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Albert Serra y su nueva provocación en Cannes: "Cada momento de rodaje es irrepetible"

Carolina G.Guerrero (Noticine) | infoLibre

El catalán Albert Serra disfruta generando controversias. Hace tres años, tras estrenar su película previa La muerte de Luis XIV o La mort de Louis XIV,  declaró sin pudor que "aparte del que yo hago, a mí el cine me interesa más bien poco", y ahora, en el mismo certamen, el de Cannes, donde lanzó aquella agonía filmada, vuelve a dar que hablar con una película, calificada de "cuasi porno sado-maso" por algunos, en la que sexo, violencia y depravación conviven durante alrededor de dos horas. Noticine.com habló con él en exclusiva.

Pregunta: ¿Podría comentar a rasgos generales su película?

Bueno, es una película difícil de definir, pero empieza en una especie de retrato más o menos inofensivo, con unos motivos de libertinaje del siglo XVIII, con unos aristócratas que intentan raptar a unas novicias, etc. Pero que poco a poco de una manera un poco extraña sin moverse de lugar, de sitio y de personajes, pues este tema del deseo que al principio es así, motivo de una gente que quiere abusar de una forma un poco perversa de unas novicias y de otras personas, se va transformando y digamos va cruzando un poco una angustia, un malestar ligado a la insatisfacción, al deseo, este lado más oscuro del deseo e incluso atraviesa varios siglos y llega con una atmósfera un poco más contemporánea, un poco más oscura y con una lógica de un sitio de cruising del siglo XVIII. Allí, la arbitrariedad de este deseo intenta expandirse en toda su potencialidad, pero al mismo tiempo también en toda su frustración y en todo su lado más sombrío, un poco postfreudiano. Realmente un deseo que genera un conflicto por su propia naturaleza indomable o incompatible, quizás, con la vida de día. Es una película que pasa toda en una sola noche, pero es como si en una especie de sueño o de pesadilla hubiéramos cruzado casi varios siglos y varias actitudes en relación a este tema, siempre tan presente en la intimidad de cada uno de nosotros, como es el deseo.

Respuesta: ¿Cómo fue rodar de noche?

Bueno, de noche no es tanto el hecho de rodar de noche, digamos físicamente, porque hay unas particularidades evidentemente de la luz, etcétera, sino rodar la noche. Sabes aquello de la lógica de la noche que es diferente, ¿no? El tema de la película, de hecho, es este. Todo pasa en la noche, en la noche todo se amplifica. Hablamos del tema del deseo, y en el todo se amplifica, todo se distorsiona, todo se confunde un poco. Entonces, si la oscuridad, la oscuridad interna propia de todos nosotros, ¿no? Todos hemos visto esto, hemos experimentado... Se sigue una lógica que no puede existir durante el día y una vez, como en la película, sale la luz del día, como tú cuando sales de una discoteca y has vivido ahí como un mundo que te creabas, fantasías, unas posibilidades repletas y ves la luz del día y no era como real, haya sido una pesadilla o un sueño. La luz del día destruye esa lógica interna, estas leyes propias que no se pueden encontrar casi en la vida diurna, porque no es posible simplemente. Entonces, la noche como metáfora también de la arbitrariedad del deseo. Yo creo que esto es muy importante para la película y no sé si de su insatisfacción permanente, porque no creo que tampoco sea tan así, pero bueno... Sí que hay una tensión siempre en esta satisfacción de diversos cuerpos, diversas personas. Es natural y puede a veces llegar con más armonía y a veces con más angustia.

P: ¿La dirección dio lugar en algún momento a la improvisación o estaba todo milimetrado?

R: No, al contrario. Yo trabajo siempre con mucha locura y mucha improvisación. De hecho, nunca repito ninguna escena, el guión casi no lo utilizo. Lo tenía todo en la cabeza. O sea, no es una cosa importante para mí. Trabajo más con el concepto de performance. De hecho, y muy importante para este tipo de tema de la sexualidad, el deseo, que toca un poco lo íntimo, trabajando con una mezcla de actores profesionales, no profesionales, gente normal, técnicos que hacen de actores en la película... Al tocar algo íntimo no son cosas que se puedan preparar o repetir, ¿sabes? Tú no vas a hacer alguna de las escenas de la película y decir: "Hostias, había un problema de luz, volvamos a hacerlo". No, no funciona así, ni así se logra esta organicidad que a mí me gusta, que el actor ponga realmente algo suyo, verdaderamente profundo, que se exponga. Nunca mejor dicho que en este tema, que no solo es exponerse físicamente, sino un poco emocionalmente y no de una manera cliché, ni de guion, ni con contenidos preconcebidos, sino realmente es un momento único fatal. Para mí, cada escena, cada momento de rodaje, que nunca repito y que quiero capturarlo con toda la potencialidad de su fatalidad, es irrepetible.

P: ¿Y el tema del casting? ¿Le resultó complicado encontrar a personas dispuestas a exponerse así?

