El sueño de la sultana es un cuento publicado en 1905 en el que Begum Rokeya Hossain (1880-1932), escritora bengalí, pensadora, educadora, activista social y defensora de los derechos de la mujer, imagina una utopía feminista llamada Ladyland en la que son ellas las que manejan el mundo y los hombres están aislados y recluidos. Un clásico de la literatura utópica feminista que convirtió a su autora en pionera del feminismo en Bangladés y en una figura admirada por mujeres de todo el planeta a largo de más de un siglo.
Una de esas mujeres bien podría ser, como de hecho es, Inés. Una joven donostiarra incapaz de soñar y un poco perdida que descubre accidentalmente el libro El sueño de la sultana y queda fascinada por la descripción que se hace de ese País de las Mujeres, un lugar donde ellas son todas científicas y tienen el poder mientras que los hombres están encerrados en casa, limitados por su ignorancia. Su lectura le abre la mente a la muchacha hasta el punto de embarcarse en un viaje iniciático a través de la India en búsqueda de esa Ladyland y de Begum Rokeya y todo lo que ella significa tanto tiempo después como visionaria.
Inés existe como personaje de ficción protagonista de El sueño de la sultana, película de animación española que llega este 17 de noviembre a los cines con dirección de Isabel Herguera (San Sebastián, 1961), en parte también inspiración real del personaje que emprende periplo siguiendo los pasos de Begum Rokeya. "Si una se pone a pensar en lo que escribió hace más de cien años esta mujer, que no había tenido acceso a una educación formal pero sí había crecido rodeada de libros y de estímulos intelectuales de todo tipo, verdaderamente es tremendo y pionero", remarca a infoLibre la cineasta, otra de tantas mujeres atrapadas por el fascinante influjo de la escritora y activista musulmana, recordando que otras autoras como Margaret Cavendish o Christine de Pizan (autora en 1405 de La ciudad de las damas) ya habían escrito en torno a la posibilidad de un lugar de mujeres, pero "es alucinante que Begum Rokeya imaginara este mundo al revés" siendo de Bangladés y sin haber "tenido acceso a la educación formal que puede recibirse en occidente".
Según ella misma explicó, escribió El sueño de la Sultana como una forma de pasar el tiempo mientras su esposo, Khan Bahadur Syed Sakhawat Hossain, un magistrado adjunto, estaba de viaje. Y aunque no recibiera educación formal, sí que fue animada por su marido a leer y escribir en inglés, dando como resultado esta obra de reivindicación atemporal de un mundo mejor que fue publicada por vez primera en 1905 en The Indian Ladies Magazine y que se editó como libro en 1908. Un relato en el que "las mujeres tienen el conocimiento y, por tanto, el poder, mientras que los hombres, que son ignorantes, viven en reclusión y se ocupan de las cuestiones domésticas", explica Herguera quien, como su protagonista, descubrió el libro por casualidad y tiene una intensa relación con la India.
Tan diferente es todo en el País de las mujeres que se elimina el crimen, ya que los hombres fueron considerados responsables de este en su totalidad. La jornada laboral es de solo dos horas, ya que los hombres solían perder seis horas de cada día fumando. La religión es una de amor y verdad. Una utopía realizable "relativamente" para la cineasta, quien considera que "hay ciertas cosas que sí se pueden materializar personalmente y hacernos más conscientes de lo que somos". "Como ser capaces de vernos a nosotras mismas desde donde nos ve un hombre, para saber también aquellas cosas que he heredado y que hay que superar, sobre todo si se quiere vivir en un mundo más igualitario y donde no se tenga miedo", apostilla.
Y aún con cierta prudencia ante las hipotéticas características de un "mundo al revés" con las mujeres en el poder, reflexiona: "Igual soy ingenua y naif, pero me pregunto si en estos momentos todos estos altercados tan tristes que estamos viendo en Ucrania o Palestina hubieran llegado a este extremo tan sangriento si fueran las mujeres las que estuvieran al mando, si no se hubieran podido llegar a algún tipo de acuerdo o negociación para una conclusión pacífica. No lo sabemos, pero me lo pregunto y quizás sí, porque no hay un deseo de enfrentamiento físico tan grande en las mujeres ante un agravio de este tipo. Es jugar a imaginar, eso sí. Me encantaría saberlo, pero no lo podemos saber".
