Las editoriales perro

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Dice Wikipedia que la Matriz BCG es un método gráfico de análisis de cartera de negocios desarrollado por el Boston Consulting Group en la década de 1970, y cuya finalidad es ayudar a decidir enfoques para distintos negocios o Unidades Estratégicas de Negocio, es decir, para decidir dónde invertir, desinvertir o incluso abandonar.

Tuve que buscarlo para entender lo que Magda Polo Pujadas explicaba en su Creación y gestión de proyectos culturales (2007). Porque se servía de esa matriz para clasificar editoriales.

Decía que las hay “tipo vaca o vaca lechera”: las que se dedican a productos de demanda estable, todos aquellos “que siempre requiere el mercado a pesar de que no se espere un crecimiento”. Enciclopedias, guías, colecciones de literatura universal… productos que, “al ser los más estables, permiten en muchos casos poder editar o buscar la financiación para otros productos que son más arriesgados”, fruto del olfato del editor, la novedad editorial o la necesidad de dotar al mercado de libros nuevos con temáticas nuevas.

Y luego están las tipo perro o hueso, que tienen una baja participación en el mercado y tampoco se espera que experimente un gran crecimiento. “Por ejemplo, las colecciones muy especializadas, dirigidas a un público muy minoritario".

Guau, guau

Colecciones y sellos especializados las ha habido (casi) siempre, y las editoriales grandes y medianas, y los grupos de todos los tamaños, los han lanzado y arropado con generosidad.

Editoriales especializadas en literatura infantil, en libros de viajes, en textos legales, en cómic… Colecciones de novela negra, de novela romántica, de novela fantástica, de novela histórica… ¡Por supuesto que la especialización es una estrategia editorial válida! Se ha mostrado, los ejemplos son muchos, tremendamente rentable, y ha servido a infinidad de lectores que saben exactamente qué es lo que quieren.

La novedad de los últimos años es, si acaso, que impulsados por la simplificación de las tareas editoriales y por el salto digital, son muchos los editores que se han lanzado a publicar obras destinadas a satisfacer a grupos de lectores muy concretos con querencias e intereses perfectamente definidos. Y que esos editores no proceden necesariamente del ámbito de los libros.

La mitad del mundo

De pronto alguien, revisando un mapamundi, se da cuenta de que hay literaturas que están infrarrepresentadas. Por motivos de un tipo o de otro, porque vienen de países lejanos o porque se escriben en idiomas difícilmente traducibles… El caso es que no hay obra traducida, pero sí un olvido que exige reparación. Y lo que es mejor –sospechan los editores–: sí hay, o puede haber, demanda.

Alguien como Marian Bango y Alfonso García, apasionados de un país: Japón. Y que en su condición de tales constatan que la distancia física que separa España y Japón es casi tan grande como la que hay entre sus industrias editoriales. Sí, se traduce a los clásicos, o a los muy conocidos. Pero no es suficiente, al menos no para dos entusiastas.

“Primero estaba la pasión por Japón. La editorial llegó luego, como una forma de dar rienda suelta a esa pasión”. La bautizaron Satori (“iluminación”, en japonés), y “surgió de la manera más natural posible. Ni Alfonso ni yo veníamos del mundo editorial, no buscábamos ningún nicho, simplemente decidimos satisfacer una necesidad personal”, me dice Marian.

Eso significa que, si bien su voluntad no era arruinarse, tampoco aspiraban a construir un emporio. Y que tenían claro que sus libros tenían que ser cuidados en el fondo, pero también (Japón lo exige) delicados en la forma. “Pertenecemos a la última generación analógica –ha dicho Alfonso–, así que el libro electrónico no nos aporta, ni como editores ni como lectores, la satisfacción ni el disfrute que encontramos en el papel. Por supuesto, entendemos sus ventajas y quizá en el futuro nos animemos a publicar en digital”.

Entre quienes sí calibran esas ventajas, de difusión y económicas, está Marina M. Mangado. Suya es la idea de 2709 books (nombre que se explica: 27 del 9 es el día en el que se decidió su creación… en 2012), una editorial nativa digital que evita el uso de DRM que supongan dar datos personales a terceras empresas, o la descarga de programas.

