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Iluminando el mundo

Cubierta de Ana Juan en The New Yorker.

Leo en la web del New Yorker: «Ana Juan began contributing to Ana JuanThe New Yorker in 1995, and has since done dozens of covers for the magazine». Docenas de cubiertas desde hace 23 años, algunas de las cuales suscitan un interés particular: la última, fue inspirada por el testimonio de Christine Blasey Ford en el comité del Senado estadounidense que examina al nominado para el Tribunal Supremo Brett Kavanaugh.

"Habla por las mujeres que no tienen voz", dice la revista que dice la ilustradora para explicar su trabajo.

Como ocurre tantas veces, quizá más en esta ocasión por tratarse del asunto del que se trata, algunos se fijaron tanto en el mensaje lanzado por la artista como en el hecho de que un medio de tanto prestigio confíe su cover a una española. Descubrían el agua tibia…

"Ana lleva muchos años haciendo portadas para The New Yorker y colaborando con medios extranjeros. Además, no es la única, somos muchas las ilustradoras que trabajamos para medios de comunicación fuera del país de manera habitual», me dice Mar Hernández, Malota.

En efecto, corrobora Eva Vázquez, ilustradora especializada en prensa editorial, "somos muchas las que colaboramos en medios extranjeros". Cada semana hay ilustradoras españolas haciendo portadas en medios extranjeros, asegura, y lamenta que no se sepa. "Algo que sí suele suceder es que aún se ve la ilustración como un relleno, algo bonito para que la página no quede muy dura y densa, un colchón de color que hace la lectura más amable cuando en realidad el ilustrador en medios suele dar su opinión, puntos de vista sobre el tema que acompaña, los enriquece, aporta nuevas lecturas y facetas, nunca-nunca es un resumen." Es una percepción equivocada que también tienen los escritores cuyos textos iluminan: "El escritor suele apurar al máximo todos los días de los que disponen para entregar su trabajo y poco antes de terminar la fecha de entrega y publicar te lo envían a ti para hacer el dibujo. No hay malicia en ese gesto, pero tampoco empatía, sencillamente creo que no se han parado a pensar que mi trabajo lleva tantas horas o más que lo suyo".

Si no lo veo, no lo creo

Lo escuchado me lleva a preguntar si las ilustradoras tienen la visibilidad que merecen. Adelanto que las respuestas no me sacan de dudas…

"Si no la medimos en cantidad, sino en calidad… No, no tenemos la visibilidad que merecemos. Porque merecemos una más abierta, en cambio nos la ofrecen encopetada, esperando algo femenino", responde María Herreros. Y Malota coincide: "Creo que no, la cultura en general no tiene demasiada visibilidad en los medios actualmente, en mi opinión, el trabajo creativo y especialmente el de las mujeres no tiene la visibilidad que debiera porque si fuera así nuestra sociedad sería bien distinta".

 

Ilustración de Eva Vázquez para Mercurio.

"Si te refieres en comparación con los hombres, no creo que haya diferencia ―me dice Elena Odriozola―. Al menos donde yo me muevo, que es sobre todo la ilustración de libros". Aprovecho para apuntar que en 2015 obtuvo el Premio Nacional de ilustración. Y Vázquez está de acuerdo: "Creo que sí, no entiendo ni veo diferencia entre ilustradores e ilustradoras, al menos en mi campo que es el de la ilustración conceptual, el campo de la portada de Ana Juan". Sostiene que lo que el cliente ve es tu trabajo, y lo ve adecuado o no lo ve, pero que no les importa que seas de un determinado sexo o raza: "ellos a ti no te ven, no saben cómo eres, no nos vamos a encontrar, si son serios y la mayoría lo son no les va a importar si eres hombre o mujer". Su experiencia es que lo que valoran es "cómo piensas, la forma que tienes de contar, de transmitir ideas y conceptos que a veces son complejos o difíciles por delicados o por duros. Les cobras por pensar, por dedicarle las horas que sean a solucionar visualmente ese conflicto, te contactan por cómo piensas, por las apuestas visuales y narrativas, el dibujo se lo regalas".

Vázquez, que colabora con The New York Times (y con El País, Mercurio…), lleva como profesional casi nueve años. Para ella, publicar en medios foráneos es, más que una opción, una necesidad por lo pequeño y precario del mundo laboral en España, "donde somos muchos y el nivel es altísimo".

A esa necesidad de huir de un espacio saturado, se unen otras consideraciones. "Efectivamente, trabajar en el extranjero es interesante por muchas razones, pero en general tengo la sensación, por mi experiencia, de que fuera del país la profesión del ilustrador está mucho mejor entendida y valorada ―afirma Mar Hernández―. En España hay excepciones, pero son minoría."

Odriozola se muestra prudente, ella apenas colabora con medios, pero sí conoce las experiencias de sus colegas, y menciona la de un amigo ilustrador que sí lo hace "pero, más que porque el mercado local se le quede pequeño, porque en Estados Unidos, por ejemplo, se respeta bastante más el trabajo del ilustrador y se paga en consecuencia".

Ya que hablamos de dinero… "En España se cobra poco y muy tarde", asegura María Herreros.

Y en este viaje para iluminar el mundo, las posibilidades que ha abierto internet son infinitas. "Hace años los ilustradores iban con su portafolio puerta por puerta, entregaban los originales a mano o iba un cartero a recogérselos a casa, un motorista, flipa, hoy existe internet y tu cliente puede vivir en China. Es maravilloso. El único problema es el desfase horario, tus clientes viven en cualquier parte del planeta y tu horario se adapta a eso. Es curioso ver también cómo los currículos cambian, recuerdo que antes ponías todo lo que habías hecho y estudiado, añadías talleres, becas, cursos…todo lo que pudiera engrosarlo. Hoy en día no es necesario, en este campo al menos, ven tus dibujos, ven como piensas, tus intereses, porque los ilustradores al igual que muchos artistas repetimos temas, aquello que nos atrae y sobre lo que insistimos, se ve si te interesa la pintura o el cine o el manga…eso lo ve un director de arte, es su trabajo. Ningún director de arte te va a contratar o dejar de hacerlo porque seas chico o chica ni ninguno me ha pedido títulos o currículum, nunca".

El terreno en el que me siento más cómoda

 

Ilustración de María Herreros para su libro Paris sera toujours Paris.

Mis interlocutoras, ilustradoras todas, se mueven en distintos campos. Al cierre, les pregunto cuál es su terreno favorito y por qué…

¡Pero qué vergüenza!

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"Me quedo con un buen texto que ilustrar", dice Elena Odriozola. Y María Herreros: "Libros, exposiciones de obra personal, encargos de particulares y murales". Lo próximo es un libro: Paris sera toujours Paris, con Màxim Huerta.

Vázquez, que llegó a la ilustración desde la arquitectura, se queda con periódicos y revistas. "Ilustrar en prensa es una maravilla y un estrés de cojones. A veces tienes un día y a veces horas, pero la inmediatez que requiere, la concentración y el ser resolutivo y creativo con lo mínimo me parece muy interesante. Me interesa estar al día de lo que sucede en el mundo y aportar en ese campo."

Malota, por su parte, elige no elegir. "La verdad es que me siento cómoda en los diferentes contextos donde se trabaja la ilustración, es algo que disfruto de mi profesión, la cantidad de proyectos diferentes que se pueden llegar a abordar, es muy enriquecedor."

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