Aroa Moreno Durán y Ana Jarén: "Almudena Grandes es memoria, no será olvidada"

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La primera biografía de Almudena Grandes tenía que ser ilustrada para convertir a la persona que se fue en un personaje que está siempre presente y se quedará para siempre. Para darle a la añorada escritora madrileña ese aura evocador que trasciende el tiempo, la vida y la muerte. Y eso es precisamente lo que consigue Almudena. Una biografía (Lumen), todo un viaje sentido por la vida y obra de la autora desde la cercanía, el respeto y el sentimiento de compañía expresado en los textos de Aroa Moreno Durán y los dibujos de Ana Jarén. Con ambas charlamos para infoLibre en las oficinas de la editorial.

Supongamos que voy por la calle y me fijo en un escaparate en este libro. ¿Qué diríais que es?

ANA JARÉN: es una biografía vista por los ojos de Aroa y míos. Ella tuvo el privilegio de conocer a Almudena, yo no, de manera que he hecho un trabajo de intentar acercar y hacer mío todo lo que he visto de Almudena para poder transmitirlo en una versión ilustrada sin que perdiera su esencia.

¿Cómo ha sido ese proceso?

A.J.: Súper bonito, porque he tenido la oportunidad de trabajar con una amiga. Normalmente yo recibo el texto y luego ilustro, pero aquí ha habido mucho trabajo a la vez porque ella me iba pasando texto a medida que lo iba teniendo, hemos hablado mucho por todos los medios y situaciones posibles. Aroa me contagiaba de su entusiasmo y yo he conocido a una Almudena a través de sus ojos, lo cual ha sido realmente interesante.

El pasado verano tuve ocasión de pasar unos días en Rota en casa de Luis. Allí pude ver ese engranaje que era Almudena para tantas personas muy distintas, procedentes de mundos diferentes, esos 'Almudenos', según les puso nombre Joaquín Sabina

Una Almudena muy fiel, como nos contaron ya Luis García Montero y Benjamín Prado. ¿Cómo ha sido hablar con sus amigas y amigos para dibujar a Almudena?

AROA MORENO DURÁN: Con sus amigos y amigas tuve la sensación de estar cerca sobre todo el pasado verano, cuando tuve ocasión de pasar unos días en Rota en casa de Luis. Allí pude ver ese engranaje que era Almudena para tantas personas muy distintas, procedentes de mundos diferentes, esos Almudenos, según les puso nombre Joaquín Sabina. Un engranaje que les faltaba pero aún así seguían muy conectados y celebrando el verano en un lugar que a ella le gustaba tanto. Me da mucha envidia y nostalgia no haber podido vivir nunca esas celebraciones con ella, saber de qué hablaban, qué cantaban... Todos se han tomado muy a pecho la militancia en el optimismo y la alegría, como Almudena, y la recuerdan con verdadera alegría, pero ha habido también momentos de emoción, sobre todo con sus amigas más cercanas: Ángeles Aguilera, que es editora y conoció a Almudena en los noventa entrevistándola para la radio, y Azucena Rodríguez, La rubia, que es directora de cine. Me han transmitido una emoción honda y un echarla de menos todavía con la herida.

Por eso esta no es una biografía fría ni académica. Es bastante cercana y sentimental. También incluso por las ilustraciones, claro. ¿Puede ser que transmitan ese calor?

A.J.: Es amable, sí. Creo que la ilustración te da una calidez extra que acompaña. Y una foto es más literal, pero la ilustración te permite imaginar más. A pesar de que hay algunas que son bastante literales, porque yo no quería perder de vista las diferentes épocas de las que trata el libro, sí es verdad que hay algunas que son mucho más oníricas, y eso es un extra que te da la ilustración y con lo que me gusta jugar, ya que tenemos esa capacidad de ensoñación.

A.M.D.: Yo no habría hecho una biografía sin este complemento de la ilustración. Creo que la lectura es diferente. A mí me costó mucho que pusieran 'una biografía' en la cubierta, yo no quería, pero tampoco sabíamos cómo definirlo y había que contar un poco qué es este libro. Porque yo sentía que estaba haciendo una lectura de la vida entrelazada con la obra de Almudena. Una lectura muy personal, porque tiene mi voz en primera persona diciendo lo que siento al recordar y al leer a Almudena.

