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"Las instrucciones eran destruirla": los hijos de García Márquez le desobedecen y editan su novela póstuma

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"Las instrucciones eran el libro no sirve, hay que destruirlo, pero según nosotros esas eran las instrucciones de una persona incapaz de juzgar el libro". Así de claro ha sido Rodrigo García Barcha, hijo de Gabriel García Márquez, al hablar de En agosto nos vemos, la novela póstuma del escritor colombiano que llega este miércoles a las librerías de todo el mundo de la mano de Penguin Random House, con una primera tirada en español de 250.000 ejemplares. "Cuando Gabo decía 'esto no es publicable' él ya había perdido la capacidad de juzgar si era o no publicable. También decía cuando estaba vivo 'cuando esté muerto hagan lo que quieran', y eso nos anima a dormir mejor", ha añadido con sorna en la tarde de este martes en una rueda de prensa telemática y presencial con periodistas de ambos lados del Atlántico en la sede del Instituto Cervantes de Madrid.

Hablaba Rodrigo desde la distancia, dejando la representación in situ para su hermano Gonzalo García Barcha, quien igualmente ha defendido que dejaron dormir "durante muchos años" este libro al que nadie ha añadido ni una palabra que no estuviera en los manuscritos dejados en vida en varias y diferentes versiones por su padre. "No se ha agregado nada. No se ha hecho un trabajo de edición hasta el punto de tener que agregarle frases a la novela, estaba si acaso un poco dispersa en un número determinado de originales, pero estaba completa, y eso ha sido para nosotros muy importante", ha explicado, admitiendo que con la publicación de En agosto nos vemos han intentado "no dejar cabos sueltos". "Hay una tendencia vinculada al duelo, desde luego en mi caso, de tratar de cerrar cabos que dejaron sueltos los padres", ha apostillado Gonzalo.

Fue el 18 de marzo de 1999 durante un acto en la Casa de América en Madrid, en un acto con José Saramago, cuando Gabriel García Márquez desveló que trabajaba en un nuevo libro, que en aquel primer momento había planteado como cinco relatos autónomos protagonizados por Ana Magdalena Bach. Sin embargo, más allá de la lectura pública de un par de fragmentos, el rastro de la obra se perdió. Memorias de mis putas tristes fue la última ficción que el autor publicó en vida, pero durante más de una década, quizás más, pues nadie es capaz de concretar, estuvo trabajando a conciencia en la historia de ese personaje de mujer, escribiendo, reescribiendo, puliendo y perfeccionando una y otra vez, como siempre hacía. Hasta que la memoria le falló y la salud se lo impidió.

"Hizo varias versiones de la novela y trabajó en ella hasta que sus fuerzas se lo permitieron", ha remarcado la directora editorial de la División Literaria de Penguin Random House, Pilar Reyes, quien ha calificado de "decisión feliz" de sus hijos la publicación de esta (ahora no ya relatos sino) novela para todos los lectores de su padre. "Es un texto absolutamente consistente con la obra de Gabo", ha defendido, remarcando la labor de edición de Cristóbal Pera, quien fuera editor de los dos últimos libros que el escritor publicó en vida: Vivir para contarla (sus memorias) y Memoria de mis putas tristes. El texto definitivo lo ha fijado Pera, a quien el propio García Márquez le mostró tres capítulos de este libro y su párrafo final, por lo menos hasta la versión en la que trabajaba en el verano de 2010, cuatro años antes de su fallecimiento en 2014.

Para su ardua labor, el editor se ha basado en los cinco borradores de la novela que reposan en el Harry Ransom Center, organismo de la Universidad de Texas que custodia los archivos del autor. Estos los fue a su vez cotejando con la versión en la que Mónica Alonso, fiel secretaria personal del escritor durante la última década de su vida, fue introduciendo los últimos cambios y correcciones dictados por el escritor. "La novela está completa aunque para su autor no fuera definitiva", ha remarcado Reyes, quien ve en este lanzamiento "una celebración para la literatura mundial". "Confiamos que la emoción con la que lo editamos sea la misma que experimente el lector cuando abra sus páginas", ha apuntado.

En esta línea, Gonzalo ha confesado que la publicación de este libro le deja "personalmente tranquilo" en el sentido de que "ya toda la obra de Gabo está a la disposición de sus lectores". "No queda la misteriosa novela en un archivo en Austin", donde era accesible para su consulta, "no hay que viajar si tiene uno la curiosidad de leerlo", ha continuado, celebrando que a partir de este miércoles 6 de marzo, "con ir a la librería de la esquina los lectores saldrán de la duda de si los hijos se equivocaron flagrantemente o no". 

"Sea cual sea el veredicto, eso me deja más tranquilo que dejar en el aire una obra que tarde o temprano iba a salir, aunque fuera después de que se venzan los derechos de los herederos, porque esta es una obra que yo no veo que fuera a estar en los siglos de los siglos sin publicarse", ha señalado, para acto seguido recordar un consejo de la célebre editora Carmen Balcells, quien decía que era "mejor que todo tenga" un identificador "ISBN, porque así es más fácil perseguir a los piratas". "Aunque sea por esa razón totalmente práctica, creo que tiene sentido sacar el libro a la luz", ha añadido Gonzalo.

