Hace casi un mes se desarrolló, en nuestro país, la moción de censura con más esperpento y circense de nuestra democracia. Observamos cómo un antiguo militante del PCE renegó de sus orígenes y se ridiculizó a sí mismo exponiendo unas teorías caducas, falaces y propias más de una España anclada en el siglo pasado que de una España del siglo XXI y con un futuro esperanzador. Fue patético, triste y anunciador, como dijo el señor Rufián, en ese momento, de que detrás del ruido, había y coexistía una melodía.
El ruido del odio, la crispación, el catastrofismo para conseguir con esto la melodía del cambio a una España arcaica, llena de desigualdad y el aumento de la prevaricación y el abuso del poder de los que más tienen a costa de los de siempre. Y lo peor, la vuelta a épocas pasadas dictatoriales. Ver cómo se insultó de manera falaz a la ciudadanía, cómo se mintió sobre datos económicos. Ver cómo partidos afines al discurso que se estaba planteando, aunque se pusieran de perfil, les apoyaban, aunque dijeran no o se abstuvieran, a argumentos clasistas, ignorantes, falaces y cargados de odio y crispación. Dice poco de esos partidos y de su ética. Pues lo que se dijo era falso, excluyente, anticonstitucional y su fin era desestabilizar la democracia.
Por ello, que el PP se abstuviera, se pusiera de perfil, demuestra su poca ética, su mala fe y, lo peor, su poca responsabilidad de Estado. La explicación es clara: PP y Vox son lo mismo, por mucho que sus dirigentes digan lo contrario. El PP y Vox quieren la privatización de los servicios públicos, quieren el esclavismo laboral, quieren que las mujeres pierdan derechos, están en contra de la libertad de abortar, de la libertad de decidir cómo morir. En el fondo, la esperpéntica y circense moción de censura iba de esto, de quitar derechos y libertades, por eso votar a favor o abstenerse o incluso votar no pero decir lo contrario en sus argumentaciones es atacar los principios de la democracia, es atacar a la Constitución sirviéndose de ella, es atacar a la patria, que ellos dicen defender, y sobre todo es atacar, humillar y reírse de la ciudadanía, de quienes creemos en la democracia y sus valores.
Tras la moción es el momento de la ciudadanía. No lo desaprovechemos, si volvemos a épocas anteriores por nuestra abstención, habrán conseguido pasar del ruido a la melodía y con ello de la democracia a la dictadura blanda, por tanto seremos responsables
Pero bueno, la moción ya ha pasado, como era de esperar no salió adelante, pero sonó, el ruido y la melodía, por tanto es el momento de reflexionar, de pararnos y de decir basta ya, y por tanto de tomar la palabra la ciudadanía, de tomar la palabra bien alta y gritar que estamos hartos del circo mediático político de algunos partidos. Que estamos hartos de su mala fe, de sus mentiras, de sus argumentos falaces, de su utilización de las instituciones para sus intereses, de la utilización de unos símbolos que son de todos, de la utilización de la palabra libertad, que ellos no respetan, y ante todo que estamos hartos de que no acepten lo que libremente votamos. Por eso, tras la moción, y ante el periodo electoral, es el momento de que la ciudadanía participe masivamente y que le digamos a esta derecha retrógrada que así no, que con la crispación, el odio, la mentira y la mala fe no se hace democracia.
Es el momento de que la ciudadanía vuelva a hablar, y esta vez más alto, que lo que votamos hace cuatro años no era un espejismo sino una realidad. Que queremos libertad, igualdad, más derechos y más servicios públicos, que queremos que los que más tienen paguen más, que los que menos tienen reciban más. Que la vivienda no sea un lujo. Que los derechos de la ciudadanía sean una realidad y no de unos pocos. Que el empleo sea un derecho. Que la justicia sea igual para todos y que aquellos y aquellas que prevarican y empleen la corrupción paguen y devuelvan lo robado. Y sobre todo tenemos que salir y gritar alto y muy alto que estamos hartos de aquellos partidos que con su falta de diálogo quieren enfrentarnos y que no respetan la diversidad sexual, las diferentes lenguas que coexisten en España.
Es decir, es el momento de la ciudadanía, de reflexionar y votar con racionalidad, de votar a aquellos partidos que nos han defendido en los peores momentos de estos cuatro años, de votar a aquellos partidos que han ayudado a que las diferencias sociales sean menores. No podemos permitir que, con sus falacias, algunos partidos que durante estos 4 años se han apoyado en los que más tienen, en el no por el no, en aumentar la crispación y el odio, se salgan con la suya y consigan llegar a gobiernos que les permitan dilapidar lo conseguido, pese a ellos, durante estos años. Por eso, tras la moción es el momento de la ciudadanía. No lo desaprovechemos, si volvemos a épocas anteriores por nuestra abstención, habrán conseguido pasar del ruido a la melodía y con ello de la democracia a la dictadura blanda, y por tanto seremos responsables también de lo que suceda.
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Ximo Estal es socio de infoLibre.
Hace casi un mes se desarrolló, en nuestro país, la moción de censura con más esperpento y circense de nuestra democracia. Observamos cómo un antiguo militante del PCE renegó de sus orígenes y se ridiculizó a sí mismo exponiendo unas teorías caducas, falaces y propias más de una España anclada en el siglo pasado que de una España del siglo XXI y con un futuro esperanzador. Fue patético, triste y anunciador, como dijo el señor Rufián, en ese momento, de que detrás del ruido, había y coexistía una melodía.