Es una ventana muy buena para acercarse a Almudena. Cualquiera puede acercarse de una forma atractiva y amena.

A.J.: Aroa siempre dice que este libro puede acercar la figura de Almudena a personas que no la hayan leído. Como por ejemplo yo, que no he sido hasta este proyecto una lectora de Almudena, a mí me llegaron antes las películas que los libros. Pues si se acerca su figura a más gente, aunque sea a distintas personas que no hubieran contemplado leerla, pues bendito sea Dios.

A.M.D.: También a una generación posterior, por qué no.

Es una manera de perpetuar la memoria de alguien que siempre defendió la importancia de la memoria.

A.M.D.: Es que Almudena es memoria, por eso no será olvidada. Es memoria de España, de la cultura de España, de la política, del pensamiento crítico y de una generación de mujeres. Para mí esto es muy importante, porque ella nació en dictadura pero escribió ya en libertad y se convirtió en una referencia para las que llegamos después, porque es imposible soñar ser algo si no tienes a alguien que esté representando ese algo en una librería, en la radio o en el periódico. Anda que no escribió columnas, artículos y opinó, y siempre encontraba una fisura por donde entrar y meter una opinión diferente.

Gracias a este libro me encuentro con una mujer que ya no tenía que demostrar nada, que se debía a sus lectores, a su profesión, a su oficio, y tenía también una vertiente de hogar, de mundanidad, que la hace más grande

¿Qué diríais que aporta este libro al legado de Almudena?

A.J.: Una de las cosas más atractivas es que nos acerca a una Almudena más doméstica. Te metes en su universo, en su casa, en su estudio, en la relación con sus amigos... Yo he reparado mucho en intentar ser fiel en todos esos contextos. Nos facilitaron fotos muy generosamente y ya que teníamos ese material, quisimos aprovecharlo y meternos en las figuras que había decorando su casa, en la cantidad de libros y en la disposición, porque eso también te cuenta mucho de las personas que habitan esos espacios. Para mí, Almudena era una persona que siempre estaba ahí, y gracias a este libro me encuentro con una mujer que ya no tenía que demostrar nada, que se debía a sus lectores, a su profesión, a su oficio, y tenía también una vertiente de hogar, de mundanidad, que la hace más grande.

La cocinera, la futbolera, la escritora...

A.M.D.: Sí. Y me gustaría destacar la parte que tiene el libro dedicado a la escritura, al oficio de escribir. Escribiéndolo yo he podido aprender mucho de técnicas, manías, cómo se resuelven los dramas de las novelas mejor en fase cuaderno que cuando posteriormente ya hay poco que hacer, de por qué la estructura de un libro tiene capacidad expresiva... Toda esa parte me ha resultado muy interesante. Pensar que las novelas de Almudena no son espontáneas sino que responden a una precisión aritmética para que todo encaje y todas las historias cierren y todos los personajes tengan un recorrido muy amplio. Todo eso es muy bonito, incluso la propia proyección que tenía ella al pensar en su obra en el futuro, las ideas que tenía para escribir después.

¿Cómo fue trabajar con el material que os pasaron la familia y amigos?

A.M.D.: Nos aportó mucha gente, pero sobre todo Luis. Hubo un día de julio que me fui con él a su casa y fueron horas y horas. Él tiene muy organizadas las fotografías digitales y las de papel y estuve con él y con su hija Elisa mientras iban sacando una a una las fotos y recordando. Teníamos un buen álbum familiar bien bonito. Los hermanos también nos pasaron fotos y, bueno, es que de Almudena hay muchísima documentación audiovisual también.

¿Cuál fue el primer acercamiento para iniciar todo este proceso?

