Cuando la palabra crisis ocupa el liderazgo comunicativo, algo raro, o desconocido por la mayoría de la gente, está sucediendo. Se dice que la crisis nos permite situarnos en el espacio y el tiempo, a la vez que combinar el miedo con la esperanza. No es sencillo, pero debemos ocuparnos en hacer algo para salir de ella, al menos para laminarla un poco. Leo, escucho, cada vez más, hablar del cambio climático como acelerador de la multicrisis actual (económica, social y ambiental); incluso en medios de comunicación que hasta hace cuatro días lo negaban. Parte de él lo inducimos nosotros, por más que algunos comunicadores lesivos lo nieguen.
Hemos padecido una crisis multivariable: emocional, mortífera, destructiva, de gobernanza, de eclosión de voluntariados, difícil de controlar, con muchas catástrofes sociales. Dejemos aparte los fenómenos naturales que nos demuestran la libertad de la naturaleza; ellos rara vez entran en crisis pero sus efectos sociales nos sumen en la incertidumbre. En este caso la dana fue una conjunción meteorológica de situaciones antes extremas y que rara vez se simultaneaban con semejante magnitud.
Los protocolos de intervención son básicos. Aplicarlos a rajatabla es un síntoma de ética social. Hacerlo en alianza es un distintivo de sociedad democrática
En las zonas castigadas habrá un antes y un después de las inundaciones que arrollaron la vida. Desconocemos si los calendarios cambiarán las emociones. De esta experiencia, de los lodos arrasadores que tardarán en desaparecer, debe quedar algo positivo. Difícil asumirlo ahora por quienes sufrieron desgracias personales o en sus propiedades. Pero el resto, principalmente gobernantes despistados, pero no solo, debemos interiorizar este momento de inflexión. No resultará fácil, pero sin embargo es necesario.
Recuperar lo perdido tal como estaba será imposible. A todos debe asistirnos el principio de precaución: no olvidar quiénes somos y prever situaciones improbables pero posibles. Nada sirve completamente donde falta casi todo, menos aún si dura demasiado. Sin acabar las tareas de limpieza, sin haber restituido con generosidad estatal y autonómica los recursos materiales perdidos, leo con preocupación que se prevén nuevas construcciones en terrenos inundables. No hagamos como en otras ocasiones, porque las danas o gotas frías volverán a recordarnos con frecuencia que el cambio climático existe y nos afecta mucho.
Los protocolos de intervención son básicos. Máxime si están basados en la ciencia y en la implicación de los técnicos. Aplicarlos a rajatabla es un síntoma de ética social. Hacerlo en alianza es un distintivo de sociedad democrática.
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Carmelo Marcén Albero es socio de infoLibre.
Cuando la palabra crisis ocupa el liderazgo comunicativo, algo raro, o desconocido por la mayoría de la gente, está sucediendo. Se dice que la crisis nos permite situarnos en el espacio y el tiempo, a la vez que combinar el miedo con la esperanza. No es sencillo, pero debemos ocuparnos en hacer algo para salir de ella, al menos para laminarla un poco. Leo, escucho, cada vez más, hablar del cambio climático como acelerador de la multicrisis actual (económica, social y ambiental); incluso en medios de comunicación que hasta hace cuatro días lo negaban. Parte de él lo inducimos nosotros, por más que algunos comunicadores lesivos lo nieguen.