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El IVA de la discordia

Hecho 1

El pasado 24 de enero, en el transcurso del XII Fórum de Editores Educativos, los editores volvieron a reclamar, esta vez en un comunicado de la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE), una rebaja del tipo impositivo para los libros digitales, que es del 21%, muy superior al de los libros en papel, 4%. Es decir: el mismo texto paga distintos IVA en función del soporte, algo que quienes los ponen a disposición del público considera un “sinsentido”.

Hecho 2

El pasado 24 de enero, el Consejo de Ministros aprobó la bajada del llamado IVA artístico que afecta a pintores, marchantes, fotógrafos, performers, galeristas... ¡hasta a los creadores de Fallas!

La decisión supone que los beneficiados pasen de tributar el 21% (tipo general) a hacerlo al 10% (tipo reducido).

"Es un primer paso, tenemos que adoptar una serie de medidas fiscales para promover la cultura", dijo la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando se le preguntó si van a seguir bajando el IVA a otros productos culturales. De hecho, ya a finales de 2013 el Gobierno dejó entrever la posibilidad de reducir el IVA cultural, en función de "las exigencias de consolidación fiscal".

Y no es por dudar de sus intenciones, pero el anuncio del 24 llenó de indignación a quienes no hace tanto vieron aumentado brutalmente el IVA que soportan. Por ejemplo, a las gentes del cine, el teatro y los conciertos, cuyas entradas pasaron hace no tanto de estar gravadas con el 8% a soportar un 21%.

Pero volvamos a los libros, que es lo que aquí nos ocupa. El que la reclamación de los editores y la decisión del Gobierno fueran difundidas el mismo día, sirvió, aun siendo una casualidad, para subrayar los extraños que hace un sistema impositivo que, es verdad, nunca satisfará a todos.

No obstante, podemos preguntarnos por las razones y las consecuencias de esas (aparentes) incongruencias.

Un texto, dos IVA

El Gobierno, por supuesto, tiene razones que justifican la diferencia impositiva entre los libros tradicionales y los digitales.

"Hasta ahora han considerado a los libros digitales como un servicio y como tal han aplicado el tipo general del IVA", explica José Moyano, presidente de ANELE, quien considera incomprensible que "La Celestina, por poner un ejemplo, pueda tener un IVA diferente si la compramos para leerla en papel o si la leemos en un eReader."

La postura del Ejecutivo viene dictada por la Unión Europea, y a ella dicen ajustarse a pesar de que, recuerda Moyano, tanto "el Gobierno español, este y el anterior, así como el conjunto del Parlamento han aprobado iniciativas para defender en Europa una equiparación del IVA del libro digital al de papel".

Pero mientras otros países se han resistido, España ha asumido la versión más restrictiva de esa directiva.

"Menos en Francia y Luxemburgo, la situación es similar en toda Europa –Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE)–. Al libro digital se le aplica el tipo del impuesto de sociedades. Se da la circunstancia que en algunos países este es aún más alto que en España."

De lo dicho por Ávila se desprende que hay países rebeldes que se niegan a aplicar las normas comunitarias... ¿O es acaso que la regla no es inquebrantable?

Ávila sostiene que "la propia directiva es tan amplia que ofrece argumentos de sobra para entender que un libro es un libro, sea en papel o en formato digital, y como tal debe considerarse y no como un servicio". Y su colega Moyano subraya que la actuación de franceses y luxemburgueses "ha generado alguna controversia en la Unión Europea y alguna denuncia ante los tribunales europeos".

Las consecuencias

Mientras Europa decide (o no) unificar IVA, el sector sufre las consecuencias de la doble imposición que, en opinión de Antonio María Ávila, son también dos.

Una, por así decirlo, de puertas adentro: un coste administrativo mayor pues hay que tener dos contabilidades, una para el libro en papel y otra para el libro digital. Otra, de puertas afuera: el encarecimiento del libro digital porque, "aunque el precio fuera más barato, en el IVA hay 17 puntos de diferencia con respecto al de papel". Y ese es un argumento de peso en un país donde tantos justifican la piratería por el coste que tienen los libros digitales, que consideran alto.

Perseverar en la lucha

Preguntamos a nuestros dos interlocutores por la malhadada casualidad que señalábamos al principio de este texto, la de que el comunicado reivindicativo de ANELE fuera difundido el mismo día en el que el Gobierno anunciaba una selectiva rebaja del IVA.

"Sinceramente –dice Ávila–, no tengo tan claro que hayan bajado el IVA de los objetos del arte, sólo a una parte". Que es tanto como no decir nada.

¿Hay una doble vara de medir?, insistimos con Moyano: "En cuanto al tema concreto del IVA del libro digital, es más una cuestión de que se quiere esperar a una decisión de la Unión Europea en su conjunto y no tomar una iniciativa unilateral como ha ocurrido con Francia".

Parece evidente que los dirigentes del sector editorial no quieren hacer de ese trato de favor un casus belli. Lo cual no significa que no crean que hay razones para seguir peleando.

“La bajada del IVA cultural no debe ser sólo para las élites”

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En palabras del presidente de ANELE, "seguir defendiendo que es un disparate que no puede justificarse de ninguna manera que un mismo producto (una novela, un libro de texto…) tenga un IVA diferente en función del soporte en el que lo leas".

"Nosotros vamos a seguir trabajando en la defensa de los intereses del sector editorial –remata el director ejecutivo de la FGEE–. Somos optimistas en que haya un cambio en Europa con respecto a este tema".

Continuará.

Hecho 1

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