¿En qué momento nos jodimos nosotros?

Murió Vargas Llosa. Pero no morirá nunca Zavalita, el personaje que, sentado a la puerta de La Crónica de Santiago, mirando sin amor, nos hizo indirectamente esa pregunta que resonará para siempre dentro. ¿En qué momento se había jodido el Perú? No sé si hay alguien pensando. No sé si hay alguien escribiendo. Pero falta hace que la palabra, esa expresión nuclear del pensamiento, la que nos explica el mundo y a nosotros mismos, ese lenguaje que ya no impacta en nuestra vida amortiguada, recupere su peso sobre el soporte que le demos. Que alguien diga cuándo fue que dejó de importar. Cuándo pasó que no nos dimos ni cuenta. No están las cosas para desentendernos.

Era 2019, en Arequipa, cuando en conversación con la disidente cubana Yoani Sánchez, escuché a Mario Vargas Llosa decir: “Aceptemos la corrompida democracia que tenemos porque es mejor que una dictadura”. Pero creo que ya tampoco están las cosas para aceptar sin más las corrupciones. Desde dónde hay que escribir ahora. Cuáles son las preguntas.

En Cartas a un joven novelista, un libro pequeño y fundamental para mí hace unos años en el que a la manera de Rilke en Cartas a un joven poeta, Vargas Llosa, en un epistolario sin respuesta, resuelve las dudas de un supuesto aprendiz de escritor, dice: “Bajo su apariencia inofensiva, inventar ficciones es una manera de ejercer la libertad y de querellarse contra los que quieran abolirla. Ésa es la razón por la que todas las dictaduras —el fascismo, el comunismo, los regímenes integristas islámicos, los despotismos militares africanos o latinoamericanos— han intentado controlar la literatura imponiéndole la camisa de fuerza de la censura”.

Responder desde la ficción y desde el lenguaje. Desde la posición política de la literatura. A todo lo que está pasando. Con eso me quedo hoy al despedir al escritor y no es poca cosa

Responder desde la ficción y desde el lenguaje. Desde la posición política de la literatura. A todo lo que está pasando. Con eso me quedo hoy al despedir al escritor y no es poca cosa. Y así me encuentro, en un desacuerdo bastante radical con lo que hizo y pensó, y escribió a veces, Vargas Llosa ya en el siglo XXI, y con mi admiración por su literatura intacta. A él le hizo escritor Conversación en la catedral, y a muchos de nosotros también. Pasa tan pocas veces en que cierras un libro y solo quieres intentar, que no saber, hacer eso algún día. Con Vargas Llosa compartí una subida en un ascensor de México, los dos solos, sin mediar más palabras que buenos días y yo recordándome adolescente, abriendo mucho los ojos ante esa novela, lo que siempre he querido escribir: la macrohistoria pesando sobre nosotros, sobre nuestra conversación interior y la que nos decimos, sobre nuestros días, y nosotros debajo, mirando con o sin amor, intentando escapar de ella.

¿En qué momento nos jodimos nosotros?

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Aroa Moreno es autora de dos novelas, 'La hija del comunista' (Caballo de Troya) y 'La bajamar' (Random House), y coautora de la biografía ilustrada 'Almudena' (Lumen), junto a Ana Jarén.

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