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Cultura

Colorín, pingajo y hambre

Imagen de archivo de la Feria del Libro de Barcelona.

La voz de alarma ha sonado al otro lado del Atlántico: un informe del Authors Guild asegura que la reducción de ingresos coloca a los escritores estadounidenses "al borde de la extinción".

Se lo comento a una agente literaria. No necesita estudios, le vale con mirar sus cuentas, y menciona a autores (cuyos nombres me pide que no reproduzca) que hace años llegaron a recibir hasta 8.000 euros de adelanto y que ahora, tras consolidar su carrera, se dan por satisfechos si les dan 1.000… o si les dan algo, lo que sea. "¿Cuándo han podido vivir de la escritura? ―pregunta―. Muchos muy notables mantuvieron su puesto de trabajo, a veces como funcionarios, para garantizarse un sustento". Y en sus horas libres, escribían.

"No creo que podamos hablar de estar 'al borde de la extinción' ―afirma Manuel Rico, Presidente de la Asociación Colegial de Escritores (ACE) de España―. Lo que sí creo es que se reduce cada vez más el espacio para aquellos escritores que aspiran a vivir de su oficio mientras, paradójicamente, el número de personas que escriben (no escritores) crece exponencialmente al abrigo de Internet y de las plataformas de autoedición. Las oportunidades para editar en condiciones dignas y de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual son cada vez menores y la mayoría de los autores viven de otras labores profesionales. En el caso de los jóvenes es casi una norma escribir y publicar sin cobrar, solo por 'obtener firma', 'visibilidad' o 'prestigio'. La mezcla crisis económica y digitalización ha sido un cóctel explosivo".

Vale. Escuchemos ahora a los editores. "La retribución está en función de los ejemplares vendidos", explica Antonio Mª Ávila, Director Ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). "En la medida que se consiga incrementar la facturación de un título, el autor verá incrementada su retribución", aunque hay variaciones dependiendo del tipo de libro y del autor del que estemos hablando.

Menos cauteloso se muestra, Jorge Corrales, director general del Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro). "Es triste, pero es una realidad, y no sólo sucede en Estados Unidos sino en muchos otros países, como España, en los que sólo una minoría de autores puede vivir de lo que escriben y publican". Así que escritores (y traductores) han de pluriemplearse, por no hablar de que un porcentaje relevante está jubilado, "de ahí la importancia de la plena compatibilidad de la pensión con la percepción de los derechos de autor".

El estado de la cuestión

Admite Rico que es difícil disponer de datos concretos, "éste es un ámbito resbaladizo, vinculado a las posibilidades de edición de los autores y a su 'prestigio' y no siempre la información es fiable".

Precisamente porque necesitan conocer el terreno que pisan, ACE prepara un Libro Blanco que quieren presentar en la próxima Feria del Libro de Madrid. De la encuesta que ha realizado una empresa especializada se desprende que el 60% de los escritores y escritoras han tenido ingresos inferiores a 1.000 euros brutos en derechos de autor en los últimos cinco años, y un alto porcentaje no ha cobrado nada o cifras puramente testimoniales. Solo el 6,3% superó los 50.000 euros en ese período, más del 30% de ellos con dedicación exclusiva a la profesión. Según esa encuesta, todavía provisional, sólo el 16,2% de los autores viven dedicados exclusivamente a la escritura. Y las cosas no irán a mejor, porque los anticipos se han reducido notablemente, es más, "son la excepción en un mundo editorial en el que prevalece el contrato con compromisos de liquidación a partir de las ventas, sin anticipo".

Un cambio que desde la FGEE creen justificado. "Los adelantos que algunos autores llegaron a tener no se correspondieron con las ventas. La caída de las ventas por título en los últimos años ha hecho que se ajustaran a la realidad del mercado porque lo que se adelanta, luego no suele reclamarse y/o devolverse". Y si existen algún tipo de discrepancia o no se está de acuerdo con las cifras, explica Ávila, "la Ley tiene unos mecanismos que permite aclarar las ventas".

"Es un tema espinoso ―admite Amelia Pérez de Villar, Vocal de Relaciones con Medios de Comunicación de ACE, escritora y traductora ―. Hay autores que están convencidos de que su editorial les engaña al ciento por ciento, y editoriales que lo hacen. Mi opinión personal es que no todo es blanco o negro. Se puede llegar a una situación de transparencia, porque hay medios". También hay margen de mejora, y está segura de que la lograrán a medio plazo.

