La larga espera ha terminado. Juego de tronos, la serie-evento de la última década, ha regresado con el primer capítulo de los seis que compondrán su octava y última temporada. Un ansiado reencuentro, con nuevos títulos de crédito incluidos, para millones de fans en todo el mundo que, tras casi dos años de tensa espera, anhelan conocer qué le deparará el destino a Jon Snow, Daenerys Targaryen, Cersei Lannister y compañía, informa Europa Press.
((ATENCIÓN: ESTA NOTICIA está llena de 'SPOILERS'))
Tras la remozada intro, con su inconfundible sintonía que forma parte ya de la historia de la televisión, el primer capítulo de la última tanda, titulado Invernalia, arrancaba precisamente en el feudo de los Stark donde, tal y como habían prometido los adelantos, llega Daenerys Targaryen acompañada de su aliado, amante y sobrino –aunque esto último ella aún no lo sabe... y a él no le toca digerirlo hasta el final del episodio– Jon Snow. El recibimiento a la Madre de Dragones es frío en lo climatológico y gélido en cuanto a las formas y miradas que les dispensan los norteños a la khaleesi y a sus ingentes tropas de Inmaculados y dothraki. Y mirar al cielo y ver a dos bestiadas aladas rugir sobre sus cabezas no ayuda mucho en los ánimos de las gentes del lugar.
"Invernalia es vuestra, alteza", dice Sansa Stark con forzada cortesía dejando claro, como lo hace en todas y cada una de las intervenciones con las que cuenta en este episodio, que ni a ella ni a los banderizos de los Stark les hace ninguna gracia que su "Rey en el Norte" haya hincado la rodilla ante la bella y rubicunda Targaryen. Mucho habrán de trabajar Tyrion, Ser Davos y Varys para que la lealtad norteña no se quiebre ante el más mínimo contratiempo.
Y mientras en Invernalia todos se preparan para la inminente llegada del Rey de la Noche, su dragón zombie y su horda de espectros, en Desembarco del Rey Cersei sigue decidida a llevar a cabo su pérfido plan. Y este no es otro que dejar que Daenerys y Jon se maten en el Norte con el Rey de la Noche y aplastar a los que queden, ya sean de uno u otro bando. Lo hará, eso sí, con la ayuda de la Compañía Dorada, el temible ejército de mercenarios que con el dinero del Banco de Hierro de Braavos, y las saqueadas arcas de los Tyrell, le ha presentado como regalo de pedida su presuntamente futuro esposo Euron Greyjoy.
Los mercenarios ya están en Poniente, y sin elefantes para disgusto de la Lannister que aún así deberá darle a Ojo de Cuervo algo a cambio de su leales servicios. Y lo que el muy Hijo de Hierro quiere no es otra cosa que yacer con la Reina. Algo a lo que la leona accede... con amargor, tal y como deja entrever el personaje interpretado por la siempre genial Lena Headey en una fugaz mueca (ojo, que Cersei no hace pucheros) que muestra la primera señal de humanidad que ha dado desde la muerte de sus hijos.
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Y entre reencuentros en el Norte, esos Stark llevaban tiempo sin verse pero son muy norteños en sus formas, y llegadas y rescates -Theon cumplió su palabra- en Desembarco del Rey va avanzando un capítulo que confirmó además quién será el tercer jinete del dragón vacante.
Como bien saben los seguidores de la serie basada en la saga Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin, ya eran dos los dragones que tenían jinete. Drogon, el dragón negro y el más grande y temible de los tres, es montado por Daenerys Targaryen. Viserion, el dragón que cayó en el penúltimo capítulo de la séptima temporada tras ser derribado por el Rey de la Noche está en poder de este último, que lo resucitó. Con él, de hecho, abrió una brecha en el Muro por la que sus huestes se han adentrado ya en el Norte.
En el concesionario de 'Aerolíneas Targaryen' solo quedaba en stock, por tanto, Raeghar y su jinete parece que no será otro que, efectivamente y sí, Jon Snow... o mejor dicho: Agegón Targaryen. Pero ese asunto cobrará su verdadera dimensión más avanzado el episodio.
Todo tiene lugar de forma algo casual, con tintes incluso cómicos, cuando en uno de sus muchos encuentros en Invernalia, los ahora amantes mantienen una conversación sobre los dragones. Su estado preocupa a Dany, que ve cómo sus bestias no comen mucho desde que están en el Norte. El clima para ellos tampoco parece propicio. En un momento dado, Rahegar se acerca a Jon, y Daenerys le invita a montarlo. Sin mucha confianza, pero retado por su amada, Snow salta sobre el lomo del dragón que súbitamente levanta el vuelo. "¿Cómo me agarro?", pregunta el novato. "Como puedas", le responde con sorna y arrogancia la Targaryen.
Es entonces cuando ambos, en lo que bien podría valer como vídeo turístico de la campaña 'El Norte... ¡qué hermoso eres!' vuelan juntos por tierras heladas. Danerys sobre Drogón y Jon a lomos de Rhaegar, un dragón que, conviene recordar, lleva el nombre de su propio padre, algo que en ese instante Jon desconoce pero que Sam le revelará minutos después en las criptas de Invernalia.