A.M.D.: Hacía dos años que Almudena había muerto y yo no sabía bien si era el momento o no. A Luis le he conocido más después de la muerte de Almudena, de alguna forma siento que su amistad es parte del legado que ella sin querer me dejó aparte de sus libros. Como él es tan generoso, me daba mucha cosa ponerme delante de él y preguntarle si quería que hiciéramos esto. Pensé que a lo mejor le daba apuro decirme a mí que no y acababa diciendo que sí aunque no le apeteciera. Por eso, pedí a la editorial que le llamaran para preguntarle y a continuación me llamó él a mí para decirme que por supuesto que sí y que por qué no se lo había dicho yo directamente. Yo leía a Luis García Montero antes que a Almudena Grandes, y no se me pasa un poco la impresión de estar llevando a cabo este libro y ahora tener que defenderlo.

¿Cómo conociste a Almudena? Ella te llamó por primera vez para comunicarte que habías ganado el Premio Ojo Crítico en 2017 por tu primera novela, La hija del comunista.

A.M.D.: Yo no soy tímida pero soy torpe para las relaciones personales (risas). Ella presentaba Los pacientes del doctor García en La Semillera, una librería estrechísima que hay en los bulevares, seguramente por hacer un favor a esa librería de su barrio. Llegué con voluntad de darle las gracias por haberme leído, porque me parecía alucinante que Almudena hubiera leído mi pequeña novela. Cuando entré ella me miró y me reconoció y luego me dijo que esperara al final, que me iba a presentar a sus amigos, y a mí me entró como un poco de impresión. Luego me escribió ese mensaje que aparece en el libro –y que no desvelaremos aquí–, que todavía me cuesta leerlo y nos fuimos cruzando por los territorios de la literatura en charlas, conferencias, mesas redondas... y pude acercarme a ella de una manera más íntima, como una compañera. Ahora siento que cuando ella se marchó nunca le había dicho gracias por defender mi novela, por ser una referencia, por haberme leído Las edades de Lulú con catorce años y por un montón de impactos en mi vida.

¿Era muy diferente la Almudena privada de la pública?

A.M.D.: Yo creo que no. Almudena era poliédrica pero no tenía dos caras. Era igual en la vida pública que en la privada. Más tierna en la privada, diría yo. También las mujeres con la fuerza de Almudena son juzgadas muy severamente desde fuera.

Sus lectores la echan mucho en falta. Ya tocaría que saliera 'Mariano en el Bidasoa', que era la novela que tenía proyectada, y a la gente le falta esa alegría de ir a comprar la nueva novela de Almudena, de guardársela para leerla en verano...

¿Nos hemos dado cuenta del vacío que ha dejado Almudena?

A.M.D.: Yo creo que hay una comunidad de personas que la echan mucho en falta, que son sus lectores. Ya tocaría que saliera Mariano en el Bidasoa, que era la novela que tenía proyectada, y esa alegría de tanta gente de ir a comprar la nueva novela de Almudena, de guardársela para leerla en verano... estoy segura de que a toda esa gente esa alegría les falta. Y cada vez más.

¿Por qué se merecía Almudena esta biografía?

A.M.D.: Ella se definía muy bien como una mujer española, roja, republicana, que tenía un gato y a la que le gustaba más leer que escribir. Para mí, Almudena tiene una relevancia sentimental privada y una relevancia literaria y pública. Es una de las escritoras más importantes de España.

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A.J.: Almudena no dejaba indiferente y estaba siempre presente. 

¿Qué os gustaría hacer sentir al lector de este libro?

A.M.D.: Como dice Benjamín Prado en el texto del faldón de la portada, que Almudena no será olvidada. Que la conocen un poco más también. Creo que los lectores van a encontrar algo más de Almudena. Es bonito que la gente esté yendo a comprar este libro como iba a comprar los de Almudena, y sabemos que eso no es cosa nuestra, sino que es cosa suya.

La primera biografía de Almudena Grandes tenía que ser ilustrada para convertir a la persona que se fue en un personaje que está siempre presente y se quedará para siempre. Para darle a la añorada escritora madrileña ese aura evocador que trasciende el tiempo, la vida y la muerte. Y eso es precisamente lo que consigue Almudena. Una biografía (Lumen), todo un viaje sentido por la vida y obra de la autora desde la cercanía, el respeto y el sentimiento de compañía expresado en los textos de Aroa Moreno Durán y los dibujos de Ana Jarén. Con ambas charlamos para infoLibre en las oficinas de la editorial.

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