Cultura
El estreno limitado de 'Elisa y Marcela', una nueva batalla entre Netflix y las salas de cine
Elisa y Marcela, la última película de Isabel Coixet, llegaba a los cines este viernes 24 de mayo, pero no está clara que esa sea la fecha real de lanzamiento en España. Como en el caso de Roma, de Alfonso Cuarón, la productora y distribuidora Netflix, que respalda el filme de la directora catalana, ha decidido hacer un estreno limitado, o, en palabras de la plataforma, "en cines seleccionados". Esto se traduce en que la película podrá verse en tres cines de la cadena Verdi en Madrid y Barcelona, en Málaga, y en las principales ciudades gallegas, donde tiene lugar la trama. Es probable que la gran afluencia de espectadores llegue a partir del 7 de junio, cuando Elisa y Marcela esté disponible en streamingstreaming, en millones de hogares en todo el mundo. Las salas españolas se han posicionado en contra de esta estrategia, que consideran nociva para el tejido industrial.
Esta estrategia de Netflix ya levantó ampollas el pasado diciembre, cuando decidió estrenar en solo cinco cines el filme de Cuarón, que estaría disponible online 10 días más tarde. La compañía estadounidense rompía así el tradicional acuerdo sobre las ventanas de exhibición, que deja un plazo, habitualmente de meses, entre la llegada de la película a salas y su difusión mediante DVD, streaming o estreno en televisión. La Federación de Cines de España criticó entonces que lo que buscaba Netflix no era "romper las reglas del juego, sino crear un juego nuevo adaptado a sus intereses". La asociación de exhibidores señalaba que lo que pretendía la plataforma era "claramente optar a premios": las bases de los últimos premios Goya, por ejemplo, establecen que solo pueden competir los filmes estrenados "en salas comerciales y con taquilla abierta al público".
En esta ocasión, se añade que Elisa y Marcela es una producción española, levantada por Zenit Televisión, Rodar y Rodar y Lanube Películas, y que cuenta una historia real sucedida en A Coruña. Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, maestras, se conocieron y enamoraron a finales del siglo XIX en la Escuela Normal de Maestras, en la que trabajaban. En 1901 lograron casarse por la iglesia, disfrazándose Elisa de hombre y haciéndose pasar por Mario Sánchez. Con un presupuesto de 1,6 millones de euros, el filme histórico recibió una subvención de la Xunta de Galicia por valor de 240.000 euros, aunque se quedó fuera de las ayudas del Ministerio de Cultura "por agotamiento del crédito" según la resolución de septiembre de 2017. La participación de Netflix se anunció meses después, en mayo de 2018.
En este caso, la plataforma ha organizado proyecciones en diez salas, el doble de las previstas para Cuarón, pero muy lejos de las 115 copias con las que se estrenó La librería, el anterior largometraje de Coixet. Aunque la comparación no es del todo acertada, puesto que aquel filme era una producción internacional y contaba con 3,4 millones de euros de presupuesto, la enorme diferencia entre ambas estrategias permite hacerse una idea de la transformación que propone el modelo Netflix. Elisa y Marcela solo podrá verse en los siguientes cines: Verdi Barcelona, Verdi Madrid, Conde Duque Verdi Alberto Aguilera, Cine Albéniz Málaga, Numax, Multicines Norte (Vigo), Cantones (A Coruña), Abella (Lugo), Pontevedra Cinexpo y Ourense Ponte Vella. Ni Valencia, ni Sevilla, ni Zaragoza, ni Bilbao, algunas de las ciudades fuertes en la red de exhibición cinematográfica.
Tres de los cines elegidos por la plataforma pertenecen a la cadena Verdi —con cuya compañía madre ha suscrito Netflix un acuerdo confidencial— y los demás son salas o multicines que no pertenecen a ningún gran grupo. Cinesa, la principal red de cines de España, con 500 salas, rechazó proyectar Roma ya que "no respeta la ventana de cine", y Yelmo, la segunda gran compañía con 439 pantallas, aseguró que no habían recibido ninguna oferta por parte de la compañía. La FECE niega también que haya ningún tipo de "veto" a Netflix por parte de los cines: "No nos parece ni acertado ni correcto el término", dice Borja de Benito, su responsable de Comunicación y Marketing. "Cualquier película que se proyecta en un cine tiene que pasar previamente por una negociación individual entre la distribuidora de la película y la sala de cine, y llegar a un acuerdo para su proyección, independiente de quien sea la productora, Netflix o cualquier otra".
