(O de como una banda de 'españolazos' entramadores de la indecencia saquearon a su patria)
La crisis económica consecuencia del desmadre de la economía “neoliberal” del PP, en sinergia con la quiebra “socialdemócrata” del PSOE y la corrupción política que no cesa, han contribuido a la pérdida de credibilidad de la “inmensa mayoría” ciudadana, pleonasmo al que Mariano Rajoy presidente de un PP volcado en su “cosa propia” y de espaldas a la realidad de “nuestras cosas” recurre a menudo en su discurso- en la casta dirigente.
La acción de entramar que en una de las acepciones de la RAE “es el artificio, dolo o confabulación con que se perjudica a alguien” ha constituido desde la llegada del PP al poder, la base imprescindible en el diseño y construcción del muro entramado de desvergüenza político-económica edificado fundamentalmente, aunque no en exclusiva, por este partido.
Pero en este camino, cuántos silencios cómplices y cuánto mirar hacia otro lado por parte de aquellos que por acción, colaboración o abstención , ni denunciaron, ni opusieron decente resistencia frente a los que nos vendieron su patrón social, político y económico como un modelo exitoso y lo peor... de ejemplaridad intachable.
Una trama de complicidades delictivas, que ha dado soporte a una trama de corrupción entre cuyos intersticios, una casta de personajes elitistas de ámbitos nacionales variopintos se desenvolvían con procaz seguridad e insolente patriotismo, lo más insultante, creyéndose impunes.
El descubrimiento de la trama solo ha sido posible gracias a la presión social del hartazgo de muchos ciudadanos, de partidos debutantes en el escenario político y unos colectivos de periodistas de medios insobornables (incluido este medio, infoLibre en el que escribo habitualmente) y un puñado de jueces y fiscales desentramadores, resistentes ejemplares ante el intento de desbravar y domesticar su independencia judicial desde las entrañas –y es lo más grave- de ese mismo poder; contando para ello, con el beneplácito apoyo de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, monopolio exclusivo del PP hasta hace poco, y obviando lo que debiera ser la intocable separación de poderes dentro de un estado democrático.
Levantada la alfombra-trama, ha quedado en evidencia la hedionda calaña moral de tantos defensores del modelo de gestión privado y de los recortes de derechos sociales, que abominando de la ineficacia en el manejo previo de la administración de lo común de todos, han esquilmado con eficacia demostrada lo público, obteniendo con desvergüenza y a nuestra costa, un suculento botín en beneficio exclusivo de una minoría de ocultos y obscuros, pero sobre todo antisociales, intereses privados.
La resistencia ética que se va consolidando y que los ciudadanos decentes –los auténticos patriotas– debemos apoyar al margen de la ideología, sin fisuras y con contundencia democrática, está poniendo a los responsables del asalto en el lugar que les corresponde: a los presuntos delincuentes ante los tribunales de justicia y a los ya convictos responsables del entramado de corrupción, en la trena... entrenados (no sé si existe el palabro). En el trullo.
Pero tampoco ignoremos, hay que recordarlo con determinación contundente que “para que los entramadores y la trama funcionen, hay que contar con la pasividad cómplice de muchos ciudadanos ciegos y sectarios, cuyo juicio moral –no otra cosa es la ética- queda limitado estando voluntariamente, como estaban y siguen estando, enclaustrados en su ideolología acrítica e inquebrantable a pesar de la evidencia que los hechos juzgados en los tribunales nos van demostrando.
Despojados de una mínima autocrítica, legitiman a sus legales que no legítimos representantes, colaborando con su anosmia (ausencia de olfato) ética, a la degradación de los valores (anomia) del sistema hasta ahora protector de sus derechos sociales, quedando frente a los desmanes de sus elegidos -situados en la marginalidad política cuando no legal- despojados de su condición de ciudadanos y reducidos en exclusiva a la condición de siervos útiles al servicio de delincuentes elegidos y es lo lamentable, democráticamente, por ellos.
Pero lo más insultante, esta chusma ideológica de chorizos ibéricos etiquetados con la “marca España”, estos delincuentes organizados -auténtica asociación de malhechores- le parezca bien o mal el término esgrimido por los jueces al fiscal anticorrupción el señor Moix, para más escarnio, hacen exaltación bravucona y farisea de un patrioterismo -no de hojalata como alguien lo calificó en su momento- sino de mierda; un patrioterismo, y unos patriotas, que es lo que son, ¡de mierda!
¿Seguirán contribuyendo tantos ciudadanos sumidos en su apatía confortable, su voluntaria ignorancia, o la falsa seguridad de su silencio cómplice a facilitar por más tiempo la permanencia en el poder de tan desvergonzado patriotismo y de tanto patriota desvergonzado?
Amador Ramos Martos es socio de infoLibre
(O de como una banda de 'españolazos' entramadores de la indecencia saquearon a su patria)