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"Cuantos más futuros distintos podamos enseñar a la gente, más lucharán para hacerlos realidad"

Cuando Kameron Hurley publicó su libro Las estrellas son legión, una space opera en un universo lejano en el que solo parecen existir mujeres, alguien lo apodó "lesbianas en el espacio". La autora de ciencia ficción no dudó en apropiarse del pretendido insulto. La edición española (en la colección Runas, de Alianza Editorial) tampoco dudó en vestir el volumen con una sobrecubierta que lucía el título ficticio. En un mundo tan machista como cualquier otro círculo literario, la escritora estadounidense se ha erigido como una de las defensoras del feminismo y la lucha de las minorías raciales y sexuales. La clave de su trabajo: ampliar los límites de lo posible. ¿Se trata de imaginar mundos que aún no han llegado, pero que nos acechan? Hurley se plantea entonces por qué siempre imaginamos lo mismo: espacios de poder masculino, heterosexualidad obligatoria, violencia contra las mujeres. La revolución feminista geek recoge sus ensayos publicados en la web a lo largo de los últimos años, incluido "Siempre hemos luchado", Premio Hugo —los más importantes del género— de no ficción.

infoLibre habla con ella (en entrevista conjunta junto a Notodo.com) en su camino hacia el festival Celsius, el más importante de la ciencia ficción española, en Avilés. Para sorpresa de nadie, Hurley tiene tan pocos complejos sobre su activismo en el tú a tú como en su obra. 

Pregunta. El primer artículo fue escrito después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos considerara legal el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ese capítulo está lleno de esperanza, ¿dónde está esa esperanza ahora?

Respuesta. Esperaba algún tipo de respuesta reaccionaria. Cuando hay mucho progreso de golpe, sabes que eso va a molestar a ciertas personas y que va a haber una reacción. Pero creí que ocurriría como en cinco años, y pasó antes de lo que pensaba. ¿Hay esperanza todavía? Sí. Las cosas avanzaron rápidamente, han retrocedido rápidamente, pueden volver a avanzar. Y hemos visto tantos avances. La gente habla de los disturbios de Stonewall [que dieron lugar a lo que luego se conoció como Orgullo LGTB], pero si entrevistas a la gente que lo vivió dicen: “Si me hubieran dicho entonces que iba a vivir para conocer el matrimonio gay, les habría tomado por locos”. Siempre ha habido una minoría de enfadados supremacistas blancos que consideran que todo debería seguir igual. Lo que deseo es que este tiempo sin esperanza haga que la gente despierte y se dé cuenta de lo que está en juego. Me gustaría pensar que en cinco años estaremos avanzando de nuevo, pero como historiadora [es graduada en Estudios Históricos] creo que tenemos que esperar aún un par de generaciones para ver el progreso que queremos. Pero si puedes arreglar el sistema de voto de Estados Unidos y dejar de excluir a votantes, ya me parece suficiente. [Risas]

P. Esa reacción, ¿ha afectado a la recepción de su obra o al mundo literario?

 

R. De hecho, este libro está recibiendo más atención ahora que vemos esta respuesta reaccionaria. Antes estábamos en plan: “¡Yuju, Star Wars [cuyas últimas películas han sido protagonizadas por una mujer], estamos avanzando!”. Justamente porque la gente encuentra esperanza en él. Pero las líneas de la historia no son rectas, no vamos a avanzar siempre hacia un futuro fantástico, no funciona así. Siempre vamos a ser derrotados y a levantarnos. Y, por supuesto, este ambiente ha afectado a mi obra. Mi próximo libro [The light brigade], que saldrá el año que viene también en español, es extraordinariamente político. Es ciencia ficción militar, uno de mis libros más abiertamente políticos, después de este.

