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Madrid en manos de irresponsables

Fernando Pérez Martínez

Javier Rodríguez Rodríguez (Ro-Ro para abreviar), el trabajador de la Constructora Hispánica, luego camuflada como Assignia para desvincularse de la mención en los papeles de Bárcenas como pagadora de untos al partido del chapapote que ahora gobierna España, fue para Nacho el del ático, presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, la persona idónea para detentar el cargo de Consejero de Sanidad de los madrileños.

Dicen los rumores que circulan por las calles de la capital y los antecedentes que afectan al consejero de Sanidad y a la propia Consejería lo apostillan, que se le situó en ese puesto en su calidad de gestor comercial para seleccionar los departamentos de la sanidad de Madrid más suculentos para su explotación una vez transferidos a manos de la empresa privada.

Desde luego su gestión en la crisis del ébola deja al descubierto su ineptitud, irresponsabilidad y falta de conciencia de lo que se trae entre manos, que es ni más ni menos que la salud y la vida de la ciudadanía de la Comunidad de Madrid y la de los sanitarios que la defienden en primera línea.

Como carta de presentación acusar caprichosamente, en palabras “de su propia cosecha”, de mentirosa a la auxiliar de enfermería que lucha por su vida al infectarse del mortal virus por falta de preparación y medios, siendo responsabilidad de la Consejería de Sanidad, es además de una falacia, una mezquindad detestable. Afirmar al día siguiente en una entrevista que ignora en qué consiste el entrenamiento y duración de las comprometidas operaciones de colocarse y deshacerse de los elementos de protección después de estar en contacto con los restos de fluidos infectados de ébola, y menospreciar una rutina vital y delicadísima para la seguridad del personal sanitario es de una sensibilidad psicópata. Asumir que la desaparición del organismo, existente en todas las demás comunidades autónomas, que debería gestionar técnicamente la crisis generada por la irresponsabilidad del Gobierno, no afecta al descontrol puesto de manifiesto y que puede aumentar innecesariamente el número de víctimas, es propio de quien no sabe dónde está ni para qué y que sólo pretende buscar a quién echar la culpa de su incapacidad.

Los ciudadanos de la Comunidad de Madrid están en peligro por un Gobierno y un consejero de Sanidad que están superados desde el minuto uno de la crisis del ébola, no reaccionan ante la magnitud del jardín en que nos ha metido el Gobierno de España. No se ventila aquí decidir si es más rentable para una empresa quedarse con las lavanderías de los hospitales públicos o su servicio de catering, se trata de saber con qué medios se cuenta y ponerlos a disposición del personal sanitario para localizar, aislar y tratar a los infectados con todas las garantías para la seguridad de la ciudadanía madrileña y la del equipo implicado en las tareas de combatir el virus ébola, importado por cortesía del Gobierno de España.

Para empezar a superar el momento crítico que vivimos alguien debería retirar a los elementos que son más peligrosos que la propia epidemia para la salud y la vida de los madrileños, es decir: Nacho el del ático, el consejero de Sanidad Ro-Ro, la ministra Mato y el responsable de todo este enredado tinglado, Mariano Rajoy, que entretiene sus ocios lejos de Madrid contando la suerte que tienen los españoles y lo felices y tranquilos que viven dado lo bien que se hacen las cosas aquí y con qué poquito dinero. Luego dejen hacer a quienes han demostrado que saben desempeñar con abnegación y responsabilidad su trabajo, la marea blanca, tan querida por los madrileños como denostada por el Pepé, sigan sus instrucciones, dótenles de los medios que precisen y quítense del medio. No estorben. Sigan a lo suyo. Hablen del peligro de Podemos y de lo bien que vivimos los españoles gracias a sus desvelos y negocios. Pero sobre todo no entorpezcan, no insulten a quienes se juegan la vida sorteando las ineptitudes y la cicatería que la acción del Gobierno acarreó. Ya saben, les votan más cuanto menos les conocen, cuanto más calladitos estén, cuanto menos se hagan notar. Dejen hacer su trabajo a quienes saben y respeten a quien está luchando por su vida.

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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