Libros para despertar a la sonámbula

1

Hace cuatro años, en 2014, el mundo editorial se lanzó a celebrar el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial, que hace cien años nadie llamaba "Primera" (no sabían que habría una segunda) y de la que probablemente pocos intuyeron su carácter devastador y global.

Porque, como recordó el historiador Julián Casanova, los implicados no tenían ni idea de la que se les venía encima. Al declarar la guerra en agosto de 1914, argumenta la historiadora Ruth Henig, "los poderes europeos contemplaban una serie de encuentros militares cortos e incisivos, seguidos presumiblemente de un congreso general de los beligerantes en el que confirmarían los resultados militares mediante un arreglo político y diplomático. Guillermo, el príncipe heredero de la corona alemana, ansiaba que la guerra fuera radiante y gozosa. El ministro ruso de la Guerra, el general V.A. Sukhomlinov, se preparaba para una batalla de dos a seis meses y las expectativas británicas eran que sus fuerzas expedicionarias estuvieran en casa para Navidad."

 

'Eso no estaba ne mi libro de historia de la Segunda Guerra Mundial' (2018), de Jesús Hernández Martínez.

La guerra del 14 marca, al decir de muchos, el verdadero inicio del siglo XX: cuando callaron las armas, ya nada era igual. De su trascendencia da cuenta una buena cantidad de obras literarias, ensayísticas, periodísticas que, casi desde el principio, analizaron y reflejaron la conmoción. Ni que decir tiene que la celebración del siglo transcurrido animó a estudiosos y editoriales a aportar más material para la reflexión.

"Una de las características de algunos de los estudios históricos más novedosos, y parte de su éxito, es explicar cómo empezó el conflicto más que los porqués ―sobre los que cien años después persisten las discrepancias históricas y políticas― y cómo se desarrolló", explicó en un artículo en Letra internacional el editor Manuel Florentín.

Una explosión editorial

Así, la fiebre del aniversario dio para la publicación y reseña de novedades interesantes y para recuperar clásicos de lectura insoslayable.

Ensayos añosos, aunque vigentes, como Los cañones de agosto. Treinta y un días de 1914 que cambiaron la faz del mundo, de Barbara W. Tuchman (1962), que el presidente Kennedy consultó para no repetir los errores de entonces durante la Crisis de los Misiles; o Los siete pecados capitales del imperio alemán en la Primera Guerra Mundial, de Sebastian Haffner (1964). Y ensayos nuevos, entre ellos, Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914, de Christopher Clark; 1914. De la paz a la guerra, de Margaret MacMillan; 1914. El año de la catástrofe, de Max Hastings; o 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial, de David Stevenson.

Novelas que han resistido el paso del tiempo, tales que El retorno del soldado de Rebecca West (1918); Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek (1922); tres clásicos fechados en 1929: Adiós a todo esto, de Robert Graves; Adiós a las armas, de Ernst Hemingway, y Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque; Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo (1931); o Senderos de gloria, de Humphrey Cobb (1934). También novelas más recientes, por ejemplo, 14, de Jean Echenoz; Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre; La canción del cielo, de Sebastian Faulks.

Poesía y cómics, que no cito por no hacer la enumeración más larga.

Y por supuesto, textos de todo género firmados por autores españoles en torno a un conflicto que parecía ajeno a España. Una selección caprichosa: La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, de Ricardo Artola; La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, de Juan Eslava Galán; España en la Primera Guerra Mundial. Una movilización cultural, de Maximiliano Fuentes Codera; 1914. El año que cambió la humanidad, de Antonio López Vega; Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial, de José Luis Hernández Garvi… Y, entre las novelas, inevitablemente Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de Vicente Blasco Ibáñez (publicada en 1916, en plena Gran Guerra) o, recientemente, El sonámbulo de Verdún, de Eva Díaz Pérez.

Entre guerras, entre libros

En su texto citado, Manuel Florentín atribuía el interés renovado de los historiadores a la existencia de ciertos paralelismos entre aquellos meses anteriores al estallido bélico, en agosto de 1914, con los tiempos que corremos: fin de una época, crisis de valores, futuro incierto, momento prerrevolucionario por las crecientes diferencias sociales, grandes potencias agotadas y potencias emergentes que le disputan el trono de la hegemonía mundial, terrorismo internacional difícil de combatir ―izquierdista entonces, islamista hoy―, filtraciones de espionaje (el coronel austrohúngaro Redl en su día ―inmortalizado por Klaus Maria Brandauer en la película de István Szabó―, Wikileaks y caso Snowden hoy), conflictos locales en lugares de gran importancia geostratégica (Ucrania o islas Senkaku hoy, Serbia entonces) que enfrenta a las grandes potencias, una Europa del norte rica y una del sur pobre cuya población debía emigrar...

En su opinión, al echar la vista atrás desde 2014, los estudiosos de 1914 quisieron entender "cómo un sistema político, económico y social, más o menos estable, se precipitó al vacío por la inoperancia de los gobernantes europeos ante las crisis de entonces como de las de hoy: la crisis económica mundial que estalló en 2008, la paralización de la Unión Europea, la desestabilización del mundo arábigo-islámico, el resurgimiento de los nacionalismos, Ucrania... Siempre se ha dicho que la historia no se repite, pero a veces se asemeja peligrosamente; o rima, como decía Mark Twain".

 

'Bajo el signo de la esvástica' (2012), de Manuel Chaves Nogales.

Ese análisis, que está en muchos de los textos que recomendamos hace cuatro años, se hace ahora más imperioso. Ahora, cuando nos acercamos al aniversario del Armisticio, firmado el 11 de noviembre de 1918, quizá toca incorporar a la biblioteca títulos que nos enseñen a entender qué pasó en el periodo de entre guerras.

Podemos leer la monumental November 1918. Eine deutsche Revolution, novela en cuatro tomos que Alfred Döblin publicó en 1949-50 describiendo el ambiente durante la revolución que precipitó la instauración de la República de Weimar; y Bajo el signo de la esvástica, de Manuel Chaves Nogales. También, desde luego, Un mundo feliz, de Aldoux Huxley; 1984, de Orwell…

Inevitablemente, hay que volver a El mundo de ayer, publicado en 1942, año en el que su autor, Stefan Zweig, se quitó la vida, uno de los textos más hondos y desesperados sobre lo ocurrido entre el inicio de la Guerra del 14 y la llegada de Hitler al poder.

Dando un gran salto para coger perspectiva, y puesto que lo hemos citado extensamente al principio, recuperemos un texto de Julián Casanova, Europa contra Europa, 1914-1945 donde, además de repasar los años de conflicto, y entre otras derivadas, analiza la aparición de dos corrientes antagónicas: el fascismo y el comunismo. "La crisis económica puede alimentar, y de hecho lo está haciendo, el discurso xenófobo y fortalecer identidades culturales supuestamente superiores ―aseguró el año de su publicación, 2011―. No me atrevería a decir que eso puede conducir a rebrotes totalitarios, pero depende de nosotros, de los intelectuales, de los políticos y de la sociedad civil."

 

'Sonámbulos: cómo Europa fue a la guerra en 1914' (2012), de Chris Clark.

Para saber en qué punto estamos, no está de más volver a Margaret MacMillan, esta vez para leer París 1919. Seis meses que cambiaron el mundo, un análisis del Tratado de Versalles y sus consecuencias. "A la profesora de Oxford, bisnieta del entonces premier británico David Lloyd George, le preocupa más que por qué empezó la guerra (nacionalismo, rivalidad económica y hegemónica en las colonias, militarismo...), por qué no pudo mantenerse la paz (en el continente porque en las colonias las espadas siempre estuvieron en alto)", afirma Manuel Florentín. Por cierto, que al estampar su firma en ese documento, el 28 de junio de 1919, el presidente estadounidense Woodrow Wilson dijo algo que le garantiza un puesto relevante en la historia de la ingenuidad: que aquella guerra se había hecho "para acabar con todas las guerras".

Los mejores libros de (mi) 2018

Ver más

En realidad, lo que inauguró ese conflicto bélico que alteró todas las normas y destruyó todas las certezas fue el Descenso a los infiernos que Ian Kershaw describe en un libro cuyo subtítulo es Europa 1914-1949. "En Europa sigue habiendo muchos asuntos peligrosos, que amenazan la estabilidad del continente, y, además, algunas mentalidades que creíamos desaparecidas, como el racismo o el antisemitismo, han vuelto a asomar ―declaró―. La crisis económica de 2008 y la actual crisis migratoria nos ha traído de vuelta viejos fantasmas. En definitiva, se han puesto en cuestión muchos de los valores y estructuras que creíamos asentados."

Son sólo algunas recomendaciones entre muchas posibles. Y al repasar lo escrito, veo que la palabra "sonámbulo" ronda el texto: aparece al menos en dos títulos (los de Clark y Díaz Pérez) y en la ficha del libro de Artola: "Como si de sonámbulos se tratara, las grandes potencias de principios del siglo XX se embarcaron en una guerra…"

La RAE define al sonámbulo como esa persona "que mientras está dormida tiene cierta aptitud para ejecutar algunas funciones correspondientes a la vida de relación exterior, como las de levantarse, andar y hablar". Lo relevante es determinar si la Europa de 2018 regresa sonámbula a un futuro en armas. Y en qué medida estas lecturas pueden ser un despertador eficaz.

Hace cuatro años, en 2014, el mundo editorial se lanzó a celebrar el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial, que hace cien años nadie llamaba "Primera" (no sabían que habría una segunda) y de la que probablemente pocos intuyeron su carácter devastador y global.

Más sobre este tema
>