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Semitismo y sionismo: sangrienta diferencia

Verónica Barcina Téllez

Cuando te traen al fresco las religiones y no cuela que la judía sea una raza, conviene repasar conceptos para aclarar ideas sin caer en manipulaciones.

La palabra "semita" se aplica a la descendencia de Sem, hijo de Noé y padre de Abraham, así como de Yoqtan, antecesor de varios pueblos de Arabia. El término fue utilizado en lingüística para distinguir las lenguas “semíticas” de la "aria", palabra usada en lugar de "indoeuropeo", que acabó por imponerse. Más tarde, ambos términos pasaron del ámbito lingüístico al racial, de las lenguas semíticas a la raza semita opuesta a la raza indoeuropea o aria, adquiriendo connotaciones racistas. El "antisemitismo" se usó para nombrar las ideologías antijudías de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.

Hacia 1850, en Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas y en Historia general y sistema comparado de las lenguas semíticas, se propone que los pueblos semitas son inferiores a los arios y se aboga por depurar el cristianismo de todo elemento semítico. Las palabras “ario” y “semita”, exportadas del campo lingüístico al racial, se asentaron para descalificar a los judíos como raza, no como seguidores de una religión. El antisemitismo como rechazo racial es una contradicción si se dirige sólo contra los judíos porque, en rigor, éstos son tan semitas como los árabes.

Al antisemitismo religioso, practicado durante siglos por el cristianismo, le sucedió el racial, nacido y alimentado por nacionalismos de corte fascista como el nazismo y el franquismo, pero, a partir del Holocausto y del Concilio Vaticano II, el antisemitismo racial y el religioso desaparecen prácticamente. A mediados del s. XX, surge un antisemitismo ideológico, asociado a la legitimidad del Estado de Israel y al conflicto territorial en Oriente Medio, que demoniza el “sionismo” entendido como colonialismo, supremacismo y racismo practicados por Israel desde su fundación. No es lo mismo antisionismo que antisemitismo, aunque la propaganda de Israel trata de confundir los términos.

La publicidad victimista del pueblo judío se remonta a leyendas milenarias y a centenarios descalabros en la historia, desde el cautiverio en Egipto y la matanza de Herodes hasta la expulsión por los Reyes Católicos o el Holocausto

El “sionismo” es un movimiento político nacionalista, aparecido en Europa central y oriental a finales del s. XIX como respuesta a la ola antisemita existente, que fomentó la emigración judía a Palestina hasta fundar el Estado de Israel en 1948. Se trata de una rama del siempre peligroso nacionalismo, caracterizada por surgir en la diáspora, que se autodefine como un movimiento de liberación nacional con la libre autodeterminación del pueblo judío como objetivo principal. Es en este contexto donde el aparato económico y propagandístico judío juega sus bazas con gran éxito y el apoyo incondicional de EEUU y Occidente en las eternas guerras santas libradas por las religiones abrahamicas.

La publicidad victimista del pueblo judío se remonta a leyendas milenarias y a centenarios descalabros en la historia, desde el cautiverio en Egipto y la matanza de Herodes hasta la expulsión por los Reyes Católicos o el Holocausto. Fruto de esa propaganda es la capacidad de Israel para infligir daños inhumanos a Palestina sin consecuencias legales, penales o morales, situándose en la órbita exterminadora de la Rusia de Stalin, la Alemania de Hitler, la Argentina de Videla, el Chile de Pinochet o los EE.UU. de cualquiera de sus presidentes.

La impunidad, no es ninguna novedad, es cuestión de dinero –Israel tiene muchísimo–, de propaganda –Israel controla las tres cuartas partes de los medios del mundo–, y de amistades –Israel tiene el apoyo del mundo capitalista y el aplauso de partidos neofascistas como Vox y el ayusismo en España, expertos en sacar rédito electoral de carniceros internos, como en el caso de ETA, y externos, como en el de Israel–. Puede Israel masacrar a ancianos, mujeres y niños, puede deportar a un millón de personas, puede dejar hospitales sin luz ni medicinas, puede reducir a escombros lo que ya son escombros, puede dejar sin agua ni alimentos a millones de personas entre aplausos comprados. Por humanidad, hay que ser “AntiEsto”.

La actitud de Israel hacia Palestina recuerda la de la Alemania nazi para con su pueblo. Gaza, Cisjordania, Palestina entera recuerdan a Auschwitz, Dachau, Gross-Rosen, Mauthausen o Treblinka. La mayoría de los medios de comunicación y de los comunicados oficiales de Occidente siguen los principios de comunicación de Joseph Goebbels. Ante este panorama, se puede afirmar que el Estado de Israel es el mayor propagador del antisionismo, pero seguirá insistiendo en el victimismo antisemita para presentarse al mundo no como verdugo, sino como víctima. Por humanidad, hay que ser “AntiEsto”.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

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