Esta peculiar especie de virus lleva siglos arraigada en España, sin mutaciones apreciables y, a pesar de ello, ni existe vacuna ni interés en encontrarla.
La actual pandemia de coronavirus será ocasión para comprobar si nuestro virus endémico, vamos a llamarle virus español, se impone y todo seguirá igual, o muta y aparece una nueva cepa que ocasiona escenarios similares a los más habituales en el resto del mundo.
Uno de los síntomas más apreciables de nuestro virus es el de los horarios de almuerzo y cena, sin parangón en el mundo. Han pasado casi 80 años desde el “gesto” que nos llevó a donde estamos y muchas cosas han cambiado, pero no los horarios, en general, y los de las comidas en particular.
Saldremos de la actual pandemia sin cambio alguno o con un cambio del modo de vida, incluidos nuestros originales horarios. Personalmente estoy convencido de que se impondrá el mantenella y no enmendalla. Se mantendrán nuestros horarios irracionales en términos económicos, laborales y de salud pública y seguiremos con nuestro peculiar estilo de vida que, mira por dónde, ningún país imita.
Mención aparte merece el ocio nocturno, con sus horarios, o más bien la ausencia de ellos, la claudicación ante los abusos de sus consumidores y beneficiarios imponiendo sus intereses particulares al bien general del derecho al descanso de quienes los sufren por vecindad, que son muchos miles de familias. Horarios y permisividad que son reclamo para lo más florido de jóvenes extranjeros que recalan aquí con el convencimiento de disfrutes que ni soñarían tener en sus países. Ante la indiferencia histórica o cómplice de nuestro gobernantes, exportamos jóvenes médicos, científicos o profesionales cualificados, formados con el dinero de casi todos, e importamos hordas.
Hay muchos más horarios peculiares, en realidad casi todos, y actitudes sin fin que son consecuencia del virus español, que llevan siglos con nosotros y seguirán porque lo auténticamente español es mantenella y no enmendalla.
Félix Fernández es socio de infoLibre
Esta peculiar especie de virus lleva siglos arraigada en España, sin mutaciones apreciables y, a pesar de ello, ni existe vacuna ni interés en encontrarla.