Juan Diego Botto: "Hemos dejado de empatizar con las personas que sufren un desahucio"

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En España se producen más de cien desahucios al día, 41.000 al año. Son tragedias personales que dejan de ser noticia precisamente por producirse diariamente, lo cual provoca que, en lugar de ocupar espacio en las portadas, sean empujadas a los márgenes de la actualidad en una sociedad que decide mirar hacia otro lado. Un lugar fuera de foco pero muy poblado hacia donde, a contracorriente, mira fijamente Juan Diego Botto en su debut como director.

En los márgenes, que llega este viernes a los cines españoles protagonizada por Penélope Cruz, Luis Tosar y el propio Botto (quien también firma el guion junto a su compañera Olga Rodríguez), explora el efecto que una situación de estrés económico tiene sobre las relaciones personales y cómo el afecto y la solidaridad pueden ser un motor para salir adelante. Una trama que se fija en cómo una crisis económica puede afectar a las relaciones de pareja o entre padres e hijos, y cómo dentro de esta situación crítica las mujeres desempeñan el rol de sostenedoras del afecto dentro del entorno familiar. 

La cinta pone la lupa en un día en la vida de tres personajes. Todos ellos atravesados de una u otra manera por un desahucio y todos ellos tienen 24 horas para resolver una situación que marcará sus vidas para siempre. "Una historia de desahucios, sobre la precariedad, sobre varios personajes que luchan denodadamente por tratar de revertir una situación en la que han caído. Personas que dieron el tropezón al abismo y luchan por salir de él", resume a infoLibre Juan Diego Botto.

Y prosigue: "Es una realidad que cada vez pasa más desapercibida. Hubo un momento en el que se hablaba mucho de desahucios, pero se cronificó y dejó de ser novedad, por lo que dejó de ser noticia. Algo paradójico porque lo que pasa todos los días es lo que define nuestra realidad. Lo que define nuestra actualidad es la desigualdad, la pobreza. En España se producen cien desahucios al día, pero es una realidad que ya no miramos. Las personas que se ocultan detrás de esos números son un montón de vidas, de anhelos y esperanzas. Y eso es lo que hemos querido mostrar, los seres humanos detrás de esos números".

Durante el proceso de escritura del guion, Botto y Rodríguez estuvieron "años conviviendo con familias en proceso de desahucio, teniendo el tiempo de conocer a sus hijos, entrar en sus casas, acompañarlos a servicios sociales y al juzgado". Esto les ayudó a conocer en profundidad "las distintas etapas y ángulos" que han terminado cristalizando en el guion coral de una película que cuenta con presencia en pantalla de personas reales afectadas por estas situaciones: "Pensamos que contribuiría a la verosimilitud de la película que aparecieran en ella y además sería un bonito homenaje".

Parte de esta historia tiene que ver, según continúa Botto, con las redes de solidaridad que funcionan "en ese lugar de precariedad donde el Estado ha fracasado y los servicios sociales y las ayudas no llegan". "Donde si te desahucian –añade– no tienes una alternativa habitacional, y todo se sostiene exclusivamente con la solidaridad de las redes de ayuda, asambleas de vivienda, bancos de alimentos...".

Para Botto, esta normalización de los desahucios "no dice nada bueno" de nosotros mismos, pero al mismo tiempo "dice muchas cosas". A su juicio, "primero dice que es algo a lo que tenemos que dar la espalda para poder subsistir, pues para que eso se perpetúe tiene que ser algo que dejemos de mirar". "Es muy significativo cómo en los últimos diez años hemos dejado de mirar y empatizar con las personas que sufren un desahucio", subraya.

"Eso dice mucho también de cuál es la prioridad de este sistema en este marco neoliberal en el que nos estamos estableciendo", plantea, para acto seguido seguir profundizando: "La prioridad no es garantizar el derecho constitucional a una vivienda digna. El bien que se protege, a pesar de lo que diga la Constitución, es el derecho de los grandes tenedores a especular con la vivienda. Esa es una realidad constatable y objetivable. El derecho de la banca y los fondos buitre a poder desahuciar".

"Pero al derecho constitucional a tener una vivienda digna no le estamos destinando recursos y no es algo que preocupe más allá de los discursos. La realidad es que estamos abandonando a miles de familias a su suerte sostenidas solamente por las redes ciudadanas", lamenta el cineasta sobre una situación que se podría "solucionar mañana sin dinero".

Es por ello que reflexiona aportando cifras y datos: "España tiene el parque público de vivienda social más bajo de Europa. El 1,1% de la vivienda en alquiler es social. Para que nos hagamos una idea, en Holanda es cerca del 60%, en Reino Unido del 17% y en Francia del 14%. Es decir, cuando te caes no hay donde llevarte. Hay familias en Madrid que llevan quince años esperando una vivienda pública. Sin embargo, nos hemos gastado 60.000 millones en la Sareb, por lo que tenemos centenares de casas compradas con dinero de todos los españoles que mañana podrían ser vivienda pública. Si esas viviendas de la Sareb decidiéramos mañana que sean vivienda pública, ya están pagadas, nos las hemos regalados todos los españoles con dinero nuestro. Eso haría que centenares de familias no se quedaran en la calle".

