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Arco 2021 es, como todo lo que ocurre desde marzo de 2020, un poco más que inusual. Primero, por el cambio de fechas: en vez de pertrecharse contra el frío de febrero, fecha habitual de la principal feria de arte contemporáneo de España, los visitantes se abrigan para protegerse del aire acondicionado. Y, pese al cambio, con el desplazamiento de Art Basel de junio a septiembre, se ha convertido en la primera gran feria europea del sector en volver a abrir sus puertas. El Arco 2022 llegará en solo unos meses, en febrero de nuevo, y si todo va bien a plena potencia, y eso hace que muchas galerías se hayan refrenado, moderando los precios de las obras seleccionadas y dejando los fuegos artificiales y las grandes polémicas para momentos de mayor esplendor. Con todo, en el vasto espacio de la feria —que pese a todo es una feria comercial, y no un museo— se dan cita algunas obras creadas en 2020 y 2021 que sirven como reflejo de este mundo raro.
Uno de los tres lienzos de Me muero de risa, me parto de pena, de Txomin Badiola, en Arco 2021. / CARRERASMUGICA
En el stand de la galería CarrerasMugica de Bilbao, el artista vasco Txomin Badiola condensa lo que muchos han podido sentir en este año y pico. El título de la obra, fechada en 2020, es Me muero de risa, me parto de pena: tres óleos con collages en los que se lee “Me muero / de risa”, “De pena / me parto” y “Me parto / me muero”. Entre los distintos motivos recogidos, en tonalidades grises, se distingue la figura de un hombre que se tapa el rostro con la mano. Entre marzo y mayo de 2021, el creador expuso estos lienzos en la galería, como parte de una muestra titulada Me parto de risa. Me muero de pena. “Si los tiempos son raros, las circunstancias del trabajo son raras, la disposición para hacer cualquier cosa es rara, no sé por qué el título no iba a ser raro”, explicaba entonces. “Para mí al menos, la actualidad, tanto del arte como de la vida, me induce simultáneamente a la risa y al llanto”.
Cerca de allí, en la galería Peres Projects de Berlín, una escena familiar podía tener más o menos los mismos efectos: Pilates, del mexicano Manuel Solano, muestra a una mujer siguiendo una clase desde la tele de su salón. Está fechada en 2021. Y así es como una escena aparentemente inocua puede poner la piel de gallina. En la galería murciana Artnueve sucede esto mismo otra vez: La fuga ebria, de Pablo Capitán del Río, es una instalación consistente en un sinfín de botellas extendidas por el suelo. Algunas son, en realidad, de resina de poliéster, y se deforman y estiran como si fueran el mismo líquido que una vez contuvieron. El arte es, en parte, el contexto en el que se recibe: durante el confinamiento, las redes sociales se llenaban de fotos de botellas acumulándose en las cocinas, sus habitantes embarcados también en una fuga ebria.
La galería serbia Eugster Belgrade mostraba la obra de Vladimir Miladinovic, una serie de acuarelas que reproducen portadas de periódicos internacionales del último año. Algunos titulares (verídicos): “Investigadores franceses probarán parches de nicotina en pacientes con coronavirus”, “Inundaciones, tormentas y calor asfixiante: el clima extremo de 2020”, “El coronavirus es un caldo de cultivo para las teorías te la conspiración: por qué esto es un problema serio”, “Beba vodka para luchar contra el coronavirus, dice el presidente bielorruso”. Hace no mucho, la obra podría haber sido un ejercicio de sátira política, pero hoy es casi periodismo.
No todo lo oscuro viene del presente. La obra 'Gernika' Gernikara, del artista vasco Agustín Ibarrola, lucía en las paredes de Arco después de décadas olvidado en el estudio del artista. En el largo lienzo, el creador tomaba los elementos del famosísimo cuadro de Pablo Picasso para reclamar su regreso desde el MoMA de Nueva York a la ciudad que lo inspiró. El homenaje de Ibarrola era parte de un movimiento colectivo que, temiendo los males del centralismo, insistía en que el cuadro tenía que estar en un museo creado en torno a la obra, ya un símbolo de la criminalidad de la guerra. Pero en 1992 el Guernica se instala definitivamente en el Museo Reina Sofía, en Madrid, recién inaugurado. Ahí sigue, claro, con el consejo de los conservadores de no moverlo ni un milímetro. Y la obra de Ibarrola, ya sin poder servir a su propósito, se quedó también en el caserío familiar que le servía de estudio, hasta ahora. ¿Qué figuras hay en ese nuevo Guernica que no estuvieran en el antiguo? Los tricornios de la Guardia Civil, los carros militares, los agujeros de bala.Yo perreo solaEn esta edición, y por primera vez, Arco centra sus 25 Proyectos de Artista —stands dedicados a un solo creador— exclusivamente a mujeres. “Es un proyecto en dos años. Creemos que hay que exagerar un poco para que las cosas vayan calando, así que la idea se repetirá el año que viene”, explicaba la directora de la feria, Maribel López. Además, cree que el tema de la representación de mujeres es un tema que “las galerías ya se estaban preguntando”, por lo que se observan más obras de creadoras dentro incluso del Programa General. Entre ellas está Rebecca Ackroyd, en la galería Peres Projects: su escultura Mandy (2020), una figura blanca antropomórfica con rostro de cera, desfigurado por el calor, y peluca, resulta inquietante. Varios paneles de cristal permiten mirar dentro de la mujer: se ve solo el rojo de la carne y una tela de alambre. En las paredes, un lienzo muestran precisamente las marcas de esta tela metálica en la piel, como la huella de