Julieta Serrano, tras recibir el Premio Corral de Comedias: "¡Si yo no soy tan importante!"

3

“Me encuentro absolutamente en la nada”, decía la actriz Julieta Serrano (Barcelona, 1933) tras recibir una hora de discursos adulatorios, de amigos y autoridades. El motivo era la concesión del Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro, que celebra toda su carrera. “Qué puedo decir yo cuando de pronto todo lo que han dicho de mí me resuena de algún modo como un sueño, que no es real, que no puede ser real, ¡que yo no he trabajado tanto, que yo no soy tan importante...!”, decía, con humildad, pero sin razón: más de 65 años de carrera, un centenar de obras teatrales estrenadas, más de 60 películas y un reconocimiento unánime del público, que la recibe aún con un cariño reservado solo a las abuelas culturales. “Estoy profundamente agradecida”, acertaba a decir la actriz, emocionada. No le hacía falta mucho más para arrancar el aplauso.

La ceremonia, en la noche del jueves, abría la 44ª edición del Festival de Almagro, que arranca con un 75% de ocupación —con aforo reducido— y sin recorte de fechas, hasta el 25 de julio. El festival se ha acostumbrado, como todos, a las mascarillas y la distancia. El verano pasado, la principal cita del teatro clásico español se convertía en “mascarón de proa” del regreso a los escenarios tras meses de encierro, en palabras de su director, Ignacio García, y aquello tenía un aire de celebración no exclusivamente teatral. El segundo año de la pandemia ha perdido el apellido de “histórico” y el halo de novedad macabra, pero el virus sigue tercamente ahí. ¿Quién pensaba, en el patio de butacas que aplaudía entonces a Ana Belén, que un año después la excepcionalidad se repetiría? La situación no es ni remotamente similar —se sustituía el minuto de silencio por las víctimas guardado en 2020 por un más breve aplauso a los sanitarios—, pero en Almagro el paisaje parece un déjà vu.

La actriz Julieta Serrano, en el centro, acompañada de Nuria Espert e Ignacio García, se dirige a recoger el Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro, el 1 de julio de 2021. / FESTIVAL DE ALMAGRO

“En el teatro”, decía Ignacio García, director del festival, “la presencia, la convivencia comunitaria nos salva de la barbarie, del extremismo, del individualismo y de la insolidaridad”. Algo similar decía el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, que poco antes de iniciarse la ceremonia celebraba que España haya sido “el único país de Europa que ha mantenido los teatros, los cines y los conciertos abiertos”. La cultura, decía el ministro en su discurso, después del alcalde de Almagro, el presidente de la Diputación y la consejera de Cultura de Castilla-La Mancha, “nos ha ayudado a transitar estos meses, nos ha acompañado”. No era la primera vez que pronunciaba, o que se pronunciaban, palabras similares. Pero “lo que viene por delante”, insistía, “es mucho más positivo y tiene que ver con reforzar la cultura”.

Antes del acto, en un breve encuentro con los medios, Rodríguez Uribes lanzaba una promesa política que tampoco formulaba por primera vez: la implementación de las políticas del Estatuto del Artista todavía no desarrolladas, una “gran reforma” que se compromete “a culminar en esta legislatura”. ¿Qué diferencia a estas palabras de las ya pronunciadas en otras ocasiones? El ministro aseguraba que la Comisión Interministerial necesaria para poner en marcha esas medidas —con Hacienda, con Seguridad Social y Trabajo— se reuniría antes de las vacaciones. Además, el desarrollo del Estatuto está incluido dentro del plan para los fondos europeos desarrollado por el Gobierno y ya aprobado por Bruselas. “Nos hemos obligado con Europa”, aseguraba.

Nuria Espert, a la izquierda, felicita a Julieta Serrano por su Premio Corral de Comedias, otorgado por el Festival de Almagro. / FESTIVAL DE ALMAGRO

Almagro reivindica la riqueza lingüística de la península con la obra fundacional del teatro en gallego

Ver más

La actriz Nuria Espert y el dramaturgo Paco Bezerra, encargados de la laudatio, insistían en hacer de la fiesta una fiesta. Era la noche de Julieta Serrano, una gran actriz pero también, en palabras del segundo, “un icono”. En el imaginario popular, este mito tiene mucho que ver con Pedro Almodóvar, pero tanto Espert como Bezerra insistían, como correspondía, en su enorme trabajo como animal de escena. Si debutó con Shakespeare a los 21 años —un autor que volvería a interpretar en una decena de ocasiones, de La fierecilla domada a Ricardo III—, llegarían de inmediato Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Lope de Vega, y Zorrilla, y Cervantes. La relación de Julieta Serrano con Almagro es larga, casi casi gemela a sus más de 60 años de carrera. Aquí llegó en 1958 para actuar en La dama duende de Miguel Narros. Tenía 25 años.

Y no solo clásico ha hecho la actriz, claro, aunque en Almagro toque lucirlo. Junto a Nuria Espert estrena en 1969 Las criadas, de Jean Genet, con dirección de Víctor García, que Bezerra describía como “una especie de misa negra” en la que más que dos actrices parecían “dos brujas invocando al mismísimo Belcebú”. La laudatio de Espert era breve y, pese a haber seguido de cerca la carrera de su compañera, se centraba en otros méritos quizás más valiosos. “Es la más querida actriz dentro de la profesión: su bondad, su carácter, su inteligencia, su generosidad que reparte a manos llenas”, decía, diciendo representar a “toda la familia actoral”. “Para mí es una hermana”, seguía, “y para los actores es alguien a quien mirar y de quien aprender”.

Su arrojo en lo artístico tenía mucho que ver con el arrojo que le reconocía Bezerra. Porque el dramaturgo, en cuya obra Dentro de la tierra actuó Serrano, recordaba que la actriz fue también “una niña de la guerra con todo lo que eso implica: hambre, violencia, miedo y represión”. Frente a eso, apuntaba, Serrano decidió ser “el ideal de mujer libre, rebelde y pionera”, que ha trabajado con “los mejores” —de José Luis Alonso a Josefina Molina, de Tomaz Pandur a Gerardo Vera— y que, cuando parecía que no le sonreía la suerte, montó su propia compañía. Por todo ello atesoraba ya Serrano el Premio Nacional de Teatro, la Biznaga de Plata del Festival de Málaga y un Goya, entre otros muchos galardones. A sus cerca de 90 años, estrenará en septiembre su última película —por el momento—, Madres paralelas, de Pedro Almodóvar.

“Me encuentro absolutamente en la nada”, decía la actriz Julieta Serrano (Barcelona, 1933) tras recibir una hora de discursos adulatorios, de amigos y autoridades. El motivo era la concesión del Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro, que celebra toda su carrera. “Qué puedo decir yo cuando de pronto todo lo que han dicho de mí me resuena de algún modo como un sueño, que no es real, que no puede ser real, ¡que yo no he trabajado tanto, que yo no soy tan importante...!”, decía, con humildad, pero sin razón: más de 65 años de carrera, un centenar de obras teatrales estrenadas, más de 60 películas y un reconocimiento unánime del público, que la recibe aún con un cariño reservado solo a las abuelas culturales. “Estoy profundamente agradecida”, acertaba a decir la actriz, emocionada. No le hacía falta mucho más para arrancar el aplauso.

Más sobre este tema
>