'Mary Poppins' ya no es para todos los públicos: ¿puro márketing o preocupación real por el racismo?

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Justo sesenta años después de su estreno y en plena celebración, Mary Poppins deja de ser una película para todos los públicos. Al menos en el Reino Unido, donde la autoridad competente, la British Board of Film Classification (BBFC) ha decidido recalificarla por su "lenguaje discriminatorio" y recomienda que los más pequeños no vean este clásico de Walt Disney del cine familiar o que, en el peor de los casos, si lo hacen, sea acompañados por un adulto que les supervise adecuadamente.

El regreso a los cines del film para celebrar su aniversario ha propiciado este cambio en la calificación, que no se produjo en 2013 cuando igualmente se exhibió de nuevo en salas. La argumentación de la BBFC es que el guion incluye dos usos de un insulto racial ofensivo, hotentote, para describir a un grupo indígena de Sudáfrica. Se utiliza dos veces: cuando el almirante Boom pregunta a un niño si lucharía para derrotar a los hotentotes, y en la famosa escena del baile de los deshollinadores con los rostros ennegrecidos.

"Entendemos a partir de nuestra investigación sobre racismo y discriminación, y de investigaciones recientes sobre directrices de clasificación, que una preocupación clave para las personas, en particular para los padres, es la posibilidad de exponer a los niños a un lenguaje discriminatorio", explica la Agencia Británica de Clasificación de Películas, fundada en 1912 como Agencia Británica de Censura de Películas, en un comunicado en el que aboga por igualmente alejar a los más pequeños de comportamientos inapropiados o que repitan sin darse cuenta el posible delito.

Con esta recalificación, Mary Poppins pasa de U (Universal) a PG (Parental guidance), del bajo al primero en un edificio de seis plantas. Pasa de ser aceptable para todos los niños a serlo para niños a partir de 8 años, apta en realidad para visualización general, pero con algunas escenas que pueden no ser adecuadas para el entorno de esta edad. Los siguientes cambios en esta gradación se producen a los 12, a los 15 y a los 18 años. En España las edades de corte a partir de la categoría de todos los públicos son los 7 (donde quedaría encuadrado ahora este clásico estableciendo el paralelismo), 12, 16 y 18 años.

Teniendo en cuenta lo difícil que es que la gente joven acceda al cine clásico, encima ya poner más trabas es muy triste

"Debería fomentarse que la gente joven viera cine clásico, teniendo en cuenta que, hasta más o menos la década de los años sesenta, generalmente lo puede ver todo el mundo", plantea a infoLibre el experto en cine y en calificación por edades Paco Fox, quien lamenta esta tendencia de revisionismo hacia el pasado que de alguna manera aplica cierto tipo de consideraciones que preocupan más a "ciertos sectores de la población intelectual que a los niños realmente". "Teniendo en cuenta lo difícil que es que la gente joven acceda al cine clásico, encima ya poner más trabas es muy triste", apostilla.

Y es que Para Fox, lo que ocurre a nivel global con todos estos y otros casos, es que las grandes compañías, que son las que tienen las grandes plataformas, están "preocupadas por este tipo de operaciones de márketing, que es lo que son en el fondo, para limpiar su imagen y dar precisamente esa impresión de una compañía progresista que se preocupa por la audiencia". "Habría que hacer que los niños vean más cine. Que no lo vean solos, vale, y si hay algo un poquito bruto se les explica", reitera.

Este cambio de calificación de viejos (y en muchos casos aplaudidos y premiados) títulos por parte de audiencias modernas se lleva a cabo en un contexto de normas y costumbres socioculturales cambiantes. Tan volátil es todo que en 2020 esta ventolera se llevó por delante a Lo que el viento se llevó (1939), título esencial y seminal de la historia del séptimo arte que fue vetado temporalmente por HBO Max por "glorificar la esclavitud". Eran las semanas de indignación contra el racismo por el asesinato de George Floyd y, tras esa primera decisión, la plataforma recuperó el film para su catálogo dos semanas después añadiendo, eso sí, una advertencia de que la obra "niega los horrores de la esclavitud" y un vídeo explicativo que contextualiza las representaciones racistas que contiene.

Es esta una manera de salvar y adecuar la situación, de poner en contexto para las nuevas generaciones. "En el caso de Lo que el viento se llevó, a lo mejor sí que hay que explicar lo que era el sur, lo que eran las mamis. Mientras pongan el mensajito y no quiten la película de la circulación me parece bien, porque Disney tiene eliminada Canción del sur, que es una película que vista hoy da un poco de grima, porque pinta una imagen del sur americano idílica de un esclavo feliz. Lo suyo es explicar y aprender un poco de cine y historia, pero no la quites", plantea Fox.

Canción del sur, que ganó el Oscar a Mejor Canción en 1948 (y otro honorífico para James Baskett), está inspirada en los cuentos del escritor Joel Chandler Harris, a su vez basados en historias populares afroamericanas, y fue acusada en su día de ser una apología del racismo y mostrar de manera demasiado dulce los años posteriores a la Guerra de Secesión en Estados Unidos. Con los años, se ha convertido en poco menos que la película maldita de Disney y por eso no puede verse en Disney+, donde sí están Dumbo, La dama y el vagabundo, Peter Pan o Los Aristogatos, aunque la compañía cambió hace tres años su calificación para incluirlos dentro del control parental y que los menores de siete años no puedan acceder a ellas libremente. El resto de usuarios pueden verlas sin problemas, con breves advertencias al inicio, principalmente relacionadas con el racismo.

