Tres meses para una cita en la privada mientras las aseguradoras rozan los 12.000 millones de facturación

"Menos mal que está el sector privado". El discurso siempre ha sido ese. "Menos mal que está" para ofrecer asistencia sanitaria a todas aquellas personas que tienen que esperar meses para conseguir una cita con un especialista. Y "menos mal que está", a la vez, para aliviar a un sistema público cada vez más colapsado. Este jueves fue el presidente de HM Hospitales y de la Fundación IDIS, Juan Abarca, el que lo escribió en sus redes sociales. Hacía tan sólo unas horas que el Ministerio de Sanidad había hecho públicos los últimos datos de listas de espera y faltaban escasos minutos para que el lobby de la sanidad privada presentase su último Observatorio anual. Sin embargo, más allá de este discurso subyace otra realidad: si el sistema público empeora, el privado se beneficia, pero también se resiente. "Los dos sistemas son, al final, vasos comunicantes", explica el presidente de la Unión Médica Profesional (Unipromel), Ignacio Guerrero.
Empecemos por el primero. Las últimas cifras del Ministerio de Sanidad sobre listas de espera –publicadas este miércoles– no sólo son malas, sino que son peores que las que había hace un año. Según el departamento de Mónica García, a 31 de diciembre de 2024 había 83 de cada 1.000 personas haciendo cola para conseguir una visita con un médico especialista, una tasa 1,7 puntos superior a la de un año antes. Pero es que además, de media, todos ellos esperan 105 días, es decir, más de tres meses. Y cuatro días más que a finales de 2023.
Ahora bien, la fotografía que queda si la situación se compara con la que había antes de la crisis del coronavirus es muchísimo peor. En 2019 la tasa de pacientes en espera era de 63,7 por cada 1.000 habitantes y los días que esperaban no llegaban ni a los 90. En aquellos años, además, el porcentaje de personas que esperaban más de 60 días para conseguir cita con el especialista era del 49%. Hoy, del 63,3%. "Año a año vemos estos datos. La sanidad pública empeora y las listas de espera son el mejor ejemplo de ello", denuncia el portavoz de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, Sergio Fernández Ruiz.
¿Cuál es el resultado de esto? Que la opinión de los ciudadanos sobre la sanidad pública es cada vez peor. Para comprobarlo no hace falta más que leer los barómetros sanitarios publicados por el CIS. Y compararlos entre sí. Por ejemplo, el relativo a 2019 reveló que un 23,2% de los encuestados pensaba que el sistema funcionaba "bastante bien", una opinión que ahora sólo suscribe el 12,2%. Si miramos la otra cara de la moneda, antes de la pandemia el porcentaje de ciudadanos que pensaban que la sanidad pública funcionaba mal era del 27,4%; hoy, del 44,3%.
Los expertos y hasta estudios científicos han demostrado que esto, a su vez, tiene otra consecuencia clara y evidente. Y es que muchas de estas personas —las que pueden permitírselo, claro— se lanzan al salvavidas de la sanidad privada. Los datos en este sentido tampoco dejan lugar a dudas. Los más recientes son los que precisamente publicó este jueves la Fundación Idis, que mostró que el número de asegurados ha pasado de 10.586.000 en 2019 a 12.621.000 en 2024. Si observamos únicamente los datos correspondientes a los asegurados no mutualistas, la cifra ha pasado de ocho a diez millones. Son, se mire por donde se mire, dos millones de pacientes más para atender en tan sólo cinco años. Un 19,2% más. Y con los mismos recursos, critica Guerrero.
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"Hace 25 años, en los 2000, había alrededor de seis o siete millones de asegurados. Hoy se han duplicado, pero sin más especialistas", lamenta el líder de Unipromel desde el otro lado del teléfono. Como presidente de la Unión Médica Profesional constata las quejas del sector y como oftalmólogo en la asistencia privada lo comprueba en sus propias agendas. "Es abril, pero estoy dando citas para el mes de junio", dice, en conversación con infoLibre. A sus compañeros les pasa igual. Sobre todo a los que se dedican a su especialidad o a otras con una alta demanda como traumatología o dermatología. "La espera llega incluso a los tres meses", denuncia. Igual que en la pública.
La solución que han tomado algunos de los facultativos ha pasado por cerrar agendas. "Muchos ya no aceptan pacientes nuevos para poder atender dignamente a los que ya tienen", destaca. Y lamenta que esta realidad no se refleje en los pocos datos que hay. Y que proceden, y ahí está el problema, del propio sector privado. "Los datos están maquillados. La realidad es peor de lo que muestran", señala Guerrero.
La Fundación Idis publica cada año su Estudio Resa, un informe en el que plasma los resultados sanitarios, entre los cuales también se encuentran los tiempos de espera que se manejan en sus clínicas y hospitales. El último, correspondiente a 2023, es contundente: "A pesar del aumento del número de asegurados en la sanidad privada, los tiempos de espera hasta la primera consulta han disminuido en todas las especialidades analizadas". Sin embargo, si se amplía la mirada y se observa qué ha pasado desde 2018, de todas las especialidades que detalla el lobby tan sólo una, precisamente oftalmología, ha disminuido sus tiempos de espera. En concreto, ha pasado de 10,9 días en 2018 a 9,8 en 2023. Dermatología ha pasado en cambio de 14,6 a 22,1 y traumatología, por su parte, de 11,2 a 12.
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"El deterioro del sistema público es lo que explica esto", sentencia el presidente de Unipromel. Es lo que definía como "vasos comunicantes". En resumen: la espera en la pública aumenta los pacientes de la privada y eso, a su vez, incrementa también los tiempos. Ahora bien, eso lo sufren sólo los pacientes. Las empresas aseguradoras, en cambio, incrementan su pastel. Y así lo muestra también Idis, que detalla que las primas del sector ascendieron en 2024 hasta los 11.941 millones de euros, un 39,3% más que antes de la pandemia.
La patronal de los seguros, Unespa, publicó por su parte este miércoles los datos de la facturación relativos al primer trimestre del año. Y la conclusión es parecida: las empresas siguen ganando. En concreto, de enero a marzo un 12% más que en el mismo periodo de 2024. Se embolsaron, en términos absolutos, 3.586 millones de euros en sólo tres meses. "Está claro que las aseguradoras son las grandes ganadoras del deterioro de la sanidad pública", lamenta Fernández Ruiz. Y son tres, en concreto, las que salen mejor paradas: sólo entre SegurCaixa Adeslas, Sanitas y Asisa aglutinan el 58,7% de la cuota de mercado.
Dentro de una semana, a partir del 1 de mayo, los funcionarios tendrán que escoger precisamente entre dos de ellas —Adeslas o Asisa— y la sanidad pública. DKV, la cuarta compañía con más ingresos, decidió este año no presentarse al concierto de Muface como hasta ahora estaba haciendo. Según argumentó, por "insuficiencia económica".