P. En los últimos años, el panorama ha cambiado mucho, con Wonder Woman y muchas más mujeres superheroínas. Pero muchas de estas nuevas producciones se quedan en la burbuja geek: ¿cuánto tiempo cree que tardará en llegar a las series y películas que todo el mundo ve?geek

R. Lo que vemos es una nueva generación que está creciendo con películas como Ms. Marvel o con series muy avanzadas con respecto al papel de la mujer. Lo que espero es que la gente no tarde en darse cuenta de que aquí hay dinero (por desgracia, vivimos en un sistema capitalista), como en Ocean’s 8, que ha recaudado un montón de dinero. Y son mujeres que son buenas haciendo su trabajo, que es robar cosas. Es una película muy mainstream. Creo que vamos a ver más de esto, hay interés por cosas que antes no recibían tanto interés. La ficción es un refugio, pero si le contamos a la gente historias como esas, y crecen con ellas, ese va a ser el mundo en el que quieran vivir. Eso es lo que defiendo siempre: si lo ves, si lo interiorizas, cuando crezcas dirás: “Mierda, el mundo no es así”. Y querrás cambiarlo, querrás que haya igualdad y que vivamos mejor. Eso es lo que espero: que cuantas más realidades y futuros distintos podamos enseñar a la gente, más lucharán para hacerlos realidad.

P. ¿Le preocupa que la industria pueda usar o absorber este contenido geek feminista, suprimiendo quizás la parte feminista?geek

R. Uy, sí, me preocupa mucho. Constantemente. Porque lo hacen. La gente dice que la diversidad es una moda, que es casi un género usado para vender. Pero mira Jessica Jones, una serie muy feminista, o la primera temporada de Unbreakable Kimmy Schmidt. Son así porque han puesto a creadoras al frente de estas cosas. Yo veo cada vez más mujeres directoras y showrunners, y espero que esa moda continúe. Eso es probablemente lo que va a asegurar que el contenido feminista siga ahí. True Detective es un buen ejemplo de lo contrario: los guionistas eran todos hombres y es una serie muy misógina. Es entretenida, pero muy misógina. Mindhunters va de algo parecido, de asesinos en serie, pero la mitad de los guionistas son mujeres y tiene muchos más matices y es más interesante. En esta serie, las mujeres sí son personajes de verdad. Cuando la gente quiere hacer adaptaciones de mi obra, pregunto si habrá mujeres al cargo, si habrá mujeres directoras. Honestamente, no se gana tanto dinero, así que prefiero asegurarme de que será como debe ser. Tenía a un profesor que decía: “Somos responsables de las imágenes que llevamos a las páginas”. Y como escritores, sabes que lo que pongas ahí irá a parar a una película, al merchandising… Así que si pones algo sexista, llegará a todo lo demás. Si pones algo feminista y diverso, y lo defiendes para que no lo jodan, también llegará a todo lo demás.

P. En el libro habla de cómo el activismo puede llegar a ser peligroso. ¿Cuál es su experiencia con el acoso en redes sociales? ¿Cree que hay alguna manera de solucionarlo?

R. Twitter y Facebook son los que tienen que solucionarlo. No debería haber nazis en la plataforma. Si han podido eliminarlos en Alemania, puede hacerse en todas partes. Queda mucho para que se elimine el acoso en redes. ¿Me pasa a mí? Sí, todo el tiempo. Afortunadamente, Twitter tiene una opción en la que solo ves las interacciones con gente a la que sigues y que tiene verificado el e-mail. Luego, si recibo amenazas a través del correo electrónico, le digo a mi asistente que lo ponga en una carpeta aparte por si alguna vez se lo tengo que dar al FBI. [Risas] Pero si quieren pillarte, te van a pillar. ¿Qué vas a hacerle? Si te quedas callada, ganan. Es lo que quieren: aterrorizarte.

P. Hay gente aparentemente normal que, en redes, se dedica a hacer comentarios muy agresivos, cuando no amenazantes. ¿Le da miedo que gente como su vecino o el camarero de su cafetería favorita puedan comportarse así en Internet?

