“Este año nos lo habéis puesto muy difícil con estas cuatro películas maravillosas y muy personales”, se ha atrevido a reconocer la académica y actriz Claudia Gravi, una de las asistentes al coloquio que cada año organiza la Academia de Cine con los candidatos a mejor dirección novel. Sobre el escenario del acto celebrado este miércoles, día 11, se reunían los cuatro artífices de algunas de las películas más celebradas del pasado año: Salvador Calvo (1898, Los últimos de Filipinas), Marc Crehuet (El rey tuerto), Nely Reguera (María y los demás) y Raúl Arévalo (Tarde para la ira). Juntos suman 23 nominaciones en la 31 edición de los Premios Goya que se entregarán el 4 de febrero.
Pese a tratarse de propuestas de géneros dispares (desde la comedia del El rey tuerto a la apuesta bélica de Los últimos de Filipinas) sus autores han presentado cuatro proyectos especialmente mimados, a los que algunos, como Reguera y Arévalo, han dedicado años y no sólo por los problemas de financiación, como suele ser lo habitual. Reguera (Barcelona, 1978) tardó cinco años en sacar adelante el proyecto y Arévalo, ocho. Pero ninguno de los dos lo ve como hándicap: "No hay que precipitarse", ha recalcado la directora de María (y los demás) que vio en el trabajo previo una ventaja para hacer frente a los imprevistos del rodaje.
Durante el tiempo que ha pasado entre la idea y las salas de cine, los cuatro se han ido volcando en otros proyectos. Crehuet (Santander, 1978), conocido en Cataluña por la serie Pop ràpid, estrenó la versión teatral de El rey tuerto en 2013, en una pequeña sala de Barcelona. Gracias al éxito que cosechó, la compañía estuvo dos años de gira hasta terminar en la adaptación cinematográfica con el mismo equipo de actores (reconvertidos también en productores) que llegó a las salas el pasado mes de abril. Por otro lado, Reguera -María (y los demás)- ha trabajado como ayudante de dirección en publicidad y otros largometrajes como Tres días con la familia, la ópera prima de Mar Coll por la que recibió un Goya a mejor dirección novel en 2009. Menos presentación necesita el actor Raúl Arévalo (La isla mínima, La gran familia española, Gordos) que ha aprovechado para confesar su predilección por el trabajo de dirección: “Siempre quise dirigir antes de actuar. El trabajo de actuación me lo he tomado como una escuela para dirigir posteriormente a los actores”. Ese empeño de Arévalo (Madrid, 1979) por aprender se ha traducido en nominaciones en prácticamente todas las categorías de actuación. “Escribí el guion pensando en Antonio de la Torre y Luis Callejo. El resto de casting fue configurándose a lo largo de los años”.
Antes de ponerse al frente de Los últimos de Filipinas, Salvador Calvo (Madrid, 1970) dirigió numerosas series y miniseries de televisión: Policías, Alatriste, Motivos personales, Los misterios de Laura, Niños Robados, Alakrana… “Hoy en día estamos viviendo un buen momento en la televisión. Lo inició la televisión americana, en plena época dorada de creatividad, y se está trasladando a España”, ha subrayado. “El cine te permite contar algo desde tu punto de vista, de una manera más personal. Mientras que en la televisión posiblemente te piden proyectos más comerciales”.
Con 11 nominaciones, incluida mejor película y guion original, el thriller de Arévalo parte como uno de los favoritos para la gala que se celebrará el próximo 4 de febrero. Le sigue con nueve nominaciones la película de Calvo, Nely Reguera con dos (dirección novel y mejor actriz protagonista) y, finalmente, El rey tuerto de Crehuet sólo presente en la categoría de Mejor director novel. El peso dramático que recae sobre Bárbara Lennie en María (y los demás) le ha servido a la actriz madrileña para conseguir su cuarta nominación en los Goya, pese a las reticencias de Reguera cuando se planteó ofrecerle el papel. “No acostumbro a escribir pensando en actores. En este caso fue un proceso de casting y Bárbara salió de ahí. Reconozco que no lo veía muy claro. Ella es una grandísima actriz, pero no terminaba de ver en ella la parte más torpe y payasa del personaje. Sin embargo, me tomé un café con ella y se disiparon mis dudas”.