El proyecto nació para publicar narrativa africana y reparar una injusticia. “Hace años, cuando estudiaba edición, me di cuenta de que casi no había leído a autores africanos y de que en España era difícil encontrar sus obras traducidas. Hice un estudio de la oferta de libros en lengua española y descubrí que sí se habían publicado los 'clásicos' africanos: Achebe, Bâ, Kourouma o Soyinka, por ejemplo, pero casi ningún autor de las nuevas generaciones, y muy pocas mujeres. Me pareció que era necesario hacer visibles a otros muchos y poner en valor la diversidad literaria y cultural del continente”. Para que las obras se lean, por supuesto, pero sobre todo, es el gran reto, para “crear una comunidad lectora de letras africanas, que demande más libros de autores africanos para completar lecturas y visiones del mundo”.

Dice Marina que vocación y constatación van de la mano. Su formación y unas cuantas mudanzas le han permitido tener acceso a bastante literatura africana, sobre todo francófona, y quería compartir el placer de sus lecturas. “En los últimos años el interés por África ha crecido, quizá porque cada vez hay más personas de origen africano viviendo en España y queremos conocer más y mejor sus culturas. Nos hemos dado cuenta de que África existe y queremos saber más. Soy optimista”. Y para subrayar su optimismo cita a otros que andan en el mismo empeño: Casa África, Baile del Sol, Assata o Wanafrica.

Les recuerdo a ambas, a Marian y a Marina, que hubo editoriales que nacieron como especializadas en determinadas literaturas pero han acabado abriéndose a otros territorios. 

No me imagino Satori publicando otras literaturas, quizá por todo lo personal que este proyecto implica, por todo lo que hemos puesto en él de nosotros mismos”, me dice Marian.

“De momento nos quedamos en África –asegura Marina-, con autores africanos y afrodescendientes. Escritores de más de 50 países dan para toda una vida editorial. Lo que sí está en nuestros planes es tocar distintos géneros”, ir creando poco a poco, un catálogo “que contribuya a romper barreras y desmontar estereotipos”.

La mitad del cielo 

De pronto alguien, revisando el mapa de la edición, se da cuenta de que hay literaturas que están infrarrepresentadas. Por un único motivo: sus autoras son mujeres. Y aunque no vengan de países lejanos, ni escriban en idiomas difícilmente traducibles, reciben un tratamiento distinto. Peor. El caso es que no hay obra publicada, o recuperada. Pero, sospechan los editores, si hay, o puede haber, demanda.

Por eso nace, en pleno siglo XXI, Recalcitrates, que se estrena con dos títulos de Concha Alós y Mireya Robles, cuyos impulsores son Noelia Adánez y Enrique García.

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Noelia se explica: “Soy feminista, y aunque creo que la identidad de género está en trance de desaparición, también me parece que hay un patrimonio que esa identidad deja tras de sí: todo lo dicho y hecho por mujeres que retrospectivamente podemos rescatar e incluir dentro de un mismo conjunto de cosas”. No cree que ese acervo pueda trabajar nunca más al servicio de la emancipación femenina, “pero creo que se puede entrar en diálogo con él”.

Y Enrique tercia en el interminable debate la literatura femenina como subgénero: “Existe una literatura de mujeres (quiero decir hecha por mujeres) que no tiene que ver con las colecciones que existen de literatura femenina (ampliamente consumida y alentada). Existe, por tanto, una buena literatura de mujeres”. De ahí su voluntad de recuperar a escritoras que por su trayectoria vital o profesional, por la calidad de sus obras o la importancia que le otorgan los especialistas “deberían tener su obra viva o estar en la memoria de lo que llamamos cultura general, pero no están”.

Especializadas y muy especiales. Tomadas de una en una, llenan huecos o reparan injusticias. Juntas, completan el panorama editorial y enriquecen nuestra visión del mundo.

Dice Wikipedia que la Matriz BCG es un método gráfico de análisis de cartera de negocios desarrollado por el Boston Consulting Group en la década de 1970, y cuya finalidad es ayudar a decidir enfoques para distintos negocios o Unidades Estratégicas de Negocio, es decir, para decidir dónde invertir, desinvertir o incluso abandonar.

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