Librepensadores
Reforma de la Constitución
Un par de días después de la conmemoración de la Constitución del 78, quiero aportar mi opinión sobre un debate que observo a menudo: lo importante en las distintas políticas es una nivelación social entre los habitantes de un territorio, que todo el mundo tenga derecho a ver cubiertas unas necesidades básicas (alimentación, educación, sanidad, trabajo, etc.). Cualquiera puede estar de acuerdo, pero con frecuencia se utilizan estas reivindicaciones para esquivar el modelo de organización territorial, ciertamente pendiente de consumar en la actual Constitución.
No son debates antagónicos; esas necesidades elementales citadas pueden ser cubiertas por ejemplo, por la Xunta en Galicia, o bien por el Gobierno español. Lo que muchos españoles no asumen es que tenemos unos derechos históricos, que cuando se redactó el actual texto constitucional se tuvieron en cuenta los Estatutos de autonomía aprobados antes de la Guerra Civil, que no se corresponden con el actual modelo autonómico. Que, digámoslo ya, existen unos derechos nacionales que no se contemplan y que se corresponden con aquellos países donde tenemos idioma propio.
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Y escribo esto cuando el débil nacionalismo gallego fue marginado de los recientemente aprobados Presupuestos Generales, y que suponen, a mi entender, una nueva frustración para los que creían en los partidos de ámbito estatal.
Por consiguiente, procedería invertir la relación actual, de un Estado indisoluble a uno en que las distintas naciones –nacionalidades en la terminología constitucional–, estén en él por voluntad propia.
Xoán Manuel Estévez Freijeiro es socio de infoLibre