"El futuro va a requerir algo decisivo: la reflexión sobre lo que es lícito ha de preceder a la realización de lo que es factible" (Hans Küng; Proyecto de una Ética Mundial)
Malos tiempos para la ética los que estamos viviendo. La falta de la reflexión moral acerca de lo que es bueno o malo está en horas bajas. Una circunstancia que está dando carta de legitimidad a la devaluación de valores utopizantes (neopalabro) que creíamos de forma equivocada blindados, y a salvo de discursos distópicos que degradan nuestra siempre mejorable condición humana.
No soy filósofo ni pretendo serlo; pero sí me considero un curioso "rumiante" de todo lo que nos concierme como especie humana y como ciudadanos. Dos atributos sobre los que asientan los principios morales (variopintos donde los haya) que marcan, o debieran, el rumbo de nuestro buen obrar humano.
El problema es: ¿quién define lo que es bueno? ¿Cuáles son los fundamentos morales que proporcionan validez universal a los valores y normas que orientan de forma más o menos coercitiva nuestro quehacer diario? Esta es la base de la Ética: la reflexión moral sobre la bondad humana de nuestras acciones.
Pero, ¿quién decide lo que es ético moralmente? Éste ha sido, desde Aristóteles, el debate interminable. Kant, con su imperativo categórico, aseguraba: "Obra de tal modo que la máxima de tu conducta la puedas proclamar siempre como norma universal". Hizo recaer la responsabilidad ética en la razón de cada individuo. Otros filósofos como Habermas y en España, Adela Cortina, la depositaron en el acuerdo racional ético entre las personas.
Pero si pinta mal el panorama de la Ética en general… ¡qué vamos a comentar sobre el comportamiento ético en el terreno de la política! Día a día asistimos a la degradación de un discurso político zafio donde los haya, con la visceralidad como único reclamo para lograr adhesiones sectarias, alimentar valores deshumanizadores, cainismos tribales, insolidaria (y añadiría que anticristiana) xenofobia, desigualdades injustificables… y donde la reflexión moral, ¡la ética!, brilla por su ausencia.
Basta con asomarse a la realidad cotidiana que los medios nos muestran para tomar conciencia de que el edificio moral bajo el que nos cobijamos se agrieta peligrosamente. El discurso ético-político se está difuminando, y la verdad moral está siendo retorcida, deformada y degradadaverdad moral hasta quedar irreconocible bajo el disfraz de lo que conceptualmente empieza a asumirse como una lacra inevitable… ¡la postverdad!
Disculpen esta aburrida y no sé si prescindible reflexión. Así como la larga cambiá de los dos párrafos anteriores, pero me he valido de ambos para pasar del volátil terreno ėtico-teórico al enfangado terreno ético de la política. El debate, milenario ya desde Aristóteles acerca de la Ética, de la validez y universalidad de los discursos morales en vigor, lo acaba de zanjar Pablo Casado: el nuevo líder regenerador político y moral del PP.
Casado, a raíz del escándalo y presunto delito (otro más) del máster realizado en la Universidad Rey Juan Carlos –catalogada por Manuel Villoria, catedrático de Ciencia Política de la misma, como "una agencia de colocación del PP"–, empieza a notar el aliento de la justicia en el cogote. La juez o jueza (pongánse las pilas y de acuerdo los académicos y académicas de la lengua) acaba de solicitar su imputación al Supremo por indicios de delito.
Lejos de amilanarse, el recién estrenado y juvenil presidente del PP –que bajo su batuta (en realidad la de Aznar) esta inmerso en un proceso de ultraderechización intensiva ante la competencia de Ciudadanos, la nueva versión de la derechona española–, siguiendo el manual del partido en estas situaciones, saca pecho defendiendo su honestidad personal y ética.
Recurre para ello a un argumentario que a cualquier ciudadano decente (al menos a quien esto escribe) le sonrojaría. Pero, afortunadamente, un periodismo independiente de poderes no democráticos y la justicia están desmontando pieza a pieza de forma implacable. ¿No les suena de algo esta historia?
Una línea de resistencia argumental, edificada por Casado sobre presuntas postverdades. Y que, confundiendo ética y legalidad, justifica con la versión casadiana, que no kantiana de su personal imperativo categórico: "La ética la marca la ley". Y si la ley no es justa ni ética… ¡apliquese el imperativo casadiano!imperativo casadiano
No sé si Pablo Casado pasará a la historia de la política. Pero tal como marchan los acontecimientos, visto lo visto con el antecedente del caso Cifuentes… lo dudo. Pero lo que tengo claro es que no pasará a la historia del pensamiento universal.
Aunque… habría que ser prudentes. No seamos tan derrotistas, ya que Casado, con su demostrada capacidad, brillantez, y rigor académicos, lo mismo... nos sorprende en el futuro; reconvertido como su mecenas y padrino ideológico, Aznar, en un referente intelectual y ético del neoliberalismo.
Independientemente de lo que opinemos unos u otros con nuestros inevitables y singulares sesgos ideológicos, corresponderá finalmente a la Justicia, reconstruyendo la veracidad de los argumentos esgrimidos por Pablo Casado, alumbrar la verdad jurídica y ética que no siempre coinciden, pero que debieran ser, idealmente, siempre coincidentes.
Ante este panorama éticamente desolador urge elaborar una "ética preventiva" como defiende Hans Küng en el texto de la entradilla de este comentario; que permita tamizar desde la reflexión previa cualquier decisión sobre lo que es lícito, antes de hacerlo factible.
Hay que articular una conciencia social preventiva frente a valores morales minoritarios y excluyentes que impidan el desarrollo de otros mayoritarios éticamente y más legítimos por más justos, respetuosos e inclusivos de la diversidad moral. Más humanos.
Ver másLos cinco minutos que no encuentra Pablo Casado
Lo preocupante es que un político recién elegido de forma casi unánime presidente del principal (de momento) partido nacional , y licenciado en Derecho para más inri, afirme como ha afirmado Pablo Casado: "La ética la marca la ley". Obviando, ignorante voluntario desde su sectarismo ideológico, moral y legal, cualquier análisis crítico sobre el cúmulo de discordancias entre legalidades carentes de la más mínima ética, que dieron y siguen dando lugar en la actualidad a tantas aberraciones y atrocidades cometidas en nombre de aquellas. Un desafortunado y peligroso imperativo categórico el de Pablo Casado que debiera inquietarnos como demócratas. Refleja la estatura intelectual, política, y no sé si también moral y ética de su autor.
Si este es el discurso del renovado y regenerado conservadurismo neoliberal, que al grito de "¡el PP ha vuelto!" amenaza con volver a gobernarnos… ¡Ciudadanos!, y no me refiero al partido de Rivera... que Dios (es un decir, soy agnóstico-ateo) nos pille a todos confesados. __________________
Amador Ramos es socios de infoLibre.
"El futuro va a requerir algo decisivo: la reflexión sobre lo que es lícito ha de preceder a la realización de lo que es factible" (Hans Küng; Proyecto de una Ética Mundial)