Ni un modelo excelente ni un fracaso clamoroso. Más bien un término medio entre los cielos y el infierno. Así define Bonifacio de la Cuadra (Úbeda, 1940) la Constitución española de 1978 y, por ende, todo el periodo conocido como transición que el autor de este libro prefiere escribir en minúscula. “La Constitución”, señala uno de los periodistas que más intensamente cubrió aquella etapa, “marcó unas reglas del juego, pero los jugadores debían jugar limpio y caminar hacia una democracia más avanzada. Pasado el tiempo, la esclerosis de los partidos mayoritarios ha impedido el fomento de la participación popular, las listas abiertas, el impulso de una iniciativa popular más ágil…”
Desde las páginas del diario El País como corresponsal jurídico y también como editorialista, Bonifacio de la Cuadra, Boni a secas para todos sus compañeros, contó con un observatorio privilegiado para seguir la política y la judicatura de las últimas cuatro décadas. Este libro está basado en esa larga experiencia profesional. Siempre a partir de una actitud muy razonada, De la Cuadra rechaza que la izquierda, los socialistas y los comunistas, hicieran amplias concesiones a la hora de redactar la Constitución y de consensuar la salida de la dictadura con los sectores que venían del franquismo. “La izquierda no se bajó los pantalones en la Transición”, manifiesta el periodista con rotundidad para añadir que “la llamada ruptura democrática, en contraposición con la reforma pactada, no fue posible porque ni el PSOE ni el PCE tuvieron la fuerza suficiente para imponer una alternativa más progresista y radical. De todos modos y en honor a la verdad, la Constitución incluyó un catálogo de derechos y libertades que se correspondía más con una ruptura que con una reforma”.
Dicho esto, el autor de Democracia de papel (Catarata), que lleva por ilustrativo subtítulo Crítica al poder, desde la Transición hasta la corrupción niega airado que la crítica periodística o ciudadana estuviera ausente en aquel periodo entre 1975 y 1982, Democracia de papel Crítica al poder, desde la Transición hasta la corrupción tal como mantienen ahora algunos historiadores o algunos líderes de partidos emergentes. “A comienzos de los años 80”, recuerda Boni de la Cuadra, “muchos periodistas, profesores e intelectuales ya denunciamos la instrumentalización de la judicatura, los riesgos del bipartidismo, la falta de democratización de las instituciones del Estado o el excesivo peso de la Iglesia católica, por citar algunos aspectos. Es muy injusto que ahora vengan algunos a decirnos que fuimos sumisos o acomodaticios en aquella época”.
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Al volver la vista atrás hay que recordar que la Constitución otorgó un poder muy amplio a los partidos políticos en un intento de reforzar la democracia tras una larguísima dictadura. Ahora bien, las tornas han cambiado porque en la actualidad una amplia mayoría social reclama más participación popular de todo tipo y menos privilegios de los aparatos de los partidos. A juicio del autor del libro, “aquello explica también que se bloqueara de forma muy severa una posible reforma de la Constitución para impedir una involución democrática como estuvo a punto de ocurrir con el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981”.
Pocos periodistas han seguido tan de cerca los avatares de la Carta Magna y del Tribunal Constitucional, durante las pasadas décadas como Bonifacio de la Cuadra. Desde esa perspectiva está de acuerdo con todos aquellos que optan por una reforma de la ley de leyes. Sin embargo, la obligatoriedad de que cualquier reforma de calado deba contar con un amplísimo consenso de las fuerzas políticas convierte esa operación en un objetivo casi inalcanzable, al margen del color de los distintos gobiernos. “Está claro”, opina el periodista y analista, “que aspectos como la estructura del Estado, la monarquía, el Senado o las formas de participación democrática necesitan una revisión. La dificultad radica en que los mecanismos de reforma de la Constitución son muy complicados”.
Licenciado en Derecho y periodista, cronista jurídico y parlamentario, el autor de Democracia de papel es uno de los expertos que mejor conoce el mundo de los jueces en España. Democracia de papel Después de criticar en su libro la politización partidista que se ha adueñado del Tribunal Constitucional (TC) o del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) De la Cuadra propone un sistema en el que la sociedad entera pudiera votar una parte de los órganos que representan a los jueces. “Podría”, apunta, “utilizarse una vía mixta entre la elección popular y la elección parlamentaria de estas instituciones para evitar las cuotas de partido. Es algo que permite la Constitución. De este modo, se evitaría también el corporativismo de los jueces que siempre daría un sesgo conservador a sus instituciones representativas. A la hora de la verdad, el Parlamento ha prostituido con su práctica la elección de los órganos jurisdiccionales. Es una práctica que hay que combatir y eliminar".
Ni un modelo excelente ni un fracaso clamoroso. Más bien un término medio entre los cielos y el infierno. Así define Bonifacio de la Cuadra (Úbeda, 1940) la Constitución española de 1978 y, por ende, todo el periodo conocido como transición que el autor de este libro prefiere escribir en minúscula. “La Constitución”, señala uno de los periodistas que más intensamente cubrió aquella etapa, “marcó unas reglas del juego, pero los jugadores debían jugar limpio y caminar hacia una democracia más avanzada. Pasado el tiempo, la esclerosis de los partidos mayoritarios ha impedido el fomento de la participación popular, las listas abiertas, el impulso de una iniciativa popular más ágil…”