”, concluyó. Tampoco considera posible que un grupo de naciones se reúnan en Burgenstock (Suiza) para hablar del conflicto ucraniano y de la paz, sin haber invitado a Rusia. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha señalado que es absurdo celebrar una conferencia sobre Ucrania sin la participación de Rusia. El director editorial de la revista Covert Action, Jeremy Kuzmarov, ya advirtió que la cumbre no llegaría a ninguna parte porque “se trata de una farsa”, que “consiste en mostrar al mundo que Ucrania quiere la paz, cuando en realidad no es así”. Ya ha habido oportunidades para un acuerdo de paz, como el de Minsk, pero como la ex canciller de Alemania, Angela Merkel, admitió, “Ucrania solo firmó para ganar tiempo y aumentar su capacidad militar”. Ritter enfatizó que “si a Rusia se le pone en una situación existencial, los rusos lanzarán un ataque nuclear”.
Y esto es lo que ha sucedido. Los países del bloque de los BRICS se negaron a firmar el comunicado conjunto final. Lo firmaron 80 de los más de 100 países y organizaciones participantes. No firmaron Brasil, Arabia Saudí, Irak, Jordania, México, Emiratos Árabes Unidos, el Vaticano, Libia, Indonesia, Sudáfrica, Tailandia y otros más. El profesor chileno Juan Francisco Coloane ha observado la importancia de que India y México no hayan firmado y sobre todo Indonesia porque “es un peso específico en la zona del Pacífico Sur y el Pacífico asiático”. Para el profesor Coloane, Rusia “hizo una operación especial en Ucrania [para] impedir que la OTAN pusiera bombas nucleares o armamento nuclear en Ucrania para rodear a Rusia: ese es el punto central del conflicto…” Fue muy claro cuando afirmó: “Europa tiene que entender, por su protección propia y para proteger la paz dentro de [su territorio] que se necesita un tratado de desnuclearización de la zona que rodea a Rusia: eso implica que Suecia, Finlandia, Dinamarca y todos los países nórdicos no pueden tener armas nucleares a través de la OTAN”. Para el profesor la cumbre ha sido lo que ya advirtió Kuzmarov, una parodia, una reunión política para aislar a Rusia y a China. Pero se ha demostrado que Rusia no está sola.
Y ¿cómo están respondiendo la mayoría de los países europeos? En un editorial en El PAÍS (28/05/2024), “Apoyo rotundo a Ucrania” (6 días después del ataque al radar ruso), leemos lo siguiente: “El Gobierno español ha dado a Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, los máximos honores en su viaje a Madrid para firmar el acuerdo de seguridad que garantiza a Kiev el suministro de armamento y munición de fabricación española. El Rey recibió en persona a Zelenski y resumió así la transcendencia del viaje: ratificar el compromiso de mantener la ayuda española ‘hasta que cese este ataque no solo contra Ucrania, sino contra la comunidad internacional en su conjunto’”. En su discurso el Rey manifestó que “Ucrania sabe que seguirá contando con España, y confiamos con el resto de los aliados durante el tiempo que sea necesario”, pues “es esencial la retirada completa, inmediata e incondicional de todas las fuerzas rusas del territorio de Ucrania dentro de sus fronteras internacionales”.
Los gobiernos belicistas de Europa, apoyados por la locura de EEUU y la OTAN, que no es una alianza defensiva, están ciegos ante el peligro nuclear que Ucrania representa
El presidente de España, Pedro Sánchez, al firmar este acuerdo aclaró que “no es un tratado bilateral”, sino “un memorando de entendimiento”, ignorando así al Parlamento y a sus socios de Gobierno y provocando un malestar en la coalición por haber sido ninguneados. En el suministro de armas a Ucrania, la oposición en el Gobierno, el Partido Popular, apoya al Señor Sánchez y su Partido Socialista “por lealtad”, siendo por tanto los dos partidos igual de belicistas. Pero no todos los aliados son vasallos de la tesis belicista de EEUU y los principales jefes de la Unión Europea, Jens Stoltenberg, Ursula van der Leyen y Josep Borrell, que como ha manifestado la presidenta de la Comisión Europea, “la nueva mayoría en el Parlamento Europeo será pro europea y pro ucraniana”. Y por primera vez habrá una “partida de Defensa —fundamentalmente la industria armamentística— en un capítulo propio en los presupuestos comunitarios”. El presidente de Eslovaquia, Roberto Fico, víctima de un atentado terrorista reciente, declaró que su país “no se dejará arrastrar hacia aventuras militares”. Y ha propuesto “la necesidad de elegir miembros del Parlamento Europeo que apoyen iniciativas de paz y no la continuidad de la guerra”, escribió en sus redes sociales.
Las palabras del presidente Fico ahora tienen mucha relevancia, después del resultado de las elecciones del 9J del Parlamento Europeo. Ritter pidió en la conferencia que nos fijáramos en el caso del presidente Macron, porque los franceses han dicho: “nosotros somos importantes”. Cree que EEUU es un país dividido y la gente tiene que actuar también. La cuestión es muy simple: se trata de unos países que quieren la paz y otros que quieren la guerra. A los que quieren suministrar armas a Ucrania yo jamás les votaré. En el debate electoral, de los nueve candidatos y candidatas que se presentaron, solo Irene Montero, del partido Podemos, habló de la paz y de la necesidad de acabar con estas malditas guerras en Ucrania y en Gaza, en mesas de negociaciones.