Lo llamativo es que las alarmas suenan cuando los escritores florecen. Es, dice Pérez de Villar, un signo de los tiempos, de la democratización de la creación en Internet. "La cultura del Juan Palomo ha desbancado al profesional, al especialista, y ha aniquilado la excelencia en todo". En el caso de los escritores, implica "una sobreproducción atroz que se añade a la editorial tradicional: las editoriales han dejado de ser aval y filtro, y corren a buscar a la estrella rutilante de YouTube, y el bucle es infinito".

Desde las editoriales, el análisis es ligeramente distinto: hay una presión de autores que quieren publicar; antes, tenían que resignarse si sus escritos eran rechazados, ahora pueden recurrir a la autoedición. "A la mal llamada autoedición ―precisa Ávila―, porque en muchos casos detrás de ella hay siempre una empresa". En cualquier caso, es un fenómeno que siempre ha existido.

Pero la situación es más compleja que eso. "Perversa", es la palabra que utiliza la portavoz de ACE: como creen que estamos perdiendo al talento del siglo, "los grandes grupos abren un departamento dedicado a autoedición. No concibo perversión mayor. Una editorial tiene que seleccionar, lanzar y promocionar al autor que valga la pena, o deja de ser lo que era". Lamenta que nadie quiera "descubrir a un nuevo García Márquez. Todos quieren cazar al último youtuber veinteañero".

Porque, completan desde la federación de editores, "el margen que se maneja en el sector es muy estrecho", el pago a autores es uno más de los muchos costes y, "al final, las cifras han de cuadrar".

Y luego están los derechos que gestiona Cedro, no dependientes sino complementarios a la venta, puesto que se recaudan por los usos secundarios como fotocopia, escaneado, puesta en intranets, etc., en centros educativos, empresas y otro tipo de organizaciones, es decir, "directamente vinculados a la responsabilidad y el compromiso del conjunto de la sociedad con el respeto a los derechos de autor". Son, subraya Corrales, más un reconocimiento del derecho que una fuente de ingresos. "La diferencia con otros países es muy significativa. No obstante, estamos tratando de equiparar el nivel de remuneración para los autores y editores españoles por este concepto con el de sus colegas europeos".

Le pregunto si son públicas las informaciones sobre los ingresos que gestionan. "Toda la información sobre nuestra gestión está recogida en las memorias anuales, que cualquiera puede consultar a través de nuestra web". El importe que recibe cada uno depende de varios factores, como la vía de recaudación y la cantidad recaudada, el número de publicaciones y la materia que entren en el reparto concreto… "Por ejemplo, en el último reparto, un escritor de humanidades recibió un total de 40 euros por los tres libros que entraron en el reparto. Esta cantidad corresponde al reparto del año 2017, que en total fue de 5,68 millones de euros, entre autores y editores, nacionales y de otros países".

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Vivir de escribir

Parece también oportuno preguntarse por qué los escritores deberían poder vivir de la escritura en un país con tan pocos lectores. Pero Pérez de Villar cree que ésa es otra cuestión. "Si se acabara con la piratería y se aplicara como corresponde la Ley de Propiedad Intelectual tampoco podrían todos los escritores vivir exclusivamente de escribir libros, pero quizá sí de otras actividades de la 'paraliteratura': cursos, conferencias, presentaciones de libros pagadas (se hace en Alemania y en algunos países anglosajones, pero parece que en España es ciencia-ficción)". En su opinión, el principal problema es la escasez de ideas para superar los obstáculos y contratiempos, "la falta de apoyo institucional, la falta de presupuestos para determinados sectores de la cultura, los planes de estudios que exterminan las Humanidades y un entorno generalizado en el que la figura del creador vuelve a ser como la describió Valle Inclán, 'colorín, pingajo y hambre".

En definitiva, han vuelto a abogar por buscar un medio de vida tradicional y crear durante los momentos de ocio, un bien que con la precariedad laboral de los últimos tiempos también es, cada vez, más escaso. Peor aún: así como antes podían confiar en que, llegado el momento de un apuro grande, tendrían un Cedro a cuya sombra cobijarse, ahora toca palparse la ropa. Porque sí, el centro gestiona un plan asistencial dirigido a mejorar, en la medida de lo posible, la situación de sus socios autores, dispone de un programa de ayudas para servicios sociosanitarios y otro para solucionar situaciones de urgente necesidad. "Hemos concedido unas 40.000 prestaciones de este tipo en nuestros 30 años de vida", afirma Jorge Corrales. Pero, como en otros ámbitos, la crisis (la general y la propia, debido a una modificación legislativa) les ha pasado factura. "En 2012, los autores y editores vieron reducidas, en casi un 70%, las cantidades recaudadas por derechos de autor por nuestra Entidad y, por tanto, también se tuvieron que reducir los beneficios que les ofrecíamos, pasando de 5.000 ayudas en 2009 a 31 en 2013".

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