Si Gabo hubiera estado mejor de sus facultades el mismo libro no existiría, porque todo libro con el que no estuviera satisfecho era destruido. El hecho de que no destruyera este, es síntoma de que se le volvió una cosa un poco indescifrable

Igual se ha expresado su hermano Rodrigo, pues "finalmente serán los lectores los que decidirán", si bien ellos como herederos lo han hecho "pensando que valía la pena". Según ha comentado, ellos leyeron "partes del libro" durante su proceso, cuando su padre trabajaba en él con cierta regularidad y hasta que "perdió la memoria" y lo tuvo que dejar. "Cuando se fueron todos sus documentos a Texas, lo tuvimos varios años secuestrado. Luego se abrieron, se escanearon y empezó a haber un acceso al libro. Ya había gente leyendo el libro en el Ramson Center, ya no era una cosa secreta. Eso nos despertó la curiosidad a Gonzalo y a mí de volverlo a leer. Entonces nos pareció que estaba mucho mejor de lo que recordábamos", ha relatado, para insistir en la idea de que "igual que él perdió la capacidad para escribir, también perdió la de leer y es posible que también la de juzgar el libro". 

Y aún ha continuado: "Cuando decía que no servía, que era un desorden, nos hizo sospechar eso. Si Gabo hubiera estado mejor de sus facultades el mismo libro no existiría, porque todo libro con el que no estuviera satisfecho era destruido. El hecho de que no destruyera este, es síntoma de que se le volvió una cosa un poco indescifrable. En sus cabales, hubiera terminado el libro o lo hubiera destruido para que no hubiera ningún resto. De hecho, no hay más libros porque no hay más libros no terminados, este es el último sobreviviente. Nuestra impresión de que dejó de poder juzgarlo y a nosotros nos gustaba nos fue animando a pensar en publicarlo, y hablamos entre nosotros y los editores y estuvimos de acuerdo en que había un libro ahí que valía mucho la pena leer".

Concede Rodrigo que "no está tan pulido como sus más grandes libros" pero, al mismo tiempo, "definitivamente tiene muchas de las características sobresalientes suyas", entre las que ha mencionado una prosa preciosa, el conocimiento del ser humano, poder de descripción, creación de personajes...". "Además, nos gustaba mucho que fuera esta historia tan feminista porque hacía un muy bien trío con sus últimas novelas cortas, Del amor y sus demonios (1994) y Memorias de mis putas tristes (2004). Era una coda muy interesante que funcionaba con lo demás", ha reivindicado.

La pregunta que no podremos resolver ninguno es hasta donde hubiera llegado ese proceso de escritura con el manuscrito que tenemos hoy. Pero la novela estaba completa

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Porque En agosto nos vemos es un canto a la vida, a la resistencia del goce pese al paso del tiempo y al deseo femenino. Una novela cuya sinopsis dice (más o menos) así: "Cada mes de agosto, Ana Magdalena Bach toma el trasbordador hasta la isla donde está enterrada su madre para visitar la tumba en la que yace. Aunque la muerte de un ser querido pusiera en marcha una tradición que siempre causa una punzada de tristeza, con el paso del tiempo la protagonista se sorprenderá encontrando oportunidades para el flirteo y el placer, momentos para reflexionar sobre sus prioridades y revelaciones inesperadas sobre sus seres queridos. Esos viajes acaban suponiendo una irresistible invitación a convertirse en una persona distinta durante una noche al año".

Esta es toda la trama que conviene desvelar de una novela tan esperada a la que, tal y como ha insistido Rodrigo, "no se ha agregado absolutamente nada que no estuviera en los múltiples originales que dejó Gabo". "Es cierto que en algún momento se comentó que carecía de un final", ha concedido, si bien al mismo tiempo ha contado que "Cristóbal Pera, que trabajó muy de cerca con él estos manuscritos, confirma que en algún momento todavía con Gabo en vida, conversando con él, le preguntó por el final, y él le dijo que la novela tenía un final, y en ese momento lo leyeron juntos". "Lo que ha hecho Cristóbal ha sido sobre todo un trabajo más bien de arqueología, de recolectar entre todos los manuscritos que existían. Así llegó a un original final. Él mismo ha dicho que su trabajo se ha limitado a corroboración de datos, en fin, el tipo de trabajo que hace cualquier editor con cualquier escritor", ha indicado.

Para terminar, Reyes ha recordado que hoy podemos consultar las distintas versiones del trabajo de Gabriel García Márquez, que por ejemplo en el caso de Memorias de mis putas tristes llegan hasta un total de 18. "Y le vemos peleando con las palabras todo el tiempo, haciendo un trabajo de autoedición admirable", ha afirmado, para acto seguido ya sí rematar: "La pregunta que no podremos resolver ninguno es hasta donde hubiera llegado ese proceso de escritura con el manuscrito que tenemos hoy. Pero la novela estaba completa".

"Las instrucciones eran el libro no sirve, hay que destruirlo, pero según nosotros esas eran las instrucciones de una persona incapaz de juzgar el libro". Así de claro ha sido Rodrigo García Barcha, hijo de Gabriel García Márquez, al hablar de En agosto nos vemos, la novela póstuma del escritor colombiano que llega este miércoles a las librerías de todo el mundo de la mano de Penguin Random House, con una primera tirada en español de 250.000 ejemplares. "Cuando Gabo decía 'esto no es publicable' él ya había perdido la capacidad de juzgar si era o no publicable. También decía cuando estaba vivo 'cuando esté muerto hagan lo que quieran', y eso nos anima a dormir mejor", ha añadido con sorna en la tarde de este martes en una rueda de prensa telemática y presencial con periodistas de ambos lados del Atlántico en la sede del Instituto Cervantes de Madrid.

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