El alegato de Almodóvar por la eutanasia o la lucha vecinal en 'El 47': la edad de oro del cine social español

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"La película habla no solo de la solidaridad sin límites, sino también de la decisión de un personaje de terminar con su vida cuando esta solo le ofrece un dolor sin solución. Despedirse de este mundo limpia y dignamente es un derecho fundamental de todo ser humano, no es un asunto político, sino humano, y es desde la humanidad como hay que abordarlo, aunque los gobiernos tengan que articular las leyes adecuadas para que esto se pueda llevar a cabo".

Así de reivindicativo fue Pedro Almodóvar al recoger el León de Oro a Mejor Película en el Festival de Venecia por su nuevo film, La habitación de al lado, que llegará a los cines el próximo mes de octubre. La eutanasia se colocaba así en el epicentro de todas las miradas del universo cinematográfico (y más allá) en el escenario de uno de los certámenes más longevos y prestigiosos del mundo. Y todavía añadió: "Yo pediría a los practicantes de cualquier credo que respeten y no intervengan en decisiones individuales, el ser humano debe ser libre para vivir y para morir cuando la vida sea insufrible".

Inspirada en la novela de Sigrid Nunez ¿Cuál es tu tormento?, La habitación de al lado narra los últimos días de una exreportera de guerra (Tilda Swinton), enferma de cáncer terminal, que decide poner fin a su vida y que pide a una antigua amiga (Julianne Moore) que la acompañe en ese trance en una aislada y lujosa casa en la montaña. La cinta habla de la crueldad sin límites de las guerras, de los modos tan distintos en que las dos escritoras se acercan y escriben sobre la realidad, habla de la muerte, de la amistad y del placer sexual como los mejores aliados para luchar contra el horror. Y también habla del dulce despertar con los trinos de los pájaros, en una casa construida en plena reserva natural en New England, donde las dos amigas viven una situación extrema y extrañamente dulce.

Va con todo Almodóvar en la reivindicación del derecho a una muerte digna en un momento en el que pareciera que el cine español pone especial énfasis en la denuncia social y los temas comunitarios que nos afectan a todos como colectividad. Lo hemos visto también, por ejemplo, en la última producción de Benito Zambrano, quien aborda en El salto el drama migratorio de los subsaharianos que intentan saltar la valla de Melilla pensando que al otro lado les espera poco menos que el paraíso, cuando en absoluto es así. Porque en este otro lado lo que encuentran es, en realidad, incomprensión, desprecio y no pocos problemas legales (también, por fortuna, y eso nos salva, gente buena que trabaja para darles ese poquito de ayuda que para ellos es infinita).

El 27 de septiembre es estrena en las salas de cine de todo el país Soy Nevenka, de Icíar Bollaín. Un caso de violencia sexual que conmocionó al país en el año 2000, cuando Nevenka Fernández (interpretada por Mireia Oriol), de 24 años y concejala de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada, sufre una persecución implacable, tanto sentimental como profesional, por parte del alcalde, un hombre acostumbrado a hacer su voluntad en lo político y en lo personal. Ella decidió denunciar, aún sabiendo que debería pagar un precio muy alto: su entorno no la apoya, la sociedad de Ponferrada le da la espalda y los medios la someten a un juicio público. Este caso inició en España el movimiento #MeToo mucho antes de que se inventara el término gracias a la víctima, pionera al llevar por primera vez a un político influyente y popular ante los tribunales por acoso sexual y laboral.

Después de mostrarnos la cara más mortífera de la inmigración en el mar en Mediterráneo (2021), Marcel Barrena insiste en las temáticas sociales en su recién estrenada película, El 47, en la que Eduard Fernández se convierte en Manuel Vital, el autobusero que desafío al Ayuntamiento de Barcelona conduciendo su vehículo para demostrar que podía llegar hasta Torre Baró, una humilde barriada de la Ciudad Condal dejada de la mano de Dios allá por los años setenta del siglo pasado. Lucha de clases vecinal en el barrio con el autobús como sinónimo de igualdad y un heroico conductor empeñado en demostrar a los responsables municipales que esas calles llenas de chabolas no son ni demasiado estrechas ni demasiado inseguras.

Por supuesto, no solo el cine trata este tipo de temáticas, que han encontrado también un buen acomodo en las series de las plataformas audiovisuales. Es el caso de una de las series del momento, Respira, producción original de Netflix en defensa de la sanidad pública. Una ficción que dramatiza (aún más) la realidad protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón, Borja Luna, Blanca Suárez o Najwa Nimri, y que muestra la precariedad con la que nuestros sanitarios trabajan en el hospital público Joaquín Sorolla de Valencia y en el que se plantea esa sempiterna batalla entre la sanidad universal para todos o la atención privada para unos pocos. “La masificación y el caos que se muestra en los servicios de urgencias es cierta”, nos contaba días atrás un profesional sanitario.

El cortometraje también es un medio recurrentemente utilizado para abordar cuestiones sociales. Entre los más recientes encontramos Ajar, presentado también en el Festival de Venecia sin la presencia de su directora, la iraní Atefeh Jalali, y su elenco, al prohibir el Gobierno de Irán salir del país al no llevar puesto el hiyab la protagonista del film. En la pieza, producida por los españoles Néstor López y Pilar Sancho, de Filmakers Monkeys, junto a las productoras iranís Hadish Media; We Shorts y AIFILMPRO, se quiere reflejar la representación estereotipada de las mujeres en el cine a través del relato de la historia de una mujer y un hombre involucrados en una relación extramatrimonial. Sin embargo, esta situación va a dar un giro de 180 grados cuando la esposa del protagonista es arrestada durante las protestas por el asesinato por parte de la Policía de la Moral de la mujer iraní Mahsa Amini. Feminismo, violencia e integrismo religioso concentrados en apenas doce minutos.

