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Lorca regresa al futuro

Escena primera

Hace unos días, el director teatral Àlex Rigola presentó en Barcelona su versión de El público, de Federico García Lorca, que llegaba al Teatre Nacional de Catalunya (TNC) tras su paso por el Teatro Abadía de Madrid.

Es El público una obra difícil. Lorca la escribió entre 1929 y 1930, pero la leyenda cuenta que optó por meterla en un cajón después de hacer una lectura con unos amigos y comprobar que ni siquiera ellos, los suyos, los más abiertos, lo entendían. "Ahora el público no está preparado, pero dentro de unos años será un éxito", se resignó el autor.

Lo fue en 1987, con el montaje de Lluis Pasqual. Y lo está siendo ahora con el de Rigola, para quien este texto es el epítome del conflicto artístico en el que el poeta pasó su vida: escribir para satisfacer el gusto de los espectadores o "romperlo todo para que los dogmas se purifiquen y las normas tengan nuevo temblor".

Un difícil equilibrio que, en cualquier caso, Federico guardó como nadie.

Toma segunda

Un día antes de que Rigola desembarcara en el TNC con su monumental montaje, el día 16, llegó a las librerías una reedición especial de Bodas de sangre hija de su última versión cinematográfica, la dirigida por Paula Ortiz, que ha preferido para la ocasión el título de La novia.

"Fueron ellos", nos dice Joan Tarrida, director general de Galaxia Guntenberg. La iniciativa fue de Ortiz y los suyos. "Creo que lo que querían era dejar constancia en una edición de un trabajo que habían hecho. Y allí planteamos muchas cosas, planteamos incluso publicar una parte del guion, o el guion, o publicar bocetos que ellos hacen de figurines o de escena…" Al final, el acuerdo fue que no convenía recargar el original "y decidimos reducirlo al texto de Lorca y al texto de Paula, y luego unos fotogramas para ubicar al lector".

Lorca habita desde hace tiempo en Galaxia Guntenberg. La editorial ya publicó en su día su teatro completo, pero pensaron que la película les ofrecía la oportunidad "darle una nueva lectura. Porque hay muchas ediciones de Bodas de sangre, ¿qué sentido tenía hacer una nueva?". Al cabo, el sentido se lo dio la posibilidad de brindar al lector "una aproximación actualizada a Lorca, hecha por una directora joven y además con una voluntad estética de crear un lenguaje contemporáneo a partir de Lorca".

De algún modo, es una vuelta de tuerca más al tradicional dilema "peli o libro". Nos recuerda Tarrida que la primera adaptación cinematográfica de la obra (fechada en 1933, estrenada en 1931) data de 1938. "Lo que Paula Ortiz ha querido hacer es aplicar el sentido de una tragedia, cómo recrear hoy un lenguaje trágico en el cine o en la creación contemporáneos". Dicho de otro modo, cómo enfrentarse hoy a esas situaciones trágicas que parecen propias de una España periclitada. Pero, "la buena literatura siempre permite unas nuevas aproximaciones".

Capítulo tercero

Dice Paula Ortiz que "en España no nos hemos acercado a Lorca por respeto, por miedo y porque lo hemos sacralizado, pero también porque su figura, su vida, tiene un significado político muy fuerte y creo que ya es hora de que las generaciones que venimos ahora nos acerquemos a él con la actitud lúdica y de libertad que él tenía".

Manuel Francisco Reina, autor de Los amores oscuros, coincide con ella "completamente. Es verdad que Federico es nuestro 'muerto simbólico' por antonomasia pero el falso respeto de algunos por la figura de Lorca, que esconde desconocimiento, hipocresías y mala conciencia, no es más que un ejercicio de complejo de inferioridad manifiesto".

Recuerda Reina que tuvo la suerte de conocer y tener relación con Rafael Alberti, y que él no le hablaba de Lorca "como si lo hubiera colocado en una urna como si fuera un fósil, sino de alguien enormemente seductor, divertido y vivo, que se hacía dueño de todo y de todos con su encanto e inteligencia. 'Donde entraba Federico no hacía ni frío ni calor; hacía Federico' decía Alberti. También su compromiso político era firme y hay que volver a dimensionarlo aunque siga generando mala conciencia entre algunos que lo disfrazan de respeto o sacralización".

Evoca a continuación ejemplos en otras culturas como la anglosajona de películas, series o libros sobre figuras fundamentales "como Shakespeare, Virginia Wolf, Mozart o Henry Miller, entre otros muchos, y no es considerado una falta de respeto o de rigor sino aproximaciones a los personajes que los acercan a la sociedad, mientras que las aproximaciones a Lorca en nuestra cultura han sido siempre acartonadas y fallidas".

Pero lo que nos ha traído hasta aquí es una pregunta sobre la enorme actualidad de la obra de Lorca. Vale, todos los clásicos lo son precisamente por eso, pero admitamos que el caso de tiene peculiaridades que ninguno otro atesora…

Reina intenta una explicación.

En el caso particular de Bodas de sangre, parece claro que el tema de la represión emocional en los ámbitos domésticos no es, desgraciadamente, algo que se haya superado. "Es la forma más devastadora de la violencia de género. Si ampliamos el horizonte y vemos lo que está sucediendo al otro lado del mar en los países sometidos por la sharía o las lecturas integristas del Corán, con los matrimonios concertados con niñas, o los crímenes de honor, las flagelaciones, las lapidaciones, mucho menos".

En el caso de la obra lorquiana en general, "puede parecer un lugar común pero Federico fue un adelantado a su tiempo en lo artístico, modernizando el lenguaje, hibridando géneros, incluyendo elementos del cine, del flamenco y de lo sinfónico a lo teatral, cosa que no se había hecho hasta el momento, y dándole dimensión universal a dramas que hasta entonces se consideraban rurales o folklóricos. Esa capacidad de adelantar la modernidad es lo que le ha convertido en un clásico y por eso siempre es moderno y no pasa de moda".

Epílogo

De memerres, culiparlantes, jetas y coletudos

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Hemos hablado, y no sin motivo, de la vigencia de la obra lorquiana. Pero, tratándose de quién se trata, es imposible soslayar su faceta más íntima. He preguntado a Manuel Francisco Reina por qué la vida personal de Federico sigue siendo fuente de inspiración, objeto de fascinación.

"Parecía que todo estaba dicho y escrito sobre el autor granadino cuando yo saqué a la luz la historia de amor entre Federico García Lorca y Juan Ramírez de Lucas en la novela Los amores oscuros, una novela testimonio basada en una reveladora investigación mía cuyos documentos entregué y dio en portada El País, y dando la vuelta al mundo en los periódicos más importantes como The Guardian, o New York Times. Tuve que enfrentarme a parte de la familia de Ramírez de Lucas, y a bastantes 'intelectuales' que esgrimieron la intimidad como pretexto de argumentaciones reaccionarias, y eso que la carta del 18 de julio del 36, o el poema, ambos de puño y letra de Lorca, entre otras cosas, eran clarísimos en forma y fondo. La vida, la biografía, explica en la mayoría de estos grandes personajes su obra. Mucho más en Lorca en los que vida y obra, también su muerte, están íntimamente relacionados. Yo vengo de estrenar en Broadway, en el Carnegie Hall mi adaptación a libreto flamenco de esta historia, Los amores oscuros, y los primeros que no quisieron perdérselo han sido los profesores de Columbia University o de MontClair. Estoy convencido de que Lorca aún nos va a dar sorpresas, incluida parte de algunas de sus obras que no han aparecido y hay constancia de su existencia".

Toca, pues, esperar. Y confiar.

Escena primera

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