Esperanza Aguirre ha dimitido como presidenta del PP en la Comunidad de Madrid, aunque sigue como concejal.
Algo muy serio sucede para que la lideresa, que se mantiene en política cerca de 33 años, habiendo ocupado casi todos los cargos habidos en este menester –concejal, ministra, senadora, la primera mujer en presidir el Senado, diputada autonómica y una de las pocas mujeres al frente de una comunidad (tres legislaturas seguidas)– haya dado un paso tan importante.
Ha resistido todo tipo de envites, nunca ha sabido nada de lo que a su alrededor sucedía, a pesar de ser una mujer a la que nada se le escapa. A su alrededor, y por elección suya, han ido creciendo los monstruos, que se han manifestado públicamente como tales solo cuando la justicia ha entrado en ello.
Aguirre sabe más de lo que dice. O teme por ella y presenta su dimisión como intento de apaciguar las iras judiciales, o es que está convencida de que en las más altas esferas del PP los cimientos se están resquebrajando muy deprisa. Personalmente me inclino por lo último.
La pasividad de un Rajoy yacente ante la corrupción que anida en el partido que todavía preside, está poniendo de los nervios a todo el mundo. Los suyos ignoran que piensa hacer en su caída libre. Y desde Bruselas están estupefactos ante un silencio e indolencia que, aunque habituales en el gallego, en las circunstancias presentes se hace inadmisible.
Antes del paso dado por Aguirre, Rajoy respondía ante lo atribuido a ella y ante la brutalidad de la Comunidad Valenciana, que acorrala a Rita Barberá, más o menos como reaccionó ante Bárcenas, "Luis, sé fuerte". Ninguna otra reacción contundente ante los presuntos engaños y robos de gran cuantía de dinero público.
En la actualidad buena cantidad de investigaciones judiciales se centran en la abundancia de dinero corruPPto que ha sostenido a Genova, 13: Mallorca, Valencia, la misma Audiencia Nacional ...
No es, por tanto, descabellado hacer supuestos acerca de en cuántas contabilidades en negro figura el nombre de Mariano. Que todo un partido esté imputado -perdón, investigado- y que su presidente se halle al margen de todo no deja de ser raro. Y lo mismo respecto a su antecesor.
De hecho, Aguirre, al ser preguntada si Rajoy debería hacer lo mismo, le ha mandado un regalo envenenado: "Él sabrá lo que tiene que hacer. Este no es el tiempo de los personalismos, sino de los sacrificios y las cesiones" .
Por lo tanto, y volviendo al principio, la dimisión de Esperanza Aguirre conlleva algo muy serio en relación a Genova 13. Y es que los humanos somos así. Los primeros en abuchear a Alfonso Rus mientras la policía revolvía su casa, en Xàtiva, eran aquellos que lo sobaban mientras podían sacar algo de él.
Y estamos comprobando cómo a Rita Barberá se le ha acabado el caloret de manera prácticamente brusca. Y no ya por personajes íntimos en la política, como un Alfonso Grau, que ahora vomita contra ella, sino por su propio cuñado, el hombretón de bruscas maneras sexistas, que llega a afirmar que no la conoce.
Pues lo mismo está a punto de sucederle a Rajoy con sus rafaeleshernandos, sorayas, cospedales, montoros, etc., etc. Y cuando los medios del pesebre dejen de percibir sus sucios dineros, quedará completamente desnudo ante sí mismo. Los elogios de las cuadras se evaporan muy rápido. Y de los ciudadanos solo se ha ganado, y con creces, la mayor de las antipatías por no mencionar términos más crueles.
Y que no espere nada de los obispos, esos grandes fariseos que se mueven solo por el tufo del poder y del dinero.
La verdad es que la decisión de Aguirre es el inicio del inicio de la caída en picado de la mayor corrupción jamás conocida y centrada en un solo partido político.
María Dolores Amorós es socia de infoLibre
Esperanza Aguirre ha dimitido como presidenta del PP en la Comunidad de Madrid, aunque sigue como concejal.