R. De hecho, mi vecino votó por el actual presidente, así que… En Alemania dicen, por lo visto, que si tienes a un nazi en una mesa hablando con otras nueve personas, no tienes a un nazi, tienes a diez nazis. Veo eso todo el tiempo online. Los nazis tienen hijos, van al trabajo. Es como cuando hablas con alguien a quien creías tu amigo y dice algo horrible: “¿Pero quién eres tú?”. O cuando supimos, en la comunidad de la ciencia ficción, que había hombres que acosaban a jóvenes autoras. “Oh, esa persona que creía que era buena resulta que es un capullo”. El hecho de que haya tenido interacciones satisfactorias con ellos no quiere decir nada. Tienes que tomar partido. Ahora hay gente que se niega a servir a quienes trabajan para el régimen (ahora lo llamo así) [se refiere a la administración Trump]. Lo que haces en Internet muestra verdaderamente quién eres.

P. En el libro analiza cómo han funcionado determinados tropos literarios, que señala como machistas. ¿Cómo se trabaja con convenciones que pueden resultar útiles, y que el lector puede reconocer, sabiendo que pueden resultar racistas o misóginas?

R. Trato de no usar esos tropos, o cuando lo hago, como en mis novelas de fantasía, les doy la vuelta. En un libro, hay un personaje femenino que parece que va a seguir el viaje del héroe, y finalmente no sabes si es el héroe o el villano. Me gusta interrogarlos, porque pensamos que son universales y que solo pueden construirse con personajes masculinos, por ejemplo. Y también tengo a gente que lee con antelación lo que escribo y que me llama la atención: “Esto es racista”. “Uy, no lo había visto”. Trato de escuchar a la gente. Porque vivimos en una cultura racista y misógina, y vas a interiorizar ciertas cosas. Y también es importante saber que en algún momento vas a cagarla. Alguien te va a decir que la has cagado. Y lo que tienes que decir es: “La he cagado, lo haré mejor la próxima vez”.

P. ¿Y por qué cree que hay autores que, cuando alguien les señala ese tipo de cosas, lo viven como un ataque a su ego artístico, o directamente como censura?

R. Porque son muy sensibles. Lo que escribes conlleva una responsabilidad. Y si quieres coger un tropo sexista y usarlo, muy bien, es tu decisión artística, pero vas a tener que asumir que habrá consecuencias. Es como la gente que trabaja para la administración Trump y se queja que no puede ir a comer sushi sin que le hagan un corte de manga. ¡Consecuencias! ¡Estás poniendo a niños en jaulas y alguien te hace un corte de manga! Qué llorones. Habiendo recibido amenazas de muerte te puedo decir: ¡supéralo! Puedes hacer lo que quieras, pero la gente no está obligada a que le guste. ¡No estás siendo censurado, has escrito un libro! ¡Lo tengo aquí! [Risas] Disculpa. Podría seguir hablando de esto un buen rato. 

 

Cuando Kameron Hurley publicó su libro Las estrellas son legión, una space opera en un universo lejano en el que solo parecen existir mujeres, alguien lo apodó "lesbianas en el espacio". La autora de ciencia ficción no dudó en apropiarse del pretendido insulto. La edición española (en la colección Runas, de Alianza Editorial) tampoco dudó en vestir el volumen con una sobrecubierta que lucía el título ficticio. En un mundo tan machista como cualquier otro círculo literario, la escritora estadounidense se ha erigido como una de las defensoras del feminismo y la lucha de las minorías raciales y sexuales. La clave de su trabajo: ampliar los límites de lo posible. ¿Se trata de imaginar mundos que aún no han llegado, pero que nos acechan? Hurley se plantea entonces por qué siempre imaginamos lo mismo: espacios de poder masculino, heterosexualidad obligatoria, violencia contra las mujeres. La revolución feminista geek recoge sus ensayos publicados en la web a lo largo de los últimos años, incluido "Siempre hemos luchado", Premio Hugo —los más importantes del género— de no ficción.

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