Hipocresía a 44 céntimos la bala

Pues hala, ya nos hemos quedado tranquilos. Al precio de seis millones de euros quizá perdidos, nuestra conciencia descansa. Nos sale a unos 44 céntimos por bala. Como la idea no es prescindir de esa munición, sino tan solo cambiar de proveedor, tendremos que hacer el encargo a alguna empresa estadounidense con sus aranceles y todo, o a una europea que nos hará descuento. En fin, que nos va a salir por un pico el despiste de los responsables de Compras de la Guardia Civil. Si no lo resuelven los abogados del Estado, y no tiene pinta, terminaremos indemnizando con los seis millones y medio de euros a la empresa israelí, pero nuestros jóvenes guardias civiles entrenarán con balas danesas, quién sabe si al doble de su precio, para mantener limpia nuestra conciencia.

Mientras tanto, el encargado de Negocios seguirá instalado en la Embajada de Israel en España, alguna cantante representará al país genocida en Eurovisión y los vuelos y los turistas seguirán yendo y viniendo de España a Jerusalén sin mayor problema. El espacio aéreo y las bases militares americanas en nuestro país seguirán siendo testigos del trajín del transporte militar desde Estados Unidos a la franja de Gaza en la que se está asesinando sin contemplación a los palestinos, en su mayoría niños, mujeres y ancianos. En secreto, por razón de Estado, seguiremos comprando material y tecnología mixta militar-civil a las empresas israelíes, que están entre las mejores del mundo en seguridad.

Israel no es una democracia. Es un país que segrega a sus ciudadanos por la raza, a la que identifica con la religión. En palabras del propio Netanyahu, “el Estado de Israel no pertenece a todos sus ciudadanos, sino solo al pueblo judío..."

Israel no es una democracia. Es un país que segrega a sus ciudadanos por la raza, a la que identifica con la religión. En palabras del propio Netanyahu, “el Estado de Israel no pertenece a todos sus ciudadanos, sino solo al pueblo judío (…) solo es el Estado nación del pueblo judío”. De manera sistemática y reconocida, el Gobierno de Israel mantiene un sistema de apartheid sobre la población palestina, que habita ese lugar desde tiempo inmemorial: Israel segrega y expulsa a los palestinos, les roba sus labores y sus casas, les priva de derechos sociales y económicos. Apelando a los mitos bíblicos, ridículamente interpretados por los sionistas, según los cuales esa tierra es de los judíos desde hace 3.000 años, se está masacrando a una población indefensa ante la indiferencia del mundo.

Desde los infames asesinatos y secuestros por parte de Hamás el 7 de octubre de 2023, Israel no ha dado ni un paso atrás en lo que ya está claro que será la completa expulsión de la población de la Franja. Con el apoyo entusiasta de Donald Trump, que lleva años pensando con su yerno en el negocio inmobiliario de la zona, los mesiánicos y supremacistas judíos imponen su plan para el control de Gaza, al que sucederá luego Cisjordania. A fin de cuentas, si lo hicieron los españoles, los portugueses, los franceses y los ingleses con los nativos en las américas; si el imperio otomano masacró a un millón de armenios; si en solo cien días medio millón de tutsis fueron pasados a cuchillo por los hutus en Ruanda; si tuvimos Nankín y Camboya y Bosnia; si millones de kurdos, sudaneses, afganos o rohinyas no encuentran refugio ni consuelo, ¿por qué no habríamos de comprender a los dirigentes del pueblo escogido por el mismísimo Yahvé, que además sufrió en sus propias carnes el genocidio a manos de los alemanes?

El pronóstico resulta tan penoso como probable: los sionistas de Israel “terminarán la tarea” y Gaza será su territorio. Seguiremos reconociendo a Israel como una democracia, aunque sea en realidad un Estado conformado sobre bases étnicas y religiosas incompatibles con el derecho internacional y lo derechos humanos. Se impondrá el realismo político y la vieja nación palestina, tan vieja como la judía, será definitivamente desterrada. Eso sí: nuestros guardias civiles dispararán balas europeas, chinas o estadounidenses. Y aquí paz y después gloria. 

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