El feminismo no es una utopía, considero que es algo por lo que hay que seguir luchando. Nada de utopía, es una realidad que vamos a conseguir tarde o temprano
Aboga Herguera, en cualquier caso, por darle la oportunidad al feminismo como manera de, quizás, enderezar este siglo XXI vertiginoso, cruento y cambiante permanentemente en crisis. "Vamos a ver lo que pasa si cuidamos los conflictos de otra manera y somos capaces de solucionarlos de otra manera. Si llegamos a eso y a cuidar un poquito más la naturaleza y no pisarla tanto, la verdad es que avanzaríamos mucho. Vamos a darle esa oportunidad al feminismo para que realmente sea el siglo XXI cuando podamos darle la vuelta a todo", plantea, aun remarcando: "El feminismo no es una utopía, considero que es algo por lo que hay que seguir luchando. Nada de utopía, es una realidad que vamos a conseguir tarde o temprano".
A su juicio, de hecho, el feminismo es "el puente para conseguir algo, es la concienciación de una condición, con todo lo que eso acarrea cultural, política y socialmente a todos los niveles". "Esto es algo a lo que tenemos que aferrarnos para poder llegar al lugar donde queremos estar", subraya, argumentando a su vez que ese País de las mujeres, esa Ladyland, puede estar en muchas partes y en muchas personas al mismo tiempo, "en mayor o menor escala". "La cuestión es ser consciente de ello y ser consciente de que esa igualdad a la que queremos aspirar es algo que está en absolutamente todo lo que hacemos. Es esa concienciación de cada gesto, de cada declaración y cada palabra, que tiene que estar impregnada de esa concienciación", reflexiona.
Película premiada en San Sebastián
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El sueño de la sultana ha recibido el Premio Irizar y Premio de la Asociación Vasca de Guionistas Euskal Gidoigileen Elkartea en el Festival de Cine de San Sebastián, y el Premio mejor coproducción internacional en el Festival de Hamburgo. También ha sido estrenada recientemente en lugares tan dispares como Mumbay y Tokio. Además, ha sido nominado en la categoría de Mejor Largometraje de Animación en los 29 Premios Forqué, cuya gala tendrá lugar el 16 de diciembre.
En la película se utilizan diferentes técnicas de animación. El segmento que trata sobre el viaje iniciático de la protagonista, Inés, está ambientado en la actualidad y se lleva a cabo en animación tradicional 2D en acuarela. Los fragmentos referentes a la vida de Rokeya están ambientados en la India de principios del siglo XX, y usan la técnica de recortables, que hace referencia al teatro de sombras típico de esa época. Por último, la parte dedicada a Ladyland, que es una libre adaptación del cuento original El sueño de la Sultana, se ha hecho íntegramente en el estilo mehndi (tatuaje temporal), utilizando exclusivamente la henna.
“Recopilé información, y en base a ésta, tracé una ruta por la India de Rokeya Hossain; caminé por el paisaje de la Bengala rural, intentando impregnarme de los colores, olores y sonidos que pudieron rodear a la autora. Visité su casa natal, la tumba en Sodepur y las escuelas que fundó en Calcuta. Esto me ayudó a comprender su entorno y el coraje que necesitó para enfrentarse a una sociedad tradicionalmente patriarcal”, concluye su directora, Isabel Herguera, nominada a un Goya por su cortometraje La gallina ciega (2005). Mientras sigue su recorrido por festivales internacionales y nacionales, El sueño de la sultana llega este 17 de noviembre a los cines de la mano de Filmin.
El sueño de la sultana es un cuento publicado en 1905 en el que Begum Rokeya Hossain (1880-1932), escritora bengalí, pensadora, educadora, activista social y defensora de los derechos de la mujer, imagina una utopía feminista llamada Ladyland en la que son ellas las que manejan el mundo y los hombres están aislados y recluidos. Un clásico de la literatura utópica feminista que convirtió a su autora en pionera del feminismo en Bangladés y en una figura admirada por mujeres de todo el planeta a largo de más de un siglo.