Falta de dinero y tiempo
En cuanto a la financiación, uno de los principales baches para sacar adelante un primer largometraje, Crehuet y Reguera padecieron los inconvenientes de un presupuesto ajustado. Mientras que las dos versiones de El rey tuerto, en castellano y catalán, fueron rodadas en 17 días –“una marcianada”, ha bromeado Crehuet, “no se lo recomiendo a nadie”-, Reguera tuvo que recortar el guion un mes antes de iniciar el rodaje debido a un dinero que nunca llegó. Pasó de tener unas ya escasas cinco semanas a cuatro. En ese sentido, Arévalo (con cerca de 1,2 millones de euros) no tuvo tantos problemas: “Tenía muy claro cómo hacerla, aunque si eché en falta más tiempo en la fase de montaje, mezcla de sonidos, etc.”. Ni tampoco Calvo que contó con un presupuesto muy elevado (6.000.000 de euros) para el coste medio de una película española (alrededor de 1,5 millones de euros). “Depende de la envergadura de la película. Teníamos más presupuesto que el resto, pero igualmente íbamos muy pillados para lo que pretendíamos hacer”.
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No obstante, la dificultad de Tarde para la ira tuvo que ver con el formato de grabación escogido, el tipo de película analógica súper 16 mm. “La idea de utilizar este formato era mía y al director de fotografía le encantó, pese a que normalmente estas iniciativas las echan para atrás. Pero para mí era fundamental ese tipo de grano y suciedad que aporta el súper 16mm”. “El problema fue que cuatro meses antes habían cerrado el último laboratorio de revelado en Barcelona. Sólo quedaban el de Londres, demasiado caro; el de París, del que no nos habían hablado muy bien; y el de Rumanía. Así que cada día las latas con el material del rodaje tenían que viajar hasta Rumanía”.
Los cuatro coinciden a la hora de destacar el trampolín que suponen los Goya. “Para mí, el hecho de estar sólo nominada supone un cambio sustancial, porque podría haber quedado como una película irrelevante”, ha destacado Reguera. “La película arrancó muy floja en taquilla. Hemos recuperado con las ventas internacionales y con el reestreno en algunas salas tras las nominaciones”, ha señalado Arévalo sobre el ruido que generan los premios. Mientras los académicos deliberan, todos ellos están involucrados en nuevos proyectos o rematando guiones para un segunda cinta. “Justo ayer terminé la escritura de Los descartadosLos descartados, una comedia coral que sería mi segundo largo”, ha adelantado Crehuet. Arévalo, por su parte, tiene este año el estreno de Oro, filme en el que se ha puesto a las órdenes de Agustín Díaz Yanes. “Si cae algo, genial”, ha bromeado el actor, “pero tampoco demasiado porque luego la gente considera que está sobrevalorada y es mucha presión para la segunda”.
“Este año nos lo habéis puesto muy difícil con estas cuatro películas maravillosas y muy personales”, se ha atrevido a reconocer la académica y actriz Claudia Gravi, una de las asistentes al coloquio que cada año organiza la Academia de Cine con los candidatos a mejor dirección novel. Sobre el escenario del acto celebrado este miércoles, día 11, se reunían los cuatro artífices de algunas de las películas más celebradas del pasado año: Salvador Calvo (1898, Los últimos de Filipinas), Marc Crehuet (El rey tuerto), Nely Reguera (María y los demás) y Raúl Arévalo (Tarde para la ira). Juntos suman 23 nominaciones en la 31 edición de los Premios Goya que se entregarán el 4 de febrero.