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El lugar donde descansan los restos de los Stark fallecidos fue el escenario elegido para mostrar a Jon Snow cuál es su verdadero nombre y quienes son sus padres. Hasta allí bajó, literalmente a trompicones, el bueno Samwell Tarly para decirle al Señor de Invernalia que él es más que eso. Que en realidad su verdadero nombre es Aegon Targaryen y que es el hijo de Rhaegar Targaryen, hermano mayor de Daenerys, y Lyanna Stark, la hermana de Ned Stark.
Además, el mejor amigo de Aegon -a partir de ahora habrá que acostumbrarse a llamarle por ese nombre- le contó que no es un bastardo, sino que es el hijo legítimo de Rhaegar y Lyanna, ya que el príncipe Targaryen anuló su matrimonio anterior con Elia Martell y se casó con la Stark en secreto. Un detalle que tampoco es menor, puesto que convierte al ahora más contrariado que de costumbre Jon en el heredero legítimo del Trono de Hierro.
Una boda que confirma también que la Rebelión de Robert Baratheon contra el Rey Loco (Aerys Targaryen) se erigió bajo una mentira, ya que Rhaegar no raptó y violó a la hermana de Ned Stark, y amada de Robert, sino que Lyanna se fue por propia voluntad con el príncipe Targaryen. Y es que la historia, también en Poniente, la escriben los vencedores.
Jon sabe ahora todo lo revelado en el final del último episodio de la séptima temporada. Fue entonces cuando una conversación entre Bran Stark, ahora convertido en el impasible Cuervo de Tres Ojos (y "viejo amigo" de ahora-todos-te-queremos Jaime Lannister) y Samwell Tarly confirmó a los espectadores la verdadera identidad de Jon Snow y que la boda de sus padres tuvo lugar antes de que el hijo de Lyanna y Rahegar naciera, también en secreto, en una torre de Dorne, la conocida como Torre de la Alegría (y que ahora ya solo la lleva a unos pocos).
Fue entonces cuando, justo antes de morir tras el parto, Lyanna confió su hijo a su hermano, el honorable Eddard Stark, que .–tal y como señala Sam en este último capítulo– le ocultó la verdad a todos, incluido al propio Jon, para salvar su vida. "Si Robert lo hubiera sabido te hubiera matado", señala el amigo de Snow.
Ante la tozuda realidad, Jon –que de no saber nada ha pasado a saber ya, al fin, lo que todos sabemos– parece aceptar su origen, pero rechaza reclamar el trono y afirma firmemente que Poniente “ya tiene una reina” que, por cierto, se ha convertido en su amante. “Tu renunciaste al trono para ganar esta guerra, ¿hará ella lo mismo?”, inquiere el bueno de Sam. Y ahí se queda la cosa... en Invernalia, porque en el Último Hogar, el feudo de la Casa Umber, aguarda el mejor momento de toda la premiere... con 'sustaco' incluido.
Allí, Tormund Matagigantes, Beric Dondarrion, Eddison Tollett y otros que sobrevivieron al ataque del Rey de la Noche y de su dragón zombie sobre el Muro, se topan con la última y más espeluznante obra de arte de los Caminates Blancos. El pequeño Lord Umber, que tan solo minutos antes se había ganado el corazón de los seguidores pidiendo con sus inexpertas maneras más caballos y carros ante Sansa, Jon Snow y Daenerys Targaryen para llevar a su gente a Invernalia, aparece ensartado en una de las paredes y rodeado por miembros humanos cercenados, dispuestos en forma de espiral.
El ejercito de espectros debió interceptar al joven señor y a su diezmada casa antes de salir rumbo a Invernalia y el pobre... que además lleva el nombre de Ned, ha corrido la misma suerte que la que corrió su célebre tocayo. Eso sí, en este caso el finado viene con sorpresa, ya que cuando Tormund se vuelve para comentar la sórdida estampa con sus compañeros, los ojos de niño se abren y dejan entrever un azul intenso en uno de los mejores sustos de la historia de Juego de tronos... que tampoco es mucho decir. Es entonces cuando, con su espada llameante, Beric quema al niño haciendo que la espiral quede envuelta en llamas en una imagen realmente poderosa.
Pero más allá de este sobresalto, y de la potente estampa llameante, lo más destacable es la críptica espiral que responde a un patrón ya familiar que ha aparecido en varias ocasiones en la iconografía de la serie siempre relacionado con Los Otros y los Niños del Bosque, esos traviesos seres ancestrales que,para intentar parar la plaga que es la humanidad crearon un monstruo que ahora amenaza con acabar con todos. Y tiene pensado hacerlo en, como mucho, cinco capítulos.
La larga espera ha terminado. Juego de tronos, la serie-evento de la última década, ha regresado con el primer capítulo de los seis que compondrán su octava y última temporada. Un ansiado reencuentro, con nuevos títulos de crédito incluidos, para millones de fans en todo el mundo que, tras casi dos años de tensa espera, anhelan conocer qué le deparará el destino a Jon Snow, Daenerys Targaryen, Cersei Lannister y compañía, informa Europa Press.