Este periódico ha hablado con tres prestigiosos exhibidores de cine de tres ciudades distintas, que han pedido mantenerse en el anonimato. Ninguno de los tres, referencias habituales del cine de autor, ha recibido ninguna oferta de la compañía. "No es que nos neguemos, es que ni siquiera nos lo han planteado", se queja uno. La estrategia de Netflix, a sus ojos, rompe la "cadena del cine" y a la larga "pone en peligro" el funcionamiento de la industria. "Netflix es productora, es distribuidora y es exhibidora", apunta otro, "lo que pasa es que no tiene todavía salas de cine, que ya las tendrá, y nos necesita para optar a premios y festivales, y no sé si en este caso incluso para justificar las ayudas". "Ellos, si tienen una ciudad cubierta con una sala, no quieren otra", dice el tercero, que asegura haber colaborado con otras plataformas más pequeñas reduciendo la ventana de exhibición: "El problema viene cuando se hace de forma unilateral. En otros casos se ha ido hablando, se negocia, se valora según el producto... En este sector hay muchos jugadores y se trata de llegar a acuerdos y conversar. Eso en este caso no ha sido posible".
Los productores se encuentran en medio de este (discreto) fuego cruzado. "Estas plataformas, tanto Netflix como Movistar o Amazon, han venido a salvar a la industria en un momento en que teníamos una crisis profunda y poco dinero para rodar", dice Jose Nevado, director general de la Asociación Estatal de Cine (AEC), la principal organización de productores tras el cierre de FAPAE. Nevado asegura que han supuesto también una "mayor diversidad": "Con las televisiones, está más claro; si no es una comedia, Telecinco no la va a querer, y si no es thriller, Atresmedia no la va a querer". Sin embargo, se muestra también preocupado por los cambios en la exhibición: aunque el modelo "está cambiando", el productor valora que "perder la experiencia colectiva puede ser peligroso". El portavoz de AEC asegura que para los productores sigue siendo muy relevante la proyección en salas, pero que su poder ante las grandes plataformas es limitado. "En España, cualquier productora es una pyme. Plantarte contra gigantes como Netflix o Amazon, que tienen solo en el departamento legal más gente que tú en la empresa entera, es complicado".
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El secretismo es notable en torno a esta guerra de baja intensidad mantenida entre los cines y el gigante estadounidense. La cadena Verdi declina dar ninguna información sobre las condiciones del acuerdo firmado con Netflix, y remite a la plataforma. Esta, a su vez, se niega a dar ninguna información sobre su contacto con los cines y su estrategia de exhibición, así como a hacer comentario alguno, y deriva a Espectarama, la empresa matriz de Verdi. Allí un portavoz asegura que el único dato que está "autorizado a transmitir" es la lista de cines en los que se proyecta Elisa y Marcela. Este es el modo de comunicación habitual de la compañía, que tampoco ofrece datos de abonados desglosados por países —en España, la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia estima que está presente en 2 millones de hogares— ni cifras de visionado de sus contenidos. De hecho, tampoco hizo público el número de espectadores que vio Roma en salas, para enfado de la medidora de audiencias Comscore y de la competencia.
La federación de salas de cine declina también hacer comentarios, más allá del matiz a las acusaciones de "veto", y remite a sus declaraciones sobre el caso de Roma. Uno de los exhibidores consultados, a título individual, lo explica: "Cuanto más hables, más publicidad es, para ellos y para este asunto". Cinesa y Yelmo no han querido atender a este periódico. Publicidad, buena o mala, no ha faltado. A principios de febrero, la Berlinale determinó que solo programaría películas que tuvieran un estreno en cines antes del streaming, e hizo prometer por escrito a Netflix que ese sería el caso de Elisa y Marcela, que entraba en sección, oficial. Sin embargo, poco después 160 salas alemanas pedían la retirada de Elisa y Marcela de la competición de la Berlinale, porque entendían que el filme no llegaría "regularmente" al cine, y proponían que se mostrara "fuera de concurso". En España, por ahora, el enfrentamiento es más sigiloso.