unas cadenas.Otra creadora que forma parte de estos Proyectos de Artista es la brasileña Beth Moysés, que en la galería Fernando Pradilla, de Madrid, expone la instalación Taller de costura, compuesta entre 2018 y 2021. A través de distintas obras, utiliza el lenguaje de la costura doméstica, la ejercida por mujeres a lo largo de toda la historia —y también por su madre—, para señalar las heridas del machismo. En Mil ataduras, borda sobre gasas médicas las iniciales de las mujeres asesinadas en España en los últimos 15 años. En el vídeo 129 en llamas saca de su boca 129 carretes de hilo, como fueron 129 las trabajadoras fallecidas en el incendio de Triangle Shirtwaist and Co., en Nueva York, en 1911. En la serie de fotografías Casa de Acogida, pedía a las habitantes de uno de estos hogares para víctimas de la violencia machista que escribieran en sus brazos lo que querían que fuera su vida a partir de ese momento: en ellos se leen las frases “Cambiaré el miedo de mis hijas” o “Ahora estoy despierta y no quiero dormir más”. Parte de la instalación Taller de costura, de Beth Moysés, en Arco 2021. / EFEEn las obras de Inmaculada Salinas también tiene un peso especial la palabra. En su Serie Síntomas, realizada con lápiz de colores sobre papel, una nube de tonos intensos rodea distintos lemas o frases, a los que la autora añade un pequeño “no”, como una anotación. Se lee LA CALLE ES NUESTRA”, que la objeción de Salinas convierte en “LA CALLE no ES NUESTRA”. De igual forma, “LA QUE JA no ES LA PROTESTA” o “EL TRABAJO no OS HARÁ LIBRES”. En la Galerie Crone, la artista austriaca Ashley Hans Scheirl refleja en el cuadro Fluffy Sucker parte de su proceso de transición como mujer trans: bajo una silueta femenina, una píldora roja domina el cuadro. En un extremo, una forma como de peluche parece absorber la energía de la figura: se trata de una crítica a la medicación hormonal, explica uno de los galeristas, un proceso físico exigente que tiene también consecuencias emocionales.Hay incluso espacio para los rastros pop del feminismo. Una de las obras más fotografiadas era una gran placa de mármol del artista colombiano Dagoberto Rodríguez, en la galería Sabrina Amrani, en la que se leía “Yo perreo sola”, el título de una de las canciones más populares del reguetonero puertorriqueño Bad Bunny, y también un inesperado himno feminista... para un mundo sin discotecas. En ADN Galería, María María Acha-Kutscher, peruana residente en España, trazaba coloridos retratos de manifestantes por los derechos de las mujeres, desde el pañuelo verde argentino a los lemas escritos en las mejillas que recorrieron el mundo durante el último 8M.Una feria extrañaAunque se iría animando a lo largo de la mañana, la feria arrancaba el día con una calma impropia: en vez de las 300 galerías de 30 países 2020, aquí se dan cita 130 galerías de 26 países, aunque el espacio ocupado sea el mismo para permitir la distancia de seguridad. El aforo de los dos pabellones de Ifema que ocupa la cita se ha reducido al 50%, y la organización espera una La lista de coleccionistas que se acercarán hasta Ifema de aquí al domingo se ha reducido solo ligeramente con respecto al año pasado: de 300 a 250. Esto último es lo que decidirá el éxito comercial de la feria, pilar que sostiene un encuentro profesional pensado para hacer contactos, cerrar ventas y abrir perspectivas de negocio. Este año es un pelín distinto: hay quienes señalan la importancia de que el sector vuelva a ponerse en marcha y los coleccionistas desempolven la chequera, pero la mayor parte de los galeristas insisten en que su participación es casi, casi, simbólica.“Llevo viniendo 40 años, desde la primera edición, me siento muy ligada a la feria”, recuerda Chantal Crousel, de la galería francesa homónima. “Ha sido muy frustrante no poder retomar el contacto, y como ha sido la primera feria en arriesgarse, teníamos que apoyar la energía, las ganas y la pasión de la organización”. Aun así, la galerista celebra que los coleccionistas estén “contentos” de volver a las ferias. Y algo similar dice Belén Herrero, codirectora de la galería Marlborough: “Las ventas son importantes, pero es cierto que nos enfrentamos a esta edición pensando más en la necesidad de volver a la normalidad. Por ser las fechas que son, sabemos que no va a ser lo mismo, pero en seis o siete meses hay otra feria en sus fechas ordinarias, y venimos también con eso en mente”. Pero todo puede pasar. En 2020, este periódico titulaba su crónica de la feria: “Arco abre sus puertas ajena a la alarma por el coronavirus”. Y luego pasó lo que pasó.Gernika' GernikaraAgustín Ibarrolareclamar su regreso desde el MoMA de Nueva York a la ciudad que lo inspiróse quedó también en el caserío familiar que le servía de estudio
Yo perreo sola
standshay que exagerar un poco para que las cosas vayan calandoRebecca AckroydMandyse ve solo el rojo de la carne y una tela de alambre
Beth MoysésTaller de costurael lenguaje de la costura domésticaMil ataduras129 en llamasCasa de Acogidahogares para víctimas de la violencia machista
las obras de Inmaculada SalinasSerie SíntomasAshley Hans Scheirl Fluffy Suckeruna píldora roja domina el cuadro
en la que se leía “Yo perreo sola”
Una feria extraña
130 galerías de 26 paísesde 300 a 250hacer contactos, cerrar ventas y abrir perspectivas de negocio.
teníamos que apoyar la energía, las ganas y la pasión de la organizaciónpensando más en la necesidad de volver a la normalidad“Arco abre sus puertas ajena a la alarma por el coronavirus”
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