LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Ya llegaron las rebajas (del arte)

Que nos encontramos ante (o ya inmersos en) el fin de la posmodernidad no es precisamente una idea rompedora. La sensación de su certeza es casi perceptible físicamente al encontrarse, acumulado en un mismo espacio, con lo que se presupone lo más granado del arte nuevo atesorado por las más importantes galerías españolas e internacionales. Machaconas repeticiones, incansables acumulaciones, manierismos y eclecticismos varios campaban ayer por los estands repartidos entre los pabellones 7 y 9 de Ifema, en Madrid.

Pasamos a relatarles las impresiones obtenidas del primer paseo por la feria Arco 2014, abierta hasta este domingo 23:

El bucle del arte

Tras varios años de visitas a la feria, no parece excesivamente arriesgado afirmar que Arco se repite. Y mucho. Esa explosión de colores y formas que embarga al espectador novicio se ha ido transformando con lo visto y vivido en estos años de la era de la gran crisis en un sentimiento de empacho.

Volvemos a ver esta edición, la 33ª:

  • Tubos de neóncon mensaje por doquier.
  • Objetos bien construidos en tamaño gigante (hay huevos, cangrejos o libros) o bien deformados (hay, por ejemplo, una caja fuerte aplastada en forma de trapecio).
  • Banderas y otros símbolos identitarios reinterpretados.
  • Espejos con pintadas u otras alteraciones (sí: mírese, usted es la más bella obra de arte).
  • Piezas cambiantes (como una escultura hecha de tubos que echan una espuma que, dependiendo de la temperatura, cae de una forma u otra).
  • Autorreferencias al arte y a otros artistas (como un neón que dice No poseo 4' 33'', en alusión a la partitura muda de John Cage, unas Meninas sobre las que se ha lanzado una bola de pintura de amarilla, una escultura que representa a Picasso, un colorido busto de Beethoven…).
  • Interdisciplinariedad.
  • Uso de técnicas alternativas como el ganchillo (especialmente entre los artistas que presentan sus proyectos en solitario).
  • Sobre todo, mucha pintura y algo de fotografía.
  • Y poco, muy poco vídeo.

'Túnel del amor', de estadounidense Dan Graham | EFERecuerden: esto no es una exposición

No nos olvidamos –faltaría- de que Arco no es una sala de exposiciones. Aquí se viene a vender. Ahí radica muy posiblemente la clave del porqué de tanta pintura (y tan poco riesgo). Frente a esas enormes esculturas y objetos que solo podrían caber en las salas de algún museo (¿Quién podría meter en casa ese Túnel del Amor de Dan Graham?) los cuadros son perfectamente aptos en principio para todo potencial comprador.

Abunda en este 33º Arco la abstracción, y dentro de esta, la geométrica. Como pieza única e irrepetible, la pintura cuenta además con ese atractivo frente a las reproducibles fotografías. Será por eso que no se ven tantas. Por eso o porque, como declaró la galerista Helga de Alvear, "la pintura vuelve con fuerza". Entre las fotos que hay, ganan por goleada las de temáticas paisajísticas o humanas. El vídeo, que en las pocas subastas en las que ha sido incluido en España ha demostrado ser duro de vender, escasea. 

Reivindicaciones desnudas

Al arte parece habérsele olvidado el pequeño detalle de que está ante una edición (más) de la gran crisis. Salvo excepciones, las obras que se han presentado en Arco no aluden ni se enmarcan -al menos de manera específica- en el contexto de la actual realidad social. Muy comentado ha sido el ejemplo del Congress topless de Yann Letto, en la galería murciana T20, una pieza con forma de cabina de strip-tease, con barra de baile incluida, en la que se programan pases para ver a unas chicas bailar a pecho descubierto como metáfora del burdel que hay montado en el Parlamento.

Letto, que ya armó un pequeño revuelo el año pasado con una obra que representaba una cruz verde de farmacia con forma de esvástica, coincide en esta edición con otro alborotador, el de 2012. Eugenio Merino, que desató la polémica (y las denuncias) con su Always Francouna escultura del dictador metida en una nevera, presenta en la barcelonesa ADN unas máscaras de Guy Fawkes cubiertas de (falsos) diamantes, llamadas V de Verdugo. En la misma galería se puede ver la serie de fotos Order, del colectivo Democracia, varias imágenes de policías con mensajes superpuestos del tipo “Os protegemos de vosotros mismos”.

Obras del finlandés Riiko Sakkinen en la galería Korjaamo | EFE

Con un ojo en Finlandia y el otro en América Latina

El país invitado de este año, Finlandia, ha tenido que pelearle el protagonismo a América Latina, donde sin duda Arco tiene depositadas sus mayores esperanzas de futuro. Entre los abundantes nombres latinos que se han presentado en la feria, despuntan los ya de sobra conocidos, como los representantes del op-art Julio Le Parc, argentino, en la galería Del infinito arte, o el venezolano Carlos Cruz-Díez. 

Desde Finlandia han desembarcado 13 espacios, entre los que llama la atención una propuesta reivindicativa: la del artista Riiko Sakkinen, en la galería Korjaamo, de Helsinki. Juntar su origen finés con su residencia en el pueblo de Cervera de los Montes, cerca de Toledo, ayuda a comprender mejor el sentido de ese cartel rojo y blanco que reza, en español: Escribid a Papá Noel y pedid trabajo.

Arco quiere otra oportunidad

Ver más

A su alrededor, aparecen colocados en el estand una serie de platos de cerámica (de Talavera de la Reina), cuyos mensajes remiten también a los tiempos actuales, como uno en el que aparecen los tres cerditos dibujados, reclamando cada uno la libre expresión, el libre mercado... y los libres regalos. A lo que vamos: hablemos de dinero

Esta es, ya saben, la edición de la alegría y el alborozo: el gobierno ha bajado el IVA de las transacciones de obras de arte. Lo que seguía sin estar del todo claro ayer es cuánto, al menos para los galeristas (para los artistas es el 10%), que difieren sobre si tendrán que facturar al 21%, al 10% o al 15,5%, la suma de ambos tipos dividida por dos. Los augurios de los responsables, sea como fuere, vaticinan 100.000 visitantes, 80 millones de beneficios y un incremento del 30% en las ventas de obras, cuyos precios oscilan entre los cientos de euros hasta el millón largo por un picasso que ha traído la galería Leandro Navarro.

Para hacer realidad las previsiones, de los 4,5 millones de presupuesto de la feria se ha invertido cerca de un millón en invitar a unos 500 coleccionistas y responsables de instituciones internacionales. Que esta es una plataforma dedicada a su mimo y cuidado quedó siempre patente con los elevados precios de las entradas para el público general, para el que se abrirán las puertas entre los días 21 y 23. La última jornada, el domingo, tiene rebaja: de los 40 euros del viernes y el sábado, se reduce a 30. Económicamente hablando será esta una de las pocas certezas. Para comprobar si las demás predicciones de futuro se cumplen, habrá que esperar a que llegue futuro. 

Que nos encontramos ante (o ya inmersos en) el fin de la posmodernidad no es precisamente una idea rompedora. La sensación de su certeza es casi perceptible físicamente al encontrarse, acumulado en un mismo espacio, con lo que se presupone lo más granado del arte nuevo atesorado por las más importantes galerías españolas e internacionales. Machaconas repeticiones, incansables acumulaciones, manierismos y eclecticismos varios campaban ayer por los estands repartidos entre los pabellones 7 y 9 de Ifema, en Madrid.

Más sobre este tema
>