Los europeos han hablado. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, obtuvo el 14,6 % de los votos, menos de la mitad que el partido de Marine Le Pen, la Agrupación Nacional, con más del 31% de los votos. Esto obligó a Macron a convocar unas elecciones anticipadas para intentar revertir su estrepitosa derrota. El primer ministro de Inglaterra, Rishi Sunak, se vio obligado a hacer lo mismo. Y el canciller alemán, Olaf Scholz, ha sido humillado. Lo más correcto sería que presentara su dimisión. Todo esto se debe a su belicismo y a su conducta sumisa, siempre a las órdenes del presidente estadounidense, Joe Biden, que también está a las órdenes del complejo militar-industrial, que es el que manda. Los alemanes también han hablado.
Con los avances de los partidos críticos con la OTAN y Bruselas en las elecciones del 9J, los líderes de los países belicistas se reunieron en la cumbre del G7 en Borgo Egnazia (Italia) para firmar un acuerdo que permita seguir suministrando más armas a Ucrania, utilizando el dinero robado a Rusia de sus fondos bloqueados, en lo que parece un intento de aferrarse al poder. La mayoría de estos mandatarios que vemos en la foto están desgastados por las crisis internas de sus gobiernos. La foto ya ha quedado para la historia como el cuadro de Leonardo da Vinci La última cena, una pintura mural que como todos sabemos, representa los últimos momentos de Jesús con sus apóstoles antes de su muerte, basada en el Evangelio según Juan (Juan13: 21). Jesús anuncia que uno de sus discípulos iba a traicionarlo. ¿Habrá sido esta reunión la última cena de estos países?
Macron y EEUU ya han repetido que “hay que evitar que Rusia gane la guerra”. Hablan de “la invasión de Ucrania”, pero nunca de las causas de la guerra. En un artículo mío en este medio, “Las causas de la guerra ruso-ucraniana”, cité las sabias palabras de Lev Tolstói en su libro Guerra y paz: “Si Napoleón no hubiera ordenado a sus tropas que avanzaran, no hubiera habido ninguna guerra”. Es decir, si la OTAN no hubiera avanzado hasta las fronteras de Rusia, no hubiera habido ninguna guerra. Este nuevo Napoleón y los belicistas occidentales tienen una asignatura pendiente: leer Guerra y paz. Graham Fuller, ex diplomático y vicepresidente del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, ha declarado que “Occidente se enfrenta a la derrota de Ucrania, y por lo tanto están escalando para evitar la derrota”. Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller, en la videoconferencia mencionada remarcó que “si EEUU y Europa dijeran vamos a cooperar, vamos a trabajar juntos por la humanidad, todos los problemas de la humanidad terminarían: podríamos dedicarnos al desarrollo y a acabar con la pobreza, la guerra y el hambre”. También debemos acabar, dijo, con “la creencia de que Rusia y China son nuestros enemigos (…) Si esto no puede superarse, me temo que las posibilidades de que acabemos en la Tercera Guerra Mundial se acercan al 100%”.
Los militares especialistas consultados por el IS han expresado que los radares del sistema ruso de alerta temprana “solo verán las amenazas un momento más tarde, lo que reducirá más el tiempo de alerta y de toma de decisiones, lo cual aumenta así la posibilidad de un accidente catastrófico”, señala el Profesor Theodore Postol. Y el coronel retirado Richard Black, ex jefe de la División de Derecho Penal del Ejército de EEUU en el Pentágono, lo explica muy claro cuando advierte que “en una situación muy angustiosa para Rusia, donde tienen un período tan corto entre el lanzamiento nuclear contra ellos y una decisión tomada para contrarrestar ese lanzamiento, ¿qué hacen?, ¿cómo responden?”
Este 9 de julio los líderes de la OTAN se se han reunido en Washington, pero no para aplicar el Capítulo VI de la Carta de la ONU, que dice en su artículo 33.1: “Las partes de cualquier controversia cuya continuación pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales deberán, en primer lugar, buscar una solución mediante negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje, arreglo judicial y recurso a organismos regionales o arreglos u otros medios pacíficos de su propia elección”. Este artículo no les interesa. Se reúnen para aprobar un apoyo militar de la OTAN a Ucrania firme para los años venideros. Es decir, se saben de memoria el libro de George Orwell 1984: “La guerra es paz”.
Los gobiernos belicistas de Europa están apoyados por la locura de EEUU y la OTAN, que es la alianza más peligrosa de la historia. Debe disolverse como lo hizo el Pacto de Varsovia y no seguir ciegos ante el peligro nuclear que Ucrania representa.
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Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre.
La noche del miércoles 22 de mayo, aviones ucranianos no tripulados atacaron un sistema de radar de alerta temprana de una estación rusa en Armavir, en la región de Krasnodar. Este sistema está diseñado para detectar un posible ataque con misiles balísticos intercontinentales. El sabotaje, que puede implicar el peligro de una guerra nuclear, causó miedo al Instituto Schiller porque confirma la sospecha de Rusia: “la OTAN y Occidente están tratando de ‘cegar’ el sistema de alerta temprana de Rusia en preparación de un posible ataque de ‘decapitación preventiva’ de Estados Unidos y la OTAN contra ellos”. Algunas naciones de Europa, que nuestros medios tildan de ‘antieuropeístas’, sí han manifestado su alarma.