Chuck Berry: feliz día para el padre del rock and roll

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El éxito tiene muchos padres, y nada ha tenido más éxito en la música de los últimos sesenta o setenta años que el rock and roll. Chuck Berry no fue el primero, ni en su momento ocupó los primeros puestos en las listas de discos más vendidos, pero puso las bases de la música popular de la segunda mitad del siglo XX e impregnó a sus más grandes creadores hasta ayer mismo, cuando fallecía en su natal y adorada Saint Louis.

Antes que él, Bill Haley había lanzado Rock Around the Clock en 1954, aunque su primer éxito popular fuera Shake, Rattle and Roll, pronto fue superada por la anterior, que muchos consideran el nacimiento de ese estilo de música. Faltaba aún un año para que Berry lanzara, sobre la base de un tema country, la canción Maybellene, inicio de su discografía.

Solo un año, sí, pero una revolución, un cambio drástico, dos maneras distintas de entender el rock and roll absolutamente contrapuestas. Bill Halley y sus Cometas venían de antecedentes blancos, muy cercanos al boogie, que llevaba sonando casi desde el final de la II Guerra Mundial y que a su vez encontraba raíces en las big band de la época, con el In the Mood de Glen Miller como referencia. El rock and roll de Haley estaba asentado en instrumentos de viento –con gran protagonismo del saxo– y el enorme contrabajo. Había, sí, guitarra electrica, pero como mero elemento de acompañamiento.

Berry era la guitarra... Y luego todo lo demás. Junto a ese convertir la guitarra en protagonista absoluta, Chuck viene de otra cultura musical firmemente clavada a la tierra: él viene del country, pero sobre todo del viejo blues, y de su expresión moderna: el rhythm and bluesrhythm and blues, esto es, música popular negra, la que viene de las plantaciones, de las calles, de los locales, solo para negros. Y este es uno de los legados principales del músico de Misuri, penetrar la música de negros y para negros en el mundo tan lejano de los blancos, hasta impregnar todo el rock and roll posterior hasta hoy.

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Tras la inicial Maybellene vendrían, atropellándose en el tiempo, Rool Over Beethoven, Rock and Roll Music, Sweet Little Sixteen, Johnny B. GoodeRool Over BeethovenRock and Roll MusicSweet Little SixteenJohnny B. Goode... Éxitos en su momento, pero que tampoco alcanzaban el número 1 de las listas generales. Vino luego una nueva estancia en la cárcel, que ya había conocido en la adolescencia, y el rescate por parte de las nuevas hornadas de músicos, que adoraban su legado.

Ellos, los músicos nacidos después de él, son los que le convierten en el padre de la música popular de los últimos sesenta años. Beatles, Rolling Stones, Beach Boys, Led Zeppelin o Bruce Springsteen graban sus temas, actúan con él, imitan su manera de usar la guitarra... y multiplican su enorme influencia, su huella en el rock and roll.

En vísperas de la celebración en buena parte de Europa del día del padre, cierra los ojos en su amado Saint Louis, mientras esperaba la salida de un nuevo disco. Desaparece el hombre, el artista; quedan –y quedarán– sus canciones y, sobre todo, el inmenso legado del auténtico padre del rock and roll.

El éxito tiene muchos padres, y nada ha tenido más éxito en la música de los últimos sesenta o setenta años que el rock and roll. Chuck Berry no fue el primero, ni en su momento ocupó los primeros puestos en las listas de discos más vendidos, pero puso las bases de la música popular de la segunda mitad del siglo XX e impregnó a sus más grandes creadores hasta ayer mismo, cuando fallecía en su natal y adorada Saint Louis.

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