Las universidades públicas, “marca Madrid”

Cuando ustedes lean estas líneas –salvo que sean ya socios o socias de infoLibre, hecho muy recomendable que permite leer esta columna la noche de antes–, en Madrid docentes, estudiantes y personal administrativo de educación infantil, primaria, secundaria, junto a  seis universidades, están celebrando una jornada de huelga ante la asfixia económica a la que se sienten sometidos por su gobierno autonómico. ¿Qué tienen en común? Que todos estos centros, con sus docentes, estudiantes y personal de administración y servicios forman parte de la educación pública, esa a la que todos los análisis reconocen haber sido, durante décadas en España, el auténtico ascensor social que hizo posible la reducción de las desigualdades, la igualdad de oportunidades y, en definitiva, una sociedad democrática como base de un sistema democrático. Probablemente, la principal transformación social de la democracia.

Algunos de ustedes, desde fuera de Madrid, pensarán que esto no les afecta; ni siquiera a sus hijos o nietas. Siento darles malas noticias, pero muchas de las políticas de Ayuso son imitadas después por otros dirigentes autonómicos. Valga un ejemplo: al presidente del gobierno de Aragón, el conservador Jorge Azcón, no se le ocurrió nada mejor que celebrar San Jorge, día grande de Aragón, con una bandera gigantesca (pueden verlo aquí). ¿Les suena?

Volvamos a la educación: se podrán hacer muchos análisis al respecto y estudiar las distintas fórmulas para mejorar la educación pública, pero un dato habla por sí solo. Madrid es la comunidad que menos invierte per cápita en educación, 878 euros, casi la mitad de la que más lo hace, el País Vasco, con 1592 euros per cápita.

El Madrid de las oportunidades que presume de atraer población y talento parece no ser consciente de que buena parte de esto ha sido posible porque los sistemas de educación públicos de toda España han provisto de formación a buena parte de los que ahora innovan, invierten, gestionan y desarrollan esos talentos en la capital. Sus universidades públicas han sido “marca Madrid” en la formación de profesionales, en la investigación, el pensamiento y la innovación, y han conseguido generar un ecosistema que les ha permitido atraer talento de otros territorios, elemento clave para entender lo que hoy es Madrid.

La Comunidad de Madrid quiere desentenderse del 30% de la financiación de las universidades públicas, a las que apela a financiarse en el mercado, con las hipotecas que ello conlleva

Si nos centramos en la educación superior, la Comunidad de Madrid es la que peor financia a sus universidades, con un 21% de gasto por estudiante por debajo de la media según fuentes del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MCIU), pese a que su renta per cápita es un 36,5% mayor que la media nacional. Madrid estuvo a la cola en 2023 con una inversión de 5.473 € por estudiante, frente a la media de 6.777 €, y muy por detrás de los 8.750 € de Navarra.

Ajena a esta realidad, la Comunidad de Madrid quiere desentenderse del 30% de la financiación de las universidades públicas, a las que apela a financiarse en el mercado, con las hipotecas que ello conlleva. ¿Será posible encontrar financiación para planes de estudio o programas de investigación que no se encuentren entre los más demandados a corto plazo? Hoy la neurona de filósofo o filósofa en Silicon Valley cotiza más al alza que la de los ingenieros, pero no siempre fue así. ¿Estaban los inversores privados dispuestos a financiar esos estudios ‘raros’ como la Filosofía? Tampoco la investigación básica que fue clave para desarrollar las vacunas de la Covid se encontraba entre las prioridades a apoyar años atrás y, sin embargo, sin ella nada hubiera sido posible. 

La falta manifiesta de financiación, la mayor precarización del personal, el incremento de la burocracia y las trabas al asociacionismo universitario son algunas de las claves de la Ley de Enseñanzas Superiores (LESUC) que prepara el gobierno de Ayuso.

A estas alturas, ustedes ya estarán pensando que estos recortes y reformas son la otra cara de la moneda de las facilidades que la Comunidad de Madrid está dando a las universidades privadas y, en efecto, algo de esto hay. Pero no nos equivoquemos, la mejor manera de dar beneficios a esos centros que dicen ser universidades privadas (fuera de esto quedan, por tanto, aquellas universidades que llevan años acreditando solvencia académica dentro y fuera de la Comunidad de Madrid), es asfixiando a la que ha sido (y sigue siendo), por excelencia, la universidad de todos y, salvo excepciones, la que ha dado mayores niveles de rendimiento, excelencia, investigación y formación, que no es otra que la universidad pública. Con estudiantes procedentes de todas las capas sociales y oferta formativa en todas las áreas del conocimiento. La única que garantiza la igualdad de oportunidades y tiene la capacidad de elevar el nivel formativo de una sociedad. Con muchos errores, carencias y retos que no sabe muy bien cómo afrontar, pero que mantiene la vocación pública de garantizar la igualdad de oportunidades en algo clave para la cohesión social y la lucha contra la desigualdad, como es la educación. 

Les dejo, que este lunes estoy de huelga.

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