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León de Aranoa: "'Sintiéndolo mucho' es estar un rato con Joaquín cuando no es Sabina"

Presentación de 'Sintiéndolo mucho' en Madrid

Joaquín Sabina prácticamente entrando en pánico antes de un concierto en Las Ventas en 2010, cantando con los mariachis de juerga en México, peleándose a muerte con Benjamín Prado por una coma de más o de menos en unos versos. Joaquín Sabina cantando en la ducha, en el camerino, en una furgoneta cualquiera. El Joaquín septuagenario leyendo emocionado unos añejos versos escritos por su padre en el teatro de su Úbeda natal en el que actuó siendo apenas un chiquillo, cuando soñaba con todo un mundo por descubrir mucho más allá viendo los trenes pasar desde esa estación a la que también regresa varias décadas después.

Muchos sentimientos, en ocasiones encontrados. La cara pública de Sabina y la privada de Joaquín, sobre el escenario siempre con bombín a modo de disfraz y como forma de diferenciar al personaje que está ahí arriba y la persona que es todo el resto del tiempo. "Si hubiera una sinopsis de la película, sería el deseo de compartir con el espectador la proximidad y la cercanía de Joaquín que yo he sentido como un raro privilegio durante todos estos años", resume a infoLibre Fernando León de Aranoa, director de Sintiéndolo mucho, el documental para el que ha perseguido al artista cámara en mano durante los últimos trece años y que este 17 de noviembre llega, al fin, a casi doscientos cines de toda España.

El cineasta logra así pintar un retrato único que recorre todos los escenarios del músico y poeta, públicos y privados, luminosos y ocultos. Un recorrido por las claves de su vida y de su trabajo: por lo que le mueve, por lo que le inspira, por lo que le duele, desarrollado siempre a partir de situaciones vivas, compartidas, entre cantante y cineasta, quien explica: "Me gustaría que el espectador pueda sentir el privilegio de estar un rato con Joaquín cuando no es Sabina. Creo que eso puede llegar a pasar, que de alguna manera tras verlo sienta que ha tenido un encuentro de dos horas con él, estando muy cerca y llevándose una sensación muy real de cómo es y quién es".

A lo largo de trece años a todos nos pasan multitud de cosas, unas más importantes que otras, y Fernando León de Aranoa se las ha arreglado (llamémoslo destino, intuición o quién sabe) para estar en las más trascendentes de su protagonista. Como aquella tarde de 2010 en la que coincidieron en Aguascalientes (México) Sabina con un concierto y José Tomás con una corrida en la que resultó gravemente herido. La presencia de las cámaras nos permite ver el saludo entre ambos antes de la corrida, la concentración del torero, al músico en el tendido y luego teniendo que marchar rápidamente a su concierto con la preocupación en el cuerpo.

Imágenes inéditas que ven ahora la luz después de tanto tiempo esperando el momento en el que todo encajara. "Cuando compartía el material con alguien me decía ¿pero de verdad tienes todo esto aquí y no lo estás sacando? Pero es que yo no sabía qué película estábamos haciendo", admite el director, quien era, según sus propias palabras, "muy consciente durante todos estos años de que había muchos tesoros grabados y almacenados que en algún momento tenía que compartir con el público" porque era "injusto" que se los quedara solo para él.

Aquella maldita tarde en Aguascalientes resulta esencial en la narración porque trasciende la angustia de la propia situación y explica cómo un artista tiene que actuar para 10.000 personas mientras su amigo está en el quirófano, "cómo maneja sus emociones, cómo las encarrila o las deja salir". "En esa noche se entiende muy bien a través de cómo la vive Joaquín, porque es una noche muy intensa en la que pudimos rodar todo lo que pasaba", apostilla.