Son tres las historias que se entrelazan En los márgenes de Madrid en una trama desesperada y frenética. Como la de Azucena (Penélope Cruz), una mujer que tiene 24 horas para intentar evitar perder su casa con la ayuda de la PAH. O la de Teodora (Adelfa Calvo), una mujer mayor decidida a evitar que su hijo cargue con las culpas de unos hechos sobre los que no pudo hacer más. O como la de Rafa (Luis Tosar), un abogado activista que se ve en la encrucijada de tener que decidir entre su compromiso y su relación de pareja, pues es un hombre capaz de dedicar todo el tiempo del mundo a ayudar a otros, aún a riesgo de restárselo a su propia familia.

"Vivimos en un sistema voraz y estructuralmente centrífugo. Como no tengas dónde agarrarte si tienes un golpe de mala suerte, te echan fuera", remarca a infoLibre el actor gallego, quien durante el proceso de esta película también conoció a gente de la PAH y a abogados como el que él interpreta: "Es acojonante descubrir que todavía en el mundo hay gente así. Y menos mal que están, porque si no estuvieran, estaríamos comiéndonos los unos a los otros ya. Son pocos pero abarcan. Es gente con otro tipo de pulsión y concepto del mundo, que cree que realmente hay que ayudar y estar ahí con un compromiso total. Ha sido un privilegio conocerles y comprobar que se puede cambiar un poquito el mundo en la pequeña medida que cada uno tenga a su alcance solamente por la forma en que te enfrentas a él. Ellos creen que hay una injusticia y trabajan por solucionarla".

Así las cosas, para Tosar uno de los grandes problemas que tenemos como sociedad es que "asumimos como normal un sistema neoliberal voraz, salvaje y estructuralmente antropófago". "Pero no debería ser normal que esta estructura socioeconómica deje fuera a tanta gente todos los días. No deberíamos asumirlo como sociedad porque se supone que somos humanos y, teóricamente, nos deberíamos cuidar entre nosotros. Eso es algo que aprendes en las asambleas de la PAH, donde ves que la gente se cuida y que, gracias a eso, sobreviven. Todo lo que te cuenta esta gente es una película de terror. Tener una comisión judicial en la puerta de tu casa que te dice que te tienes que marchar... tener que coger a tus niños de la mano y marcharte del techo que tienes, porque no tienes más. Que como sociedad nos parezca normal que esto ocurra es profundamente contrario a lo que debería ser una estructura social humana".

Una estructura solidaria en la que destaca la gran presencia femenina. No en vano, en sus asistencias a las asambleas de vivienda, lo primero que llamó la atención de Botto fue que "casi todo son mujeres" que, o bien están solas, o con hombres que son parados de larga duración y que viven con mucha "más vergüenza el hecho de haber caído en la pobreza" porque, desde su visión, sienten que han "fracasado como hombres". "Eso tiene que ver también con unas masculinidades que con razón están en cuestión, con una nueva construcción feminista que se está haciendo con una nueva visión del mundo", argumenta, para luego recalcar que estas "mujeres desconocidas y heroicas, están a su vez lidiando con circunstancias personales terribles y, sin embargo, dedican tiempo a ayudar a otros".

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"Ese mundo se sostiene gracias a la solidaridad de mujeres valientes", apostilla Botto, mientras Tosar se muestra "convencido" de que el "cambio está viniendo y va a venir" propiciado por las mujeres: "La revolución de nuestro siglo, de la que quizás estemos siendo ya testigos, es claramente femenina. Nosotros tenemos que reinterpretarnos, reorganizarnos, reeducarnos y, a partir de ahí, quizás podamos ser una parte integradora del futuro que viene, pero ahora mismo los hombres estamos todavía en una fase muy perdida".

En los márgenes llega para que fijemos la mirada en lo que nos rodea y en el poder de la colectividad. Cambiar el mundo con una película sería un objetivo demasiado atrevido, tal y como admite el director, quien en cualquier caso sí que quiere "contribuir al debate, a hacernos preguntas y poner un poco de luz en un rincón al que no solemos mirar". "Ninguno tenemos la esperanza de que una película cambie el mundo, pero sí quiero confiar en que a lo mejor en dos o cien espectadores provoque la voluntad de querer saber más y hacer algo", subraya.

"Hay que apostar por la solidaridad. Nuestra única esperanza como sociedad es estar conectados en el buen sentido. Cuidémonos, porque del otro lado no hay piedad, somos números o, peor, algoritmos", señala Tosar, antes de lanzar un último mensaje: "Parece que la bondad, la generosidad y la solidaridad no interesan y que es mejor ser un gilipollas lleno de oro haciendo ostentación de la riqueza y el gasto por todos los lados. ¿Por qué el referente tiene que ser ese? No digo que esté mal, pero no puede ser el referente social único. Ser bueno y ser generoso, ayudar a los tuyos, también mola".

En España se producen más de cien desahucios al día, 41.000 al año. Son tragedias personales que dejan de ser noticia precisamente por producirse diariamente, lo cual provoca que, en lugar de ocupar espacio en las portadas, sean empujadas a los márgenes de la actualidad en una sociedad que decide mirar hacia otro lado. Un lugar fuera de foco pero muy poblado hacia donde, a contracorriente, mira fijamente Juan Diego Botto en su debut como director.

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