67º Berlinale
Un drama romántico y una cinta de animación adulta china cierran la competición
La diversidad que ha incluido este año la sección competitiva de la Berlinale se ha mantenido hasta el final, con una despedida en forma de melodrama romántico-psicoanalítico rumano, Ana, mon amour, de Călin Peter Netzer, y la cinta china, Hao ji le, de Liu Jian, de animación, en tono de pretendida comedia negra. El festival cierra oficialmente sus puertas este sábado con el anuncio del palmarés por parte de un jurado que incluye al actor y director mexicano Diego Luna.
Ana, mon amour ha sido lo más atractivo de esta recta final del concurso por los Osos. Su director y coguionista, Călin Peter Netzer, ya se llevó el de oro hace cuatro años en este mismo certamen, con Poziția Copilului, así que habrá que tenerle en cuenta para el palmarés que conoceremos a última hora de la tarde de este sábado.
En su nuevo trabajo trata de narrar de forma no lineal la relación sentimental entre dos jóvenes que se conocen en la universidad, que se ve condicionada por problemas mentales de ella, ataques de pánico tal vez consecuencia de traumas familiares, los cuales inciden, por muy buena voluntad que ponga él, en la estabilidad de la pareja.
Los actores protagonistas, Mircea Postelnicu y Diana Cavallioti, ponen toda la carne en el asador para dar credibilidad al melodrama, cuyo esquema dramático con idas y venidas en el tiempo, un poco al estilo Guillermo Arriaga, obliga al espectador a hacer un esfuerzo suplementario. Si a ello se añaden muchas reflexiones sobre psicoanálisis, puede sospecharse que no estamos ante dos horas del cine más comercial y fácil de ver.
Y la dificultad es mucho mayor en la otra película de despedida, Hao ji le, comedia negra mal dibujada, con animación torpe, aunque cierto toque underground que puede caer simpático a algunos. Liu Jian, director, guionista y animador narra una pugna por hacerse con una alta cantidad de dinero por parte de varios personajes de diferentes estratos sociales en medio de una sociedad esquizofrénica en la que la ambición desescrupulosa del peor capitalismo convive con un régimen que presume de ser socialista.
La chileno-española "Una mujer fantástica" y la española "Verano 1993", premiadas en una Berlinale que ganó film húngaro
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Siempre es discutible que se ponga a competir con films tradicionales, de ficción, a documentales o animaciones. Este año hemos tenido uno de cada, y sobre todo en el caso de esta cinta animada la elección admitiría muchos peros.
La única película en español de la competencia de este año, Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, está definitivamente entre las favoritas, al lado de cintas de Aki Kaurismaki (Toivon toulla puolen), Hong Sangsoo (Bamui haebyun-eoseo honja) o Ildiko Enyedi (A Testről és lélekről).
Si nos fiamos de las votaciones de varios críticos de medios internacionales en una parrilla que publica Screen Daily, podríamos decir que la que más ha gustado ha sido la comedia humanista de Kaurismaki sobre un refugiado de la guerra de Siria y sus tribulaciones en Escandinavia. Premiarla estaría en el terreno de la políticamente correcto, además de justo, ya que el mensaje contra muros y fronteras y las peticiones de acogida a los refugiados han estado en boca de varios de los profesionales que han participado en el festival alemán este año.