Con cierto don de la ubicuidad, casi como si la película en la que llevaba trabajando una década fuera la que lo estuviera pidiendo para acrecentar la épica, también pudo rodar León de Aranoa la terrible caída sufrida por Sabina en plena actuación en el WiZink Center de Madrid en febrero de 2020, que le llevó directamente al hospital, y a través de la cual se produce un "paralelismo" con José Tomás. Porque no era una cogida, pero a su manera y salvando las distancias sí que se le parecía, y como tal se lo tomó el público allí congregado.

"La imagen que más me impresionó aquella noche fue el WiZink Center lleno con 15.000 personas en completo silencio. Un silencio que duró media hora hasta que se supo que Joaquín estaba bien, dentro de lo que cabía, lo cual provocó una ovación muy emocionante y con mucho amor del público. Ese silencio de 15.000 personas es muy atronador, es algo que no existe. Era como una pesadilla que pudimos grabar", reconoce el cineasta, que también contaba, por tanto, con imágenes inéditas de aquella infausta velada.

Y aún continúa: "Los toros son parte importante de la vida de Joaquín y él mismo lo explica en la película. Además, muchas veces hace la analogía del miedo que pasa antes de salir a actuar preguntándose por el miedo que pasan los toreros, por lo que hay momentos en que la película explora eso en los minutos previos a una actuación. A veces su toro es el público, y salir a actuar le gusta mucho pero le impone ese respeto. En algún momento juego a eso como un paralelo entre él y su amigo José Tomás".

El paso del tiempo queda también reflejado en pantalla a través de unas canas que no estaban ahí cuando arrancó esta aventura cinematográfica que, a pesar de no contar realmente con una planificación de guion o de rodaje, sí que se movió desde un primer momento con la intención de estar presente en diferentes momentos que "uno anticipa que pueden ser importantes", como el proceso de composición de un disco o una gira de conciertos.

Con Joaquín, si hay algo que se puede complicar, se complica y, al mismo tiempo, las cosas pueden florecer en cualquier instante y ser mejores de lo que uno anticipa

Fernando León de Aranoa — Director de 'Sintiéndolo mucho'

Acompañar al protagonista en estos momentos casi siempre terminaba "superando las expectativas" del cineasta en el sentido de que, según asegura, "con Joaquín siempre pasan cosas". "Si hay algo que se puede complicar, se complica y, al mismo tiempo, las cosas pueden florecer en cualquier instante y ser mejores de lo que uno anticipa", explica, para luego añadir: "He grabado mucho con él porque al lado suyo siempre pasan cosas interesantes, siempre hay algo incierto y cierto caos que puede aterrizar de una manera dulce y bella o que puede complicarse".

De esta manera ha conseguido mostrar en pantalla a un Joaquín que "se parece mucho" al que él conocía y ahora el público puede acercarse a conocer. Un personaje que en realidad no es tan diferente de la persona como quizás él mismo piensa, pues según apunta León de Aranoa, Sabina "es mucho lo que canta". "Él explica el disfraz del bombín e incluso cuestiona a esa caricatura que a veces es una simplificación. Pero esa diferencia no es tan grande, esa esa otra de mis percepciones durante este trabajo, porque lo que cuenta en sus canciones le retrata de una manera muy exacta. Por eso las canciones que hace hoy en día retratan al Joaquín de hoy, no al de hace treinta años. Eso también me parece un hallazgo", argumenta, asegurando además que haber podido rodar durante trece años para hacer un largometraje le ha permitido profundizar mucho, explicarlo mejor y "no reducirlo a un arquetipo".

Es así como Sintiéndolo mucho se convierte prácticamente en una invitación al espectador para ser testigo de momentos privados, que pueden ser tanto una buena parranda como una indomable intranquilidad. Todo ello con la solemnidad justa porque Sabina no es solemne, y con mucho sentido del humor y "cierta sabiduría, porque él la tiene aunque no quiera", apunta el director: "Quería que la película reflejara todo eso y también para mí es muy importante que transmitiera belleza, porque es lo que siempre me ha transmitido su música y su trabajo y lo que él me transmite también".

Durante el proceso, asimismo, ha sido León de Aranoa consciente de cosas que ya creía saber sobre su protagonista, algo que queda incluso reflejado en el mismo título, Sintiéndolo mucho, pues ha constatado que "él vive todo muy intensamente en la celebración, en la fiesta, como se ve en la película, pero también en la preocupación por José Tomás o antes de salir a actuar cuando no se suficientemente capaz". "Siempre hay algo de eso en todo momento, también cuando habla de su padre o comparte recuerdos. Sintiéndolo mucho expresa cómo vive él", remarca, confesando que se quedó muy tranquilo con lo que le dijo Joaquín después de ver la película por primera vez: "Creo que soy yo".

La guinda a todo este proceso la pone Leiva, compañero musical inseparable del jienense durante los últimos años, que se ha encargado de la música incidental del documental y que ha terminado empujando al resto para componer una canción original que termina siendo la cuadratura del círculo no planeada y en la que Sabina canta cosas como "Muchos creyeron que me habían amortizado cuando viajé del Wizink Center en camilla al hospital, con los dedos del Serrat entrelazados devolviéndome las ganas de cantar". Con esta nueva canción todo encaja a la perfección, pues el documental empieza con un proceso creativo hace doce años en Rota con Benjamín Prado y termina con una situación análoga en el presente con Leiva... Sintiéndolo mucho.

Después de su estreno el pasado mes de septiembre en el Festival de Cine de San Sebastián, Sintiéndolo mucho ha tenido este martes su presentación en Madrid con motivo de su inminente llegada a las salas de cine. En medio de una gran expectación periodística, Sabina, León de Aranoa y Leiva han mostrado su inequívoco entusiasmo y su estupenda sintonía. Tanto es así que Joaquín ha confesado sentirse en un "estado de euforia" gracias a este proyecto, que le ha vuelto a poner en marcha tras ya emblemática caída y la pandemia que a todos nos paralizó en marzo de 2020, apenas unos poquitos días después de que saliera del hospital. 

No ha faltado en la charla con los periodistas el apartado político, en el que Sabina ha admitido que ha estado "mucho tiempo enfadado" con el siglo XXI. "Todo lo que pasaba –Trump, Putin...– eran cosas feas, incluso el lenguaje de gente a través de redes sociales que lo degrada mucho", ha apuntado, para luego añadir que se viene del "fracaso feroz" del comunismo en el siglo XX. Y ha agregado que la "deriva de la izquierda latinoamericana" le "rompe el corazón, justamente por haber sido tan de izquierdas". 

Clip exclusivo: llega a los cines el alma al desnudo de Joaquín Sabina bajo la mirada de Fernando León

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"Pero ahora ya no lo soy tanto, porque tengo ojos, oídos y cabeza para ver las cosas que están pasando. Y es muy triste", ha confesado, para luego poner un poquito de esperanza a sus palabras: "Pero el otro día pensando me di cuenta de que era demasiado pesimista. También hay cosas buenas, como la vacuna del covid que ha llegado pronto y bien. También le ha ganado Lula a Bolsonaro, lo cual no está mal, y ha aparecido un héroe extraordinario, que es Zelenski. Poco más".

Por otro lado, ha confirmado que su esperado nuevo disco, de nuevo producido por Leiva, no llegará hasta el próximo año porque han decidido tomarse las cosas con más calma. "Podría estar para navidades, pero hemos decidido que no", ha anunciado, explicando, sin dar fechas, que presentará "tres o cuatro" canciones antes de la gira que arranca en febrero en Costa Rica y con la que recorrerá España en grandes recintos, incluyendo su regreso cuatro noches –dos en mayo y dos en diciembre– al WiZink Center de Madrid.

Recordando que esta gira lleva por nombre Contra todo pronóstico, no ha aclarado Sabina si esta será la última: "Aunque tanta gente lo piensa, realmente no sé ni yo mismo si es la última o la penúltima, pero en el título está dicho todo. Lo que sí sé es que salir de gira e ir a Latinoamérica me cura de todas las tonterías".

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