"La condición del novelista es la soledad" y "toda novela es producto de una larga serie de naufragios". Eran las dos certezas de las que partía la escritora Almudena Grandes (Madrid, 1960) en su discurso de investidura como doctora honoris causa por la UNED, una ceremonia celebrada el jueves por la mañana en el Edificio de Humanidades de esta universidad en Madrid, donde recibía el mismo homenaje el hispanista Darío Villanueva, exdirector de la Real Academia Española. Ambos doctorados venían propuestos por el Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura de la Facultad de Filología, y mientras que Grandes contaba con Julio Neira Jiménez como padrino, Villanueva era acompañado por José Romera Castillo. En la mesa de autoridades comparecían el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, y el rector de la UNED, Ricardo Mairal.
Los padrinos, encargados de la defensa de cada uno de los nuevos doctores, reconocían de un lado la capacidad de la escritora de "conectar con un amplio y diverso sector de lectores" y, del otro, la labor de Villanueva, "una figura destacadísima dentro del hispanismo internacional". La laudatio sobre Almudena Grandes, expuesta por el profesor Julio Neira, hizo un repaso de la obra narrativa de la nueva Doctora, a quien calificó como "la novelista española más destacada de la segunda mitad del siglo XX". El reconocimiento llega, además, a pocos días del lanzamiento de su nueva novela, La madre de Frankenstein, quinto y penúltimo volumen de la saga Episodios de una guerra interminable, que la autora compone desde 2010. El profesor José Romera Castillo se encargó de la laudatio de Darío Villanueva, a quien definió como "una autoridad indiscutible en teoría de la literatura y literatura comparada", además de destacar su labor como académico y director de la Real Academia Española entre 2014 y 2019.
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Almudena Grandes nombraba en su discurso [lee aquí el texto completo] a Miguel de Cervantes, aislado mientras escribe el prólogo al Quijote, "con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla". Así, la autora de títulos como El corazón helado o Inés y la alegría, ganadora del Premio Nacional de Narrativa en 2018 por Los pacientes del doctor García, estructuraba su texto de agradecimiento en torno a la soledad del escritor. El prólogo que acabó escribiendo Cervantes, explicaba, es también "un reflejo admirable del trabajo del novelista, porque todos nosotros, todas nosotras, hablamos solos y con nosotros mismos sin cesar, a lo largo del proceso de escritura de la novela que tengamos entre manos". Y, entre los artistas, defendían, son los novelistas quienes más se enfrentan a esa soledad, más que los dramaturgos o los guionistas, que trabajan en equipo, más que los poetas, que pueden transmitir su obra sin haberla finalizado, y más que los ensayistas, que no se ven obligados a encerrarse en un mundo que existe solo en la mente de quien escribe.
Pero aunque la escritora asegurara que "publicar una novela es fundar una isla desierta", o que "escribir una novela es vivir dos vidas a la vez, las dos auténticas, las dos exigentes, verdaderas, las dos solitarias", hablaba también de convivencia. Con su pareja, el poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes y colaborador de infoLibre, a quien agradecía el "privilegio de tener a mano a un lector excelente", pero también la comprensión hacia las "largas horas de encierro", los "paseos sin rumbo por la ciudad" o la ausencia de las conversaciones, una comprensión que quizás, asegura, no encontraría en alguien que no se dedicara a las palabras. Y la convivencia también con los lectores, que "garantizan [su] libertad": "Si dejaran de sostenerme", reconocía Grandes, "si no ganara con mis novelas el dinero suficiente para subsistir, tendría que buscarme un trabajo remunerado o empezar a escribir los libros que otros creyeran que tengo que escribir".
Darío Villanueva centró su discurso en la posverdad como rasgo característico de "nuestra sociedad post o transmoderna". La posverdad se nutre de las fake news, advertía, esos "bulos que el escritor Julio Llamazares ha definido como 'las mentiras de toda la vida". El hispanista recordó a Maquiavelo, a Aldous Huxley y a Orwell para afirmar que "quien se esfuerza en engañar encontrará siempre a alguien que se deje". Villanueva se refirió a Donald Trump como ejemplo del uso de la llamada posverdad para propagar "3.000 mentiras comprobadas por laboratorios de verificación". Citando a Huxley, advirtió Villanueva cómo la falsedad y la sinrazón marcan hoy la política con el uso constante de las técnicas de desinformación que "tan bien dominaba Goebbels: si todos acaban afirmando lo mismo, aunque sea mentira, acabará convirtiéndose en verdad".
"La condición del novelista es la soledad" y "toda novela es producto de una larga serie de naufragios". Eran las dos certezas de las que partía la escritora Almudena Grandes (Madrid, 1960) en su discurso de investidura como doctora honoris causa por la UNED, una ceremonia celebrada el jueves por la mañana en el Edificio de Humanidades de esta universidad en Madrid, donde recibía el mismo homenaje el hispanista Darío Villanueva, exdirector de la Real Academia Española. Ambos doctorados venían propuestos por el Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura de la Facultad de Filología, y mientras que Grandes contaba con Julio Neira Jiménez como padrino, Villanueva era acompañado por José Romera Castillo. En la mesa de autoridades comparecían el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, y el rector de la UNED, Ricardo Mairal.