Cuando yo era joven allá por la posguerra y siempre con algo de rebeldía, creía que yo, y otros muchos obviamente, seríamos capaces de cambiar el mundo. Y efectivamente nos vamos de aquí habiéndolo cambiado, pero a peor. Porque estamos a las puertas del fascismo de nuevo, aquel que fue abatido y hoy gana sin tanques, pero con votos. El porqué se da esa circunstancia es fácil de analizar.
Lo primero que crean los sabios del mundo para hacer el mal es una nueva tecnología, que no la crean ellos, pero aprovechan el envite para sus macabros designios. Con ella y dándoles opciones para su uso casero se crea un mundo en su alrededor, ficticio pero juguetón, que les engancha y les atrae. Todo, lógico, en gente joven. Pero ese enganche crea adicción y parece que no se ocupan de los problemas reales de la humanidad y, sobre todo, del futuro de ellos mismos que lo tienen borrado de su mente en muchos casos. Obviamente estoy hablando de muchos, pero no todos, porque existe una juventud preparada como nunca pero sin encontrar su sitio, que es el de protestar, el salir a la calle a cambiar las sociedades anquilosadas. La política parece que no los escucha y en este país es para que muchos lleguen al desprecio a gentes que lo único que hacen es insultarse porque el otro es el malo y yo soy el bueno. Y la derecha es especialista en todo ello. Y lo hace muy bien, pero solo con intenciones malevas para, simplemente, gobernar. Porque si llegan a ello no van a tratar de mejorar la sociedad sino a sus amiguetes del alma poderosos que les reconocerán su trabajo. Y a algunos se lo reconocerán.
Nunca habíamos conocido una sociedad con tanta bajeza moral, intelectual, social y, por no decirlo, religiosa, por cierto, con una iglesia en silencio
Pero esa tecnología que, utilizada para el bien, es maravillosa, si la usamos para anestesiar a la masa con estupideces como el TikTok o el Instagram, en donde se ven escenas ridículas solo por hacerse ver por muchos, llegamos a una situación como la actual. Nunca habíamos conocido una sociedad con tanta bajeza moral, intelectual, social y, por no decirlo, religiosa, por cierto, con una iglesia en silencio. Todo se transforma en porno, que es lo que practica la sociedad actual, no solo en sexo, sino en lo citado antes, una bajeza que cualquier insulto, bulo o exceso tiene cabida. Trump y su gente lo han hecho muy bien para crear el silencio ante sus deseos de dominar todo para acabar con todo. Porque lo que quiere Trump and Musk está ligado a Putin, acabar con los tontos para hacerse con el poder único fascista que hace posible que solo vivan bien esos listos que lo han provocado para su beneficio. Es el egoísmo personal elevado a la potencia enésima.
Pero lo más preocupante es esa juventud dormida en su móvil, que lo pagará muy caro por no haber usado esa fuerza que te dan los pocos años para formarse, educarse y crearse un futuro de dignidad y fuerza que los lleve a una vida mejor. No hay que echarle culpas a ellos, porque sus familias en muchos casos y obviamente la educación en medios han contribuido a este desastre. Porque solo se han dedicado muchos de ellos a protegerlos hasta el infinito, de manera que muchos jóvenes actuales creen que el esfuerzo para conseguir las cosas no existe porque hasta ahora sus padres se lo han comprado. Pero es que la ilusión de algo que aún no posees es necesaria porque no hay mayores desgraciados que aquellos que lo tienen todo. ¿O creemos que esos millonarios de grandes fortunas son felices? Su tragedia es no poder duplicar sus beneficios cada minuto, así funciona la mayoría. Además, a estos jóvenes nadie les habla ya de la espiritualidad necesaria, que puede que no coincida en muchos casos con la religión, pero es necesario que esos jóvenes crean en algo y no solo en la paga semanal que les den sus padres. El materialismo extremo es un peligro enorme. Incluyo la enseñanza en la voluntad del querer es poder. El joven necesita saber que con su esfuerzo puede llegar. Y dejo lo más importante para el final. El respeto conseguido por una buena educación y el tener ciertos conocimientos culturales y saber en dónde se mueven, en qué país, su historia, la verdadera, no la que quieren ocultar algunos políticos, para ocultar una tragedia que parece se quiere repetir, la vuelta al fascismo, puede acabar muy mal si ellos no actúan con responsabilidad y tratando de no acabar en manos de lo dicho y que asoma por la ventana cada día en la información que se cuela por los TD.
Yo viví el fascismo de la posguerra y no quiero un país así. Mi voto es siempre para una izquierda discreta con sus defectos porque es la derecha simpática y europea. La derecha económica es la que hay en la Europa actual cercana, y es lo menos malo, pero dentro de unos límites que yo sé que el fascismo de PP y VOX no respetarán si llegan a gobernar, porque ellos solo hacen el trabajo sucio a los grandes poderosos bajo el engaño de la Patria. Es una mentira que los jóvenes deben saber si quieren tener futuro. El próximo mundo del fascismo trumpista que amenaza debería ser respondido por esos jóvenes hoy engañados por aquellos, precisamente. Y la izquierda real, la que representa Podemos, debería saber que con extremismos no se llega a nada porque en eso la derecha tienen todo el poder y en España, mucho más con una Judicatura que actúa de alfombra con ellos porque juegan en el mismo equipo. Y la batalla la ganarán siempre.
NOTA. La expresión “fascismo” parecerá algo exagerada por su recuerdo hitleriano pero no creo que lo sea hoy porque no sabemos adónde puede llegar.
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Cesar Moya Villasante es socio de infoLibre.
Cuando yo era joven allá por la posguerra y siempre con algo de rebeldía, creía que yo, y otros muchos obviamente, seríamos capaces de cambiar el mundo. Y efectivamente nos vamos de aquí habiéndolo cambiado, pero a peor. Porque estamos a las puertas del fascismo de nuevo, aquel que fue abatido y hoy gana sin tanques, pero con votos. El porqué se da esa circunstancia es fácil de analizar.