El cine de Amat Escalante, ya lo sabíamos, no deja indiferente a nadie. Siempre ha resultado impactante, y aún lo es más La región salvajeLa región salvaje, en la que –sólo en parte– abandona su habitual realismo para plantear una parábola en la que el sexo y la violencia vienen de este y de otro mundo. Al mexicano le ha tocado competir este lunes en la Mostra de Venecia con una comedia ligera italiana que hace honor a su título, Piuma (Pluma), de Roan Johnson, sobre una pareja de adolescentes que se enfrentar prematuramente a la paternidad.
¿Una película de ciencia ficción, con un monstruo cefalópodo extraterrestre, generado por computadora, capaz de producir placer y muerte a la vez? Así de entrada no diríamos que tiene demasiado que ver con la previa filmografía del mexicano nacido en España Amat Escalante, autor de crudos y realistas retratos como Heli o Los bastardos. Sin embargo, confeso amante del género de terror y fantasía, como su compatriota –y más coherente en este aspecto– Guillermo del Toro, el realizador se ha atrevido a dejar correr su imaginación sin por ello despegar demasiado los pies del suelo.
En La región salvaje, la desconocida joven Verónica (Simone Bucio) irrumpe sorpresivamente en la vida de una pareja que oculta sus propios secretos. La joven es "amante" de una criatura llegada en un meteorito de otro mundo, capaz de amplificar el deseo sexual de quienes la frecuentan, y brindar placer pero también resultar muy peligrosa. Todo ello sucede en una pequeña ciudad mexicana donde el clasismo, la homofobia y el abuso a las mujeres son el pan nuestro de cada día.
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De esta manera, la atrevida propuesta del cineasta mexicano deviene una peculiar mezcla de géneros que resulta a ratos fascinante pero roza el naufragio en otras ocasiones. No apta para estómagos delicados y moralidades estrechas, La región salvaje marca la primera infidelidad de Escalante a Cannes, festival en cuyo pecho se crió, y en el que parecía lógico ver este film, finalmente estrenado mundialmente en Venecia antes de volar a Toronto.
No extrañaría que se convirtiera en un morboso artículo de culto, fruto de su atrevimiento y originalidad, y en este sentido tiene mucho más lógica su presencia en la competencia de la Mostra que la otra cinta del día, Piuma, de Roan Johnson, un intento de resucitar las viejas comedias costumbristas italianas de hace más de medio siglo, a partir de la historia de una joven pareja de compañeros de clase, en sus 18 primaveras, que esperan un bebé fruto de su amor. La película, con la que es difícil no simpatizar, carece de la profundidad o el riesgo que se supone a una selección festivalera, pero Alberto Barbera tiene gustos bastante particulares y como estamos viendo este año, profundamente contradictorios.
La historia la hemos visto muchas veces contada en otros sitios (Juno, por ejemplo, o en España, bastante antes, en la popular Adiós, cigüeña, adiós, de Manolo Summers), y Johnson aparte de filmar en largos planos secuencia y con mucha, mucha, palabra, no aporta nada especialmente original. Pero es divertida...
El cine de Amat Escalante, ya lo sabíamos, no deja indiferente a nadie. Siempre ha resultado impactante, y aún lo es más La región salvajeLa región salvaje, en la que –sólo en parte– abandona su habitual realismo para plantear una parábola en la que el sexo y la violencia vienen de este y de otro mundo. Al mexicano le ha tocado competir este lunes en la Mostra de Venecia con una comedia ligera italiana que hace honor a su título, Piuma (Pluma), de Roan Johnson, sobre una pareja de adolescentes que se enfrentar prematuramente a la paternidad.