Por supuesto, el género documental ha sido históricamente una herramienta de lo más eficaz para plasmar las preocupaciones del mundo que nos rodea. Eso es lo que hacen Manuel Coronado y Telmo Iragorri en Urak Lawoi (Hermanos del mar), película donde nos cuentan la historia de una tribu nómada que lleva cientos de años buscando un lugar donde asentarse. Hace un siglo, el gobierno tailandés concedió la isla de Koh Lipe y el archipiélago de Adang a los pueblos originarios. Desde entonces, los urak lawoi han sobrevivido a los desastres naturales y humanos gracias a sus profundos conocimientos sobre la pesca y el mar. Su principal amenaza, es sin embargo uno de los más preocupantes males de nuestro tiempo: la invasión turística de la isla.

"El día 6 de julio llegamos a Pamplona un amigo mío y yo. Subimos al casco viejo. Mi amigo decidió irse al coche porque estaba muy cansado. Me senté en un banco y estaba ahí sentado un chico que me dijo: 'Jo, menuda fiesta hay aquí montada en Sanfermines, eh'. Entonces me dijo, '¿qué, has venido tú sola?'". Así empieza la declaración judicial de la víctima de La Manada en las fiestas de San Fermín de 2016, a la que ahora por vez primera podemos escuchar en la voz de la actriz Natalia de Molina. Así empieza, a su vez, No estás sola: la lucha contra La Manada, la película documental de Netflix que aporta una nueva visión a un caso que supuso un punto de cambio y no retorno en la lucha contra la violencia de género en nuestro país, con resonancias que se expandieron a nivel global en manifestaciones por todo el mundo.

Volvemos a las series para recordar Fácil, comedia creada por Anna R. Costa para Movistar Plus+ en 2022, basada en la novela Lectura fácil de Cristina Morales. Sus protagonistas no son en absoluto convencionales, sus historias no suelen ser contadas: después de toda una vida viviendo en distintos centros, cuatro mujeres con diversidad funcional de Barcelona viven en un piso tutelado que tiene vistas a la Barceloneta. Marga (Natalia de Molina), Nati (Anna Castillo), Patri (Anna Marchessi) y Àngels (Coria Castillo) son cuatro chicas buscando lo que son en un mundo que ya ha decidido lo que son sin contar con ellas. En su lucha por encontrar su propia independencia con el objetivo de seguir compartiendo piso, descubren que para conseguir su objetivo van a tener que romper una norma social tras otra. Una realidad ignorada, pero que afecta a la convivencia de todos quienes las rodean.

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De estreno inminente pero aún sin fecha, Las abogadas es una serie de RTVE que está basada en la historia real de las supervivientes de la matanza de los abogados de Atocha de 1977: Manuel Carmena, Cristina Almeida, Paca Sauquillo y Lola González (interpretadas por Irene Escolar, Elísabet Casanovas, Irene Escolar y Paula Usero). De nuevo cuatro mujeres, en esta ocasión en una historia de feminismo laboral en lo más oscuro y violento de nuestra Transición, que valientemente luchan por sus ideales democráticos y sociales en los juzgados del Tribunal de Orden Público y en la Magistratura de Trabajo. Pioneras profesionales que rompieron barreras y que han seguido presentes de maneras diferentes en la vida pública, batallando permanentemente.

Y una coda final para terminar, pues nunca está de más volver a ver Te estoy amando locamente, la película LGTBI que nos vacuna contra el virus de la ultraderecha. Sus protagonistas dieron el pregón en las fiestas del Orgullo del pasado año en pleno corazón de Chueca. Hablando a la multitud aquella tarde de celebración sintieron que estaban cerrando un círculo y, de alguna manera, haciendo justicia histórica a todos los activistas que tanto lucharon y siguen luchando por los derechos del colectivo. Personajes de ficción de 1977 convertidos en personas de carne y hueso en 2023, directamente desde la pantalla hasta el escenario de la Plaza Pedro Zerolo.

Carla Simón se encuentra actualmente rodando Romería, la película con la que cierra la trilogía familiar iniciada con Verano 1993 (2017, en la que conocemos a Frida, una niña que pierde a sus padres fallecidos de sida) y la premiada Alcarrás (2022, drama rural familiar sobre la desaparición de las actividades agrícolas). En la tercera entrega que está ahora mismo en proceso Frida encuentra unas cartas con las que responder preguntas que nunca nadie ha querido contestar en su familia y que tienen que ver con el uso de las drogas o las enfermedades de transmisión sexual. Poco más se sabe por ahora de uno de los filmes más esperados del próximo año, que volverá, eso sí, a luchar contra la estigmatización y a hablar de cuestiones incómodas.

"La película habla no solo de la solidaridad sin límites, sino también de la decisión de un personaje de terminar con su vida cuando esta solo le ofrece un dolor sin solución. Despedirse de este mundo limpia y dignamente es un derecho fundamental de todo ser humano, no es un asunto político, sino humano, y es desde la humanidad como hay que abordarlo, aunque los gobiernos tengan que articular las leyes adecuadas para que esto se pueda llevar a cabo".

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