R: Quería ser coherente. Tu has visto que en la película hay una especie de área de cruising, un área como de intercambio del siglo XVIII, de fantasía, ¿no? Donde ya no hay más ni ricos ni pobres, ni guapos ni feos, ni hombres ni mujeres. Todo se iguala, ni amos ni señores. Todo queda igualado. Al contrario, en estos intercambios, uno se olvida de sí mismo. Es un poco una especie de utopía, de generosidad, de seguir la arbitrariedad del deseo, pero todo el mundo, una especie de libertad natural. Entonces, el casting iba un poco en esta dirección, de mezclar todo tipo de gente que quedaban indiferenciados en el trabajo, es decir, actores profesionales, como Berger u otros actores, gente que había hecho teatro, otros que no habían actuado, gente de un casting de Facebook de gente que trabajaba, yo que sé, en una librería, que nunca habían actuado, otros dos técnicos de la película que yo les pedí si querían actuar de forma totalmente improvisada y tienen unos de los papeles más importantes. Entonces, esta misma nivelación, este igualitarismo casi extremo, es una forma de generosidad, de no egoísmo, de no preocuparse tanto de uno mismo, lo que yo pienso, lo que yo deseo, mis derechos, mi no se qué... sino un espacio común y muy interesante en relación a los cuerpos. Siempre es una tiranía, por ejemplo, eso de los cuerpos bellos y de los feos, u otra forma de tiranía, lo del dinero, lo de la vanidad... Hay un poco de esto, de utopía, no sé si blanca u oscura, esto ya es otro tema, pero hay aspiraciones de cosas.

P: Mucha gente ha visto en ese bosque un planeta aparte.

R: Es un planeta aparte y todos deberíamos vivir en un planeta aparte. El planeta normal es muy aburrido, ¿no? Y es un planeta que solo hay que desgracias y tristezas. Mira las noticias, y es patético y hay gente mala... Entonces, hay que crear un planeta aparte, posible en la vida real para todo el mundo, pero si no llegamos a esto, podemos intentar crearlo un poco y al menos crear la posibilidad mental de que esto algún día pueda existir. No todo el mundo en una guerra está en primera línea disparando, hay algunos que están en la enfermería, otros generales. Yo creo que hay un trabajo aquí, no sé... La película modestamente participa también de una especie de deseo, de armonía entre las personas y los cuerpos, sobre todo.

P: Bueno también de violencia...​

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R: Bueno, bueno... la propia arbitrariedad del deseo puede ser una necesidad, un ímpetu muy fuerte. Todo el mundo más o menos en diferentes momentos de su vida lo ha experimentado. Entonces, ¿hasta qué punto esto es compatible con la no violencia, aunque sea la no violencia psicológica? La armonía general es lo que cuenta.

P: ¿Qué supondría un premio aquí en Cannes para su película Liberté?Liberté

R: No lo sé, la verdad. Estamos ya muy contentos de poder presentar la película en este aparador inmejorable que es el Festival de Cannes. He estado aquí antes, con la última también, y antes incluso en la Quincena. O sea, no sé, para mí es suficiente con el hecho de tener esta audiencia que es tan buena y muy culta, sofisticada, que sabe leer las películas. La mía no es fácil y no puede gustar a todo el mundo, esto también es una evidencia. Fundamentalmente por el tema, sexual. Me dice siempre un amigo que es director de festivales de teatro: "Haces una cosa o pones una obra en la que haya un poco de sexo y la gente te sale por lados que no te esperas". Es un tema siempre conflictivo, la gente lo tiene que pasar por su propia conciencia, por su propia vivencia y tienen reacciones que remiten más a sí mismos que al contenido objetivo de la obra que están viendo. Es un filtro muy personal este. Entonces, bueno, un poco me tranquilicé. Bueno, en realidad no porque no necesitaba, no estaba intranquilo. Adopté un poco esta perspectiva de que muchas veces la gente juzga la película a través de sus propios ojos y de sus propias vivencias, no de lo que la película le expone objetivamente.

P: ¿Como está viviendo este festival este año?

R: Bien. Siempre vengo aquí, vivo no muy lejos, en España, pero justo en la frontera y vengo aquí en coche cada año, es un sitio de encuentros. Bueno, soy productor también, entonces conozco el festival. Evidentemente siempre es más agradable tener una película aquí, mucho más divertido, y más vivo y más incierto, pero bien. Creo que el festival se mantiene en estas dos vertientes de intentar encontrar películas que tengan interés estético, que al mismo tiempo tengan una capacidad de seducir al público y a la vez otras películas que abren un poco más el camino estético, el camino formal de lo que es el futuro del cine. Para mi, es una combinación perfecta.

El catalán Albert Serra disfruta generando controversias. Hace tres años, tras estrenar su película previa La muerte de Luis XIV o La mort de Louis XIV,  declaró sin pudor que "aparte del que yo hago, a mí el cine me interesa más bien poco", y ahora, en el mismo certamen, el de Cannes, donde lanzó aquella agonía filmada, vuelve a dar que hablar con una película, calificada de "cuasi porno sado-maso" por algunos, en la que sexo, violencia y depravación conviven durante alrededor de dos horas. Noticine.com habló con él en exclusiva.

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