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'Hip hop' a la portuguesa: el rapero barbero y el grafiti de vanguardia

Francisco Chacón

La cultura hip hop se asienta en Lisboa y Oporto como el rostro urbano del Portugal que busca escapar de los fantasmas del fado y de la corrupción política. Fue General D el fundador de la vertiente tuga, presta a no caer sólo en las redes del género norteamericano sino a mezclarlo con las rimas contemporáneas que llegan de las excolonias lusas en África.

Da Weasel y Sam The Kid tomaron el relevo, pero ahora el rey se llama Regula. Su historia tiene que ver con la conexión de la calle y con la popularidad que le otorga ser el barbero más singular del barrio lisboeta de Olivais, camino de Bela Vista, donde se realiza Rock in Rio cada dos años (próxima edición, 2016).

Casca Grossa, su nuevo álbum, nos lo presenta como un rapero irónico que lanza guiños al desamor y siempre hace gala de un gran sentido del humor. Pocos días después de publicarse, abarrotó las salas de Lux, templo de la modernidad junto a la desembocadura del Tajo.

La peluquería que regenta él mismo, Pente Fino, se alía con otras de la ciudad para formar una cadena de distribución musical alternativa. Su especialidad: un corte de pelo, con adquisición del disco incluida.

Las redes sociales se han erigido en su principal plataforma para encumbrarlo a golpe de honestidad de barrio, base para la realidad paralela que se ha construido gracias a la complicidad de sus cientos de fans en Portugal.

En Oporto, sin embargo, el bastón de mando lo tiene un grupo, Mind Da Gap, rabiosamente urbano en sus planteamientos y de gran influencia en el rap del país vecino.

Boss AC, Don Nuno, Chullage, Sir Scratch, Carlao, Baby Dog o Dealema se suman también a este rico panorama del hip hop a la portuguesa, que tiene su complemento en la explosión imparable del grafiti.

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Imagen de uno de los grafitis de VHILS.

Tanto es así que uno de los pocos colegas a quienes respeta el mismísimo Banksy es el lisboeta VHILS, consagrado internacionalmente a través de exposiciones como las dos que mantiene actualmente: en el Teatro Nacional D. María II de la capital y en Lazarus, la galería londinense propiedad del representante del misterioso grafitero británico (sigue sin conocerse su verdadera identidad).

Un simple paseo por las calles de Lisboa (sobre todo, en determinados distritos) basta para darse cuenta de que los murales se multiplican a lo largo de la ciudad, con altos niveles de calidad artística. De hecho, se ha convertido en uno de los enclaves europeos más proclives al arte urbano, incluso con apoyo municipal.

La cultura hip hop se asienta en Lisboa y Oporto como el rostro urbano del Portugal que busca escapar de los fantasmas del fado y de la corrupción política. Fue General D el fundador de la vertiente tuga, presta a no caer sólo en las redes del género norteamericano sino a mezclarlo con las rimas contemporáneas que llegan de las excolonias lusas en África.

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