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¡Qué cabrón el Coradino… otra vez lo ha hecho!

Juan Carlos Sierra

Entre mujeres

Coradino Vega

Galaxia Gutemberg (2024)

Creo que fue en 2015 cuando, en la revista digital Estado Crítico, titulaba una reseña de forma muy parecida a la de hoy. En aquella ocasión el escritor era otro, el aragonés José María Conget, y me refería a su novela La bella cubana. Hoy, en 2024, hablo de Entre mujeres, de Coradino Vega (Minas de Riotinto, Huelva, 1976). Esto no quiere decir necesariamente que ambos escritores se asemejen, más allá de su residencia hispalense y de lo que ha sido en el primero y aún es en el segundo su oficio alimenticio como profesor de instituto; o que por edad uno le deba algo al otro o que sus obras tengan una similitud llamativa o que mantengan una rica conversación literaria a lo largo del tiempo. Sí creo, no obstante, que en la obra de ambos, por lo que tengo leído y observado, existe un claro empeño por aproximarse lo máximo posible a la oralidad, algo tan complicado, por cierto, y en lo que tanto José María Conget como Coradino Vega han alcanzado altas cotas de calidad. No me veo en condiciones de establecer entre ambos novelistas paralelismos, conexiones o influencias, en caso de que existan, ni me temo que sea este el momento ni el medio para hacerlo.

Solo quiero resaltar con este arranque que tanto en José María Conget como en Coradino Vega cada nuevo libro significa un salto exitoso hacia adelante en el incierto terreno de lo literario. Y que en el caso concreto del riotinteño se trata de una escalada que parecía insuperable tras su novela La noche más profunda (Galaxia Gutenberg, 2019), pero, una vez leída Entre mujeres, no me queda más remedio que exclamar otra vez aquello de "¡Qué cabrón el Coradino… otra vez lo ha hecho!".

En el trayecto hacia este '¡…otra vez lo ha hecho!', es decir, hacia lo que podríamos llamar la excelencia literaria, si es que eso se puede concretar de alguna manera, Entre mujeres camina en su conjunto con paso firme, pero especialmente en lo relativo a la construcción de los personajes que la habitan. Como es natural y queda bien fijado desde el título, se trata en su mayoría y en orden de relevancia de personajes femeninos que gracias a la buena mano y al oficio del novelista se apartan de caer en el esquematismo o en la estereotipación

Evidentemente, esta faceta resulta más clara en los personajes que tienen más recorrido en la novela, y, como es lógico, de forma muy destacada en su protagonista absoluta, Olga. Podría haber caído Coradino Vega en la tentación de construir con ella un personaje típicamente hollywoodiense, víctima propiciatoria de un relato de superación personal a la americana. De hecho, tiene Olga todas las papeletas para serlo, ya que parte en el inicio de la historia de una situación desfavorable, muy desfavorable: joven viuda con tres hijos y esquinada o, más bien, hipócritamente repudiada por quienes eran los suyos, la alta burguesía de su pueblo, Minas de Riotinto, población con un llamativo entramado histórico y sociológico esencialmente clasista. Sin embargo y afortunadamente, Coradino Vega no se deja llevar por esa línea narrativa comercial, facilona y efectista que va de saltar obstáculos hasta llegar exhausto pero feliz a la traca de fuegos de artificio del final de la novela, de buenos buenísimos que ganan a los malos malísimos, de justicia divina o poética… La evolución de Olga tiene más que ver con una verosimilitud bien trabajada y bien escrita, compleja y contradictoria, con la traducción especular de la vida a las páginas de una novela, con el regate a los lugares comunes y a las proyecciones de nuestros más que previsibles deseos lectores contaminados por un bagaje narrativo, esencialmente fílmico, bastante básico.

Aparte del personaje de Olga, indiscutible protagonista de Entre mujeres, en el resto de los que aparecen en la novela se observa también una evolución de acuerdo con los vericuetos históricos, sociales y económicos de la época en que se desarrolla la historia, un crecimiento, por cierto, no siempre progresivo o ascendente, como tampoco lo fue el del contexto histórico en el que se sitúa la acción de la novela. Podríamos afirmar, pues, que independientemente de la trama de la obra, de la intriga alrededor de un presunto desfalco por parte del difunto marido de Olga en la empresa minera riotinteña –dueña y señora real de la vida del conjunto del pueblo onubense-, el cuerpo de actores de esta historia teje una red social y narrativa que se convierte en trasunto de una época muy determinada de nuestra historia reciente, la España de los años 80. En un contexto como el Riotinto de los primeros gobiernos municipales del PSOE, en un microcosmos tan particular, se pueden detectar las líneas de fuerza sociales, económicas e ideológicas del conjunto de la población española de aquellos años ochenta más allá de las peculiaridades, que no son pocas, del pueblo onubense donde se ubica la acción.

Dado su peso en lo narrado en Entre mujeres, antes de avanzar sobre las consideraciones temporales de la novela de Coradino Vega y sin abandonar el elenco de personajes, habría que hacer un aparte acerca del escenario del libro, el pueblo de Minas de Riotinto, que se va a revelar a lo largo de la lectura como uno más de los personajes del libro, quizá tan relevante como la propia Olga. En cuanto a su construcción narrativa, hay que apuntar que el desbordamiento primero que pueda experimentar el lector que se acerque a Entre mujeres y no conozca las particularidades de esta población se va aliviando en el transcurrir de la novela, ya que gracias a las pistas que va proporcionando la propia narración, el lector puede ir construyendo y, al mismo tiempo, comprendiendo los entramados sociológicos que dan sustento a la novela de Coradino Vega y que, como ya se ha apuntado, retratan por extensión una época significativa de nuestra historia reciente. En este sentido, es de agradecer también que no se caiga en esa suerte de mitificación y falseamiento, valga la redundancia, que por tierra, mar, aire y redes sociales se está produciendo últimamente a propósito de unos años ochenta que, de verdad, no fueron para tanto, unos años que quizá tuvieron más sombras que luces.

Y como la literatura más honesta suele darle voz a los sin voz o sacar a la superficie lo que ha permanecido escondido bajo toneladas de intereses espurios, Coradino Vega ha tenido a bien en Entre mujeres indagar en esas zonas oscuras de los años ochenta españoles, en concreto en aquellas donde se hallaba la mayoría de las mujeres, porque la sombra patriarcal de la educación franquista aún era muy alargada –y a su manera sigue siéndolo-. Por eso una novela como esta que nos ocupa se antoja necesaria: porque pone luz en los rincones más oscuros de aquellos pretendidos años ochenta tan modernos, libres y democráticos, porque parece ser que se nos pasó un detalle realmente importante, el de concederle la modernidad, la libertad y la democracia real y en igualdad de condiciones a la mitad de la población española, y porque, independientemente de la clase social de origen, la novela pone negro sobre blanco lo que en secreto muchas mujeres tenían que guardar, callar y aguantar.

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De esto también va Entre mujeres y por esto último me reitero en mi exclamación de inicio: '¡Qué cabrón el Coradino,… otra vez lo ha hecho!'.

 

* Juan Carlos Sierra es profesor de Literatura. Su último libro es 'Ciclotímicos' (Editorial Sílex).

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