EL CASO ESPAÑOL

"La censura en Estados Unidos y Reino Unido, incluso en los países nórdicos, es mucho más estricta que en España. Aquí funciona de manera distinta", destaca Fox, quien explica que el Ministerio de Cultura califica una película cuando va a ser estrenada en salas o vídeo (DVD o Blu-Ray). Más allá de eso, hay unas guías para televisiones y plataformas que solo afecta a las españolas, de manera que otras extranjeras como Netflix pueden poner la calificación que quieran, "incluso calificaciones obsoletas como +13".

Y aún detalla: "Para todos los públicos es una película que es única y exclusivamente para el público infantil. A partir de que la peli tenga un poco de tema adulto le ponen la primera de las clasificaciones, que es 7 años, la equivalente a PG aunque la ve todo el mundo. Luego ya van las siguientes, que las cambiaron hace relativamente poco y las pasaron de 13 a 12, y después están las de 16 y las de 18. Que es curioso esto, porque 16 es una cosa que se abolió en la primera reforma que hubo en los ochenta después de la dictadura, pero hace unos años la volvieron a rescatar, cuando la diferencia entre 16 o 18 es mínima".

Los criterios para ubicar una película en un escalón o en otro son diversos y están relacionados con la violencia, la discriminación, el lenguaje, el miedo, el sexo o las drogas. "Si en la película se penaliza el consumo, es un poquito menos, mientras que si se glorifica el consumo es más", detalla el experto, quien en cualquier caso recuerda que estas son recomendaciones pues en realidad "un niño en España puede entrar en el cine a ver lo que quiera". "En otros países no, pero aquí tú puedes entrar a ver lo que quieras, es algo indicativo", apostilla.

Como decíamos, el Ministerio solo califica una película en su estreno en salas o formato vídeo. Se pueden volver a recalificar, eso sí, si hay reestreno en salas o vídeo, pero no ocurre lo mismo al pasarlas por televisión una y otra vez, con lo cual puede darse el caso, por revisionismo, de que surjan quejas hacia alguna vieja película que se emita con la calificación inicial otorgada en su momento. "Ese revisionismo no lo impone el Ministerio, lo hace alguien que da la casualidad y está ocioso y se queja de que tal película pone todos los públicos u ocho años y para esa persona, como tiene una infidelidad, por ejemplo, no le vale", apunta Fox, para quien generalmente, en el caso español, hay un "componente de conservadurismo y ética ultracatólica" más que de lo woke. 

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Para el filósofo y crítico cultural Jesús García Cívico, por su parte, este fenómeno a nivel global sí tiene un poco de esa cultura woke de "estar alerta ante algún tipo de ofensa simbólica", algo derivado de la corrección política. Una tendencia importada de Estados Unidos pero que en España se ha extendido "sin mucha dificultad", si bien con una parte de la sociedad a favor y otra que se muestra "muy opuesta". "Se ha desbordado ese elemento de la crítica que se ofende por Mary Poppins o por las sirvientas esclavas de Lo que el viento se llevó. Se ha desbordado el papel que debe ocupar la crítica de ese elemento de una película", plantea a infoLibre, apostando así por detectar este tipo de cosas, como puede ser el uso de la palabra 'hotentotes', pero "no debe ser el eje central por el que juzgamos una obra, ni algo que la condene". Es por ello que añade que muchas veces la película o la obra es "tan buena que ese detalle es una minucia", si bien, al mismo tiempo, "lo que pasa es que ahora estamos sacando de quicio eso en esta época en la que las emociones, la sensibilidad y la identidad están dominando el panorama de las inquietudes sociales". 

En este sentido, se muestra a favor de la fórmula de la advertencia al espectador en forma de mensaje por encima de la retirada de la parrilla o la plataforma pero, al mismo tiempo, se muestra contrario al "modelo Netflix de disclaimer (aviso) porque acaba teniendo una posición muy paternalista con el espectador, y esa posición no debe estar ocupada por la propia plataforma, sino por el contexto cultural de la sociedad". "Lo que tenemos que hacer es que se lea más, que estén más valorados los periodistas y los profesores, que tengamos mejor oferta cultural... eso hará que lleguemos a esas películas como ciudadanos más complejos y así tendremos las herramientas para descifrar esas películas y saber lo que estamos viendo", señala.

Sin embargo, lamenta, en lugar de eso, a su juicio, nos dan todo "más sencillo para que sigamos igual, por eso una de las señas de nuestro tiempo es la infantilización". Y concluye: "Somos una sociedad muy infantilizada, tratada de una forma paternal. Sería ideal que hubiera una cultura potente en los medios de comunicación, en la escuela, en las humanidades, y que todo eso permitiera ciudadanos cultivados que puedan comprender los problemas de su tiempo. A mí me gusta mucho el cine de los setenta, en el que había cosas de sensibilidad adulta, de imágenes fuertes, y también problemas de inteligencia adulta que entiendes cuando eres una persona madura. Ahora las películas están hechas casi todas para todos los públicos, sobre todo en plataformas, y eso es un handicap pero va bien al panorama que tenemos por delante".

Justo sesenta años después de su estreno y en plena celebración, Mary Poppins deja de ser una película para todos los públicos. Al menos en el Reino Unido, donde la autoridad competente, la British Board of Film Classification (BBFC) ha decidido recalificarla por su "lenguaje discriminatorio" y recomienda que los más pequeños no vean este clásico de Walt Disney del cine familiar o que, en el peor de los casos, si lo hacen, sea acompañados por un adulto que les supervise adecuadamente.

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