La vida es una novela. Una novela negra, concretamente. La mayoría de las veces, es decir, siempre. Así lo relata Javier Valenzuela en La muerte tendrá que esperar (Huso), su reciente y nueva novela realista en la que se mezclan personajes tan diversos como Juan Carlos I y Corinna Larsen, un comisario español de las cloacas del Estado, un profesor del Instituto Cervantes en Tánger o una mujer fatal que trabaja como relaciones públicas del Mundial de Fútbol de Qatar. Todo muy noir.
La vida es una novela, decíamos, en el más amplio sentido de un término capaz de aunar realidad y ficción con quirúrgica concreción y fabulosa imaginación. Una dualidad personal sobre la que reflexiona Rosa Montero en El peligro de estar cuerda (Seix Barral), un ensayo con tintes de, efectivamente, novela, en el que se adentra en los vínculos entre creatividad e inestabilidad mental, en el que desde su propio yo de no ficción llega a la ficción que todos llevamos dentro.
Son estos dos de los lanzamientos editoriales más recientes que hemos comentado en infoLibre de un tiempo a esta parte. Y, aprovechando que este sábado es el Día Mundial del Libro, reducimos la velocidad de la actualidad, aparcamos en el arcén y nos detenemos un instante a admirar el paisaje de todo el camino recorrido página a página, capítulo a capítulo, hablando de estos y otros muchos títulos.
Admirar lo recorrido y reflexionar sobre los caminos por recorrer, como hacen con deslumbrante maestría Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga en La muerte contada por un sapiens a un neandertal (Alfaguara, 2022). "A todos nos viene fatal morirnos ahora, tenemos muchas cosas que hacer", plantea la pareja con ese fino sentido del humor tan suyo y que resume, en última instancia, lo que a todos por dentro nos reconcome.
Pero no vale de nada mortificarse, ni pensar en futuras e inevitables mortajas. No tenemos lecturas que perder mientras el tiempo se nos va peleando por no procrastinar. Aprendamos todas las lecciones que podamos de la antología de literatura y vida contenida en El libro de Ana María Matute (Blackie Books), del homenaje de Pablo Santiago Chiquero a la lectura como instrumento transformador de Cervantes para cabras, Marx para ovejas (Maclein y Parker), o de la colección Cine y Derecho (Tirant Lo Blanch), que estudia los problemas y retos del Derecho a través del séptimo arte, apoyándose a su vez en las ciencias sociales para explicar la cultura jurídica y política.
Siempre sienta bien, también, viajar al pasado para descifrar el presente. Esa es la propuesta de Ana R. Cañil: recorrer la España del ayer de la mano de Los amantes extranjeros (Espasa), que no son otros que George Orwell, Ernest Hemingway, Washington Irving, Julio Verne o Gabriel García Márquez. Y mucho más atrás en el tiempo nos lleva Abraham Juárez, flamante ganador del Premio Edhasa Narrativas Históricas 2022 con su primera novela: La faraona oculta (Edhasa).
Más corto es el trayecto temporal que nos propone Leandro Pérez, quien novela una "España represiva y terrible" a raíz del triunfo imaginado del 23F, llegando a imaginar incluso en La última noche de Libertad Guerra (Planeta) la ucronía de que en el Golpe de Estado del 81 fueron asesinados Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Manuel Gutiérrez Mellado y Juan Carlos I 'El Breve'. Más que la dicotomía entre realidad o ficción, una terrible ficción que pudo haber sido realidad.
"Tenemos que parar para leer un ratito. Leer educa en la lentitud. Para mirar hace falta lentitud. No fijamos la mirada en las cosas, no pensamos las cosas"
Ese es el gran poder de la literatura, en cualquier caso: hacer volar la imaginación en universos paralelos o por inventar. O contar Una historia ridícula (Tusquets), como hace Luis Landero, quien a partir de esa aparente ridiculez llega a sabias conclusiones. "Tenemos que parar para leer un ratito. Leer es una cosa que precisamente educa en la lentitud. Para mirar hace falta lentitud. No fijamos la mirada en las cosas, no pensamos las cosas. Vivimos de segunda mano, compramos la opinión y la mirada de los otros", planteó a infoLibre hablando de esta última novela.
Paremos a leer cuatro historias con nombre de mujer: La bajamar, de Aroa Moreno Durán (Literatura Random House); Lobos en las islas, de Marilar Aleixandre (Arde); Violeta, de Isabel Allende (Plaza & Janés); o Cazar leones en Escocia, de Cruz Sánchez de Lara (Espasa). Cuatro historias de amor, maternidad, silencios, familias, guerras, exilios, memoria. El paso del tiempo, la vida. Y no olvidemos a Las mujeres de Federico, de Ana Bernal-Triviño y Lady Desidia (Lunwerg), en el que los personajes femeninos de García Lorca se reúnen para pedir cuentas a su creador.
También aporta Sandra Sabatés su propia visión femenina en No me cuentes cuentos (Planeta), partiendo de una pregunta de esas que desatan el debate: ¿Cuántas veces hemos leído cuentos infantiles sin reconocer que son historias de violencia contra las mujeres? Para buscar una respuesta, la presentadora recoge testimonios reales de mujeres que han sufrido abusos y violencia, tanto física como psicológica, al igual que las protagonistas de los cuentos clásicos.
Virando hacia la política, Manuela Carmena reconoce y narra su estupor durante los años al frente del Ayuntamiento de Madrid en La política joven (Península). Y pasamos de unas memorias a la reciente biografía escrita por Manuel Sánchez y Alexis Romero sobre otra mujer de potente tirón en la izquierda española: Yolanda Díaz (Penguin Random House). Manuela es pasado político, mientras Yolanda es presente y un futuro de página en blanco aún por escribir. Literatura, en definitiva.
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Otros títulos que hablan sobre nuestro tiempo y que bien podrían inspirar novelas futuras: No quieren que lo sepas, de Jesús Cintora (Espasa); El desorden político, de Ignacio Sánchez-Cuenca (Catarata); VOX S.A., de Miguel González (Península); Antifascistas, de Miguel Ramos (Capitán Swing); La gran evasión española, de Alejandro Torrús (SineQuanon); o Los nuevos odres del nacionalismo español, de Pablo Batalla (Trea).
Con un trol anónimo arrepentido aprendimos, en Confesiones de un bot ruso (Debate), que somos potenciales víctimas escondidas bajo la mesa en un fuego cruzado entre la verdad de la realidad y las noticias falsas disparadas a quemarropa. Y con A puerta cerrada (Visor), de Luis García Montero, recordamos que los poemas pueden albergar respuestas a las crisis políticas y personales, al desencanto de la vida pública y de la intimidad privada.
Porque sin poesía no hay mundo y porque, sin literatura, no hay presente para imaginar un futuro.
La vida es una novela. Una novela negra, concretamente. La mayoría de las veces, es decir, siempre. Así lo relata Javier Valenzuela en La muerte tendrá que esperar (Huso), su reciente y nueva novela realista en la que se mezclan personajes tan diversos como Juan Carlos I y Corinna Larsen, un comisario español de las cloacas del Estado, un profesor del Instituto Cervantes en Tánger o una mujer fatal que trabaja como relaciones públicas del Mundial de Fútbol